La sangre chorreó nauseabundamente de la nariz del soldado de choque mientras el teniente lo golpeaba en la cara con una cachiporra envuelta en cuero y rellena de pesado plomo. El soldado se derrumbó en el suelo con un aullido sofocado mientras el teniente se le acercaba y llevaba su bota contra la región media del hombre.
-¡Levántate basura!- gritó el teniente, con grandes gotas de saliva volando desde su boca con una rabia desatada.
El cuerpo del teniente pulsaba, las hormonas de una bestia sedienta de sangre, combinadas con los estimulantes diseñados por la Organización se fusionaban juntas en un solo paquete carnoso con años de brutal entrenamiento y lavado cerebral organizacional.
El teniente había sido llamado por un miembro de Seguridad Interna diez minutos antes de que la sesión de la tarde comenzara y se dirigió hacia un vestíbulo, que a su vez comunicaba con un pequeño salón, rodeado de algunas habitaciones cuyas puertas estaban firmemente cerradas. El soldado de choque estaba dentro de una de las habitaciones, había sido remitido ahí debido a una brecha en el protocolo de seguridad al descargar el cohete del camión antes de la presentación.
El soldado había estado fumando mientras esperaba en lo que la comitiva de Seguridad Interna llegaba para transportar el modelo de prueba al hangar, cuando el equipo de Seguridad Interna llegó. Tras sus máscaras el soldado no pudo mirar sus rostros de negro y evidente odio.
-¿Qué chingados estás haciendo, soldado?- Preguntó el guardia líder.
El soldado de choque no respondió inmediatamente y en vez de eso sopló un arito de humo desde sus pulmones, inconsciente de la situación e inadvertido al hecho de que estaba sumándole un insulto imperdonable a la injuria de sus acciones.
-Da unos pasos en esta dirección, soldado.- El guardia señaló hacia una pared de concreto a una distancia segura del cohete activo. El soldado de choque obedeció. Tan pronto llegó a la pared caló otra bocanada de su barato y apestoso cigarrillo al punto en que sumariamente el guardia se lo botó de la mano de un golpe.
-¡Eres un puto idiota, soldado!
Esta vez el guardia le abofeteó el rostro. Una roja mano quedó marcada a través de la cara del soldado mientras su cigarrillo lentamente se consumía a unos cuantos pies de distancia.
-¡Puto perro estúpido, maldito idiota!- Gritó el guardia. -¡Ese cohete está activo, hermano! ¡Debiste haberte sentido jodidamente suertudo de ser responsable de cualquier parte del transporte de esa arma o siquiera de estar cerca!-
El soldado de choque comenzó a retractarse.
-Escucha, no tenía ni idea de que esa cosa estaba., yo…
El soldado de choque fue interrumpido por un dedo enguantado en cuero negro, apuntando amenazante frente a su rostro.
-¡Cállate! ¡Cierra la puta boca! Si no sabes entonces estás punto de aprender. ¡Llévense a esta mierda de aquí!
El guardia levanto su mano en un ágil gesto y otros dos guardias acudieron para asegurar al errante soldado de choque.
-¡Llévense a este al satélite de procesamiento externo!- Los guardias salieron en horrendo trote, prácticamente arrastrando al desafortunado soldado hacia una puerta lateral que llevaba a la parte de atrás del hangar.
En la estación de guardias del satélite de procesamiento exterior (procesamiento exterior no era un lugar, sino una cosa) el guardia principal en funciones, teniendo una incongruentemente absurda imagen ahí sentado tras un escritorio, pero enmascarado, con sus goggles puestos y equipado para el combate, con una MP5 silenciada yaciendo en el escritorio de madera, escuchó con creciente ira el reporte detallado.
-¡¿Que estaba haciendo qué?! -Preguntó incrédulamente el guardia principal.
Los guardias captores procedieron a informar a detalle al jefe de seguridad residente sobre la situación. El soldado de choque fue velozmente conducido hacia un pequeño patio encerrado con altas paredes de concreto elevándose a cada lado un pálido sol brillando por encima.
-Guardia.
Por detrás del escritorio el jefe de seguridad señaló a uno de los hombres de Seguridad Interna.
-¿Tienes unos minutos?
-Los que necesites.
-Bien.
El jefe de seguridad comenzó a garabatear una nota codificada en un pequeño trozo de papel con el escudo de Seguridad Interna en el encabezado.
-Ve a la conferencia y encuentra al teniente y dale esto, escóltalo de vuelta en caso que no sepa el camino.
El teniente estaba en el paroxismo de la locura y el fanatismo marcial inducidos por la División de Armamentos cuando el guardia se acercó a él con la nota. Tan pronto terminó de leer el mensaje codificado, cosa que le tomó menos de un minuto, el teniente arrugó el papel en su mano y comenzó a reír a carcajadas, con sus ojos volteándose hacia su cráneo de una forma decididamente maniaca.
-¡Vamos, guardia, hagámoslo
El guardia, debidamente impresionado por el comportamiento entusiasta del teniente y complacido de que de que le fuera otorgado tal detalle en particular, un punto álgido para una situación que de otra manera sería mala; señalo al teniente para que le siguiera hacia una puerta simple situada cerca de la parte trasera de la sala de conferencias.
No se necesitó demasiada información por parte del jefe de seguridad luego de entrar a la pequeña estación satelital para hacerle entender por qué lo llamaron para llevar a cabo un acto que cualquiera de ellos podría haber hecho. Era tanto una llamada honorifica para él, como un refuerzo a la moral de los guardias al tener algo de interacción con el temido e infame teniente y también, básicamente, tirarle sangre a la bestia – casi como tirarle un cadáver fresco de conejo a un lobo feroz o una rebanada de bistec crudo a un perro rabioso. En el escritorio, el jefe de seguridad se sonrió cuando oyó al teniente siendo llevado al patio anexo confinado y la puerta azotándose tras de él.
No muy lejos, mientras la conferencia y los asistentes comenzaban a tener su propia fiesta, pocos imaginarían que podrían escuchar el ladrido marcial de una áspera voz masculina y unos cuantos gritos espeluznantes atravesando el aire. Sin embargo, no era de sorprenderse, tales ruidos eran esperados y usualmente conocidos a aquellos que vivían dentro de la Organización; cualquier otro evento que estuviera pasando en la base secreta además de la conferencia era solamente una suposición.
-¡Levántate mierda, levántate mierda, levántate mierda!
El teniente cantaba este mantra interno en voz alta mientras se abalanzaba como un animal sobre el soldado de choque que yacía postrado en el piso, agarrando su maltratado estomago mientras la sangre gorjeaba de su nariz y boca.
-¡LEVANTATE, LEVANTATE, LEVANTATE!
Las manos del teniente gruñeron contra el tendido soldado de choque como áspides enfurecidas, agarrándolo con fuerza por el cuello y torciéndolo hacia sus pies.
-¡No preguntes ni digas!
El teniente estaba ahora más allá de cualquier semblante de cordura como comúnmente se entiende. Algunos guardias dentro del satélite presionaron sus orejas contra la puerta de acero, esforzándose en vano por escuchar algo de acción
Una purpurea lengua sobresalió desde atrás del bigote del teniente y para sorpresa del soldado de choque, el teniente comenzó a lamer la sangre de su rostro, tragándola con extraños gorgoteos y “ohhs” y “ahhs” fingidos como si de un encuentro amoroso se tratase.
El teniente, con su boca ampliamente manchada de sangre, quitó sus manos del cuello del soldado y le empujó fuertemente con ambas manos, tirándolo de vuelta al piso una vez más, apenas evitando estrellar su cabeza contra el piso de concreto.
-¡Creí haberte dicho que te levantaras, pedazo de mierda asquerosa, levántate! ¡Levántate! ¡Levántate!
El desorientado soldado comenzó a hacer los movimientos para intentar pararse, rodándose por un lado y apoyándose con una de sus manos. El teniente rápidamente se le acercó y llevó su bota contra la mano del soldado, con un rotundo crujido, destrozando numerosos huesecillos y reventando vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas. El soldado gritó lastimosamente, su ensangrentado rostro era ahora una completa ruina, contorsionándose a causa del súbito dolor de su mano siendo aplastada.
El teniente se le volvió a acercar y osciló su cachiporra en un ángulo atroz contra la nuca del soldado, haciendo que su cara rebotara contra el piso.
-¡Los guardias de seguridad de allá me dijeron todo!
El teniente se agachó, con las manos en sus rodillas, para acercar su cara lo más posible hacia el soldado.
-¡Me lo contaron todo, soldado!
El teniente enfatizó esto abriendo sus ojos de par en par y golpeteando la cachiporra contra su pierna mientras se levantaba y comenzaba a caminar en vaivén frente al rostro del soldado, mismo que descansaba sobre su lado izquierdo en el piso.
-¡Me dijeron que tú, soldado, has estado pasando DOCUMENTOS SECRETOS a los ENEMIGOS de la Organización, que has hecho ACUSACIONES PERSONALES contra el Comandante, que has estado CONSPIRANDO con los elementos disidentes en tu unidad, y mucho más!
El soldado se vio impactado. Por el amor a la vida misma, ¿Qué demonios le dijo Seguridad Interna?
-No.
El soldado de choque logró dejar salir un patético graznido de sus apaleados pulmones.
-¿NO QUÉ? ¿NO QUÉ? ¡QUE HAS ESTADO HACIENDO PUTO CERDO TRAIDOR!
El teniente se habría ido contra el pelo del soldado de choque, sin embargo, el mismo era calvo así que el teniente improvisó agarrándole de la parte trasera del cuello de su chaqueta de uniforme y comenzó a arrastrarlo vigorosamente por el suelo del patio anexo.
-¡TRAIDOR! ¡TRAIDOR! ¡TRAIDOR!
La saliva voló de la boca del teniente mientras se movía, humedeciendo su ya encostrado de sangre bigote, mientras seguía jalando a su reacia victima detrás de él.
De vez en cuando el teniente enfatizaba su mensaje golpeando al soldado de choque en la parte de arriba de la cabeza con su cachiporra.
-¡BLEEEEAAAARRGGGGGG!
Las letanías del teniente sobre crímenes y falsas acusaciones, todas inventadas en su mente como parte de su estratagema de interrogatorio, comenzó a degenerar hacia ruidos animales de brutalidad desencadenada, furia y mero esfuerzo físico violento.
El teniente siguió gritando, cada vez que gritaba, golpeaba un poco más fuerte su cachiporra rellena de plomo contra la cabeza del soldado de choque, mismo que gritaba al mismo tiempo, pero con un tono cada vez más derrotado.
El involuntario arrastre había dejado un uniforme rastro de sangre que hacia espirales sobre círculos concéntricos en el piso del patio anexo. El teniente se paró, recuperando lentamente el aliento, con la saliva chorreando de su rostro, haciendo que se formaran líneas claras en su faz impregnada de sangre y con el sudor brillando en su frente cual perlas.
El soldado de choque, ahora castigado por el agotamiento total, se quedó recostado como una babosa.
El teniente se dirigió hacia la puerta, de vuelta al satélite, y comenzó a golpearla, gritando. Los soldados de choque, cuyos oídos seguían presionados contra la puerta, casi se caen de la sorpresa.
-¡El teniente está tocando, jefe! Gritaron los guardias.
-¡Puta madre, pues ábranle y vean qué quiere!
Los guardias obedecieron, abriendo la puerta para revelar la inquisitiva y desviada cara del teniente. Una conversación acallada sobrevino y los guardias regresaron al escritorio del jefe para relevar la petición. Llevaron al teniente a un lavabo improvisado donde sorbió el agua tibia del grifo abierto.
Los guardias regresaron, uno trayendo un recipiente de químico antiséptico azul y unos inmovilizadores de cadena con cuero, el otro guardia traía un martinete negro y brillante, engrasado a la perfección.
-Van a ser tan amables de unírseme, ¿verdad?- Dijo el teniente, sonriendo mientras se paraba sobre una pequeña sección de luz en todo el nublado patio. Los guardias ni siquiera consideraron las implicaciones de la petición. El servicio personal al teniente catapultaría su status por encima de cualquier cosa que ellos pudieran esperar cumplir en el estancamiento que significaba estar estacionados en un pequeño anexo al centro de conferencias, adscritos a una pequeña base de seguridad reservada para servicio especial, en eventos intermitentes de la base secreta.
Los guardias trajeron los objetos al patio anexo, transformado en un área de sublime castigo a través de las maquinaciones del teniente, mientras el soldado de choque yacía en el suelo, respiraba lento a causa del entrenamiento de supervivencia para la relajación de reflejos que usaba por el severo trauma que había resistido hasta ahora. Tal semblante de relajación no duraría mucho.
-Desnúdenlo- ordeno el teniente. -Y átenlo- añadió tras reflexionar.
El guardia que llevaba los inmovilizadores y el antiséptico puso el transparente contenedor en el piso y se arrodilló, sacando de su cinturón las correas de cuero y cadenas, acomodándolas organizadamente según su uso.
El guardia se aproximó al soldado de choque y comenzó a voltear al cuerpo casi inerte sobre su espalda y empezando a desabotonando su camisola del uniforme. Si ya no iba a serle de utilidad, a cualquier otro de la Organización sí. El soldado de choque comenzó a forcejear ligeramente y el guardia se le acercó al rostro.
-Escúchame soldado, vamos a desnudarte. Si quieres que mi puño vaya contra tu cara, dímelo. Si no forcejeas ¿Quién sabe? Capaz y tengas una oportunidad de mantenerte vivo.
El soldado de choque cesó su débil forcejeo y el guardia pensó dentro de sí, lleno de satisfacción, en cuan fácil había sido usar el juego psicológico en el prisionero. Ser golpeado hasta quedar inconsciente seria definitivamente un movimiento progresivo en contraposición a despertar o recobrar la consciencia antes de lo que viene. Todo se predicaba sobre incrementar los niveles en la medida de las tácticas abusivas que eran aplicadas tanto física como psicológicamente.
El guardia terminó de quitar la chaqueta de combate y después quitó la camisa del soldado de choque, revelando un pecho y torso bastante bien ejercitado y unos cuantos tatuajes horrendos de nubes de hongo atómicas, esqueletos acorazados y mujeres en varios estadios de desnudez. Internamente el guardia los notó y gustó de ellos.
-Pónganlo en la esquina y en la segunda posición de estrés.
-Levántate soldado- comandó el guardia al soldado de choque. Este último obedeció, levantándose con dificultad, la sangre derramada de su rostro bajaba por su cuello.
-Quítate las botas y pantalones.
El soldado se agacho para empezar a hurgar entre sus agujetas e inmediatamente se cayó.
-¡Puta madre!- grito el teniente y caminó hacia el soldado de choque, pateándolo brutalmente en la región central, y sin embargo conteniéndose con cuidado, siendo este gesto más para un efecto psicológico que uno físico, mas fue suficiente para causarle a la víctima una considerable cantidad de dolor sin una gran cantidad de daño, el daño adicional podría fácilmente volver terminal el delicado estado en el que se encontraba el soldado.
El teniente rápidamente tomo al soldado de choque por el brazo y comenzó a arrastrarlo hacia una esquina de la confinada edificación, colocando su cuerpo de cara contra la esquina de duros y rugosos bloques de concreto. El teniente llevo sus brazos alrededor del hombre hasta alcanzar la parte frontal de su cintura y desabrochó sus pantalones en un movimiento, luego jaló los pantalones y ropa interior del hombre hacia debajo de sus piernas, revelando su carne desnuda. Los dejó revueltos alrededor de sus tobillos.
-Bueno, ¡Estoy bastante pinche seguro que no yo no le voy a quitar las botas!- grito el teniente mientras su cabeza se inclinaba en general hacia la dirección de sus tensos asistentes.
El guardia cuya actividad con el prisionero había sido interrumpida por el teniente rápidamente saltó al piso y comenzó a retirar las botas del soldado con sorpresiva rapidez.
El guardia tiró los pantalones y prendas restantes a un lado junto a las botas y caminó hacia donde los inmovilizadores estaban acomodados en el piso y empezó rápido y experimentado a recogerlos y colocarlos en el prisionero de una manera bien pensada y predeterminada.
Lo primero fueron las esposas que fueron colocadas por detrás de su espalda. Seguido de estas fueron varios inmovilizadores que se juntaban a una gruesa tira de cuero que rodeaba las corvas del hombre y alrededor de la parte superior de su cuerpo, inmovilizándolo y permitiendo que todas las partes de su cuerpo fueran fácilmente accesibles para lo que fuera que los guardias y el teniente estuvieran a punto de hacerle.
-¡Mira a este putito, a este putito estúpido! ¿Cuál es su problema, por qué actúa como un idiota?
El teniente se burló del soldado desde varios pasos de distancia.
El teniente caminó hacia el otro guardia quien durante toda la escena hasta ahora había simplemente estado parado a algunas yardas de distancia en el patio, sosteniendo su perverso y expertamente aceitado martinete, con varias correas enredándose entre sí y con las puntas atadas como un flagelo, listo para moler con sus finas puntas de disciplina hasta al más recalcitrante y mal portado empleado.
-¡Caballeros, pongan en cintura a esta zorrita!- rugió el teniente.
El guardia con el látigo miró al teniente mientras daba la orden, mientras el teniente se le acercaba enérgicamente antes de hablar, poniéndosele justo enfrente de su enmascarada faz y riéndose con una alegría atroz. El teniente entonces, en un movimiento inesperado, súbitamente jaló hacia arriba la máscara de esquí del hombre justo por debajo de los ojos, donde la balaclava se mantuvo firme con la correa elástica con la que se sostenían los goggles oscuros, tendencia prevaleciente en la apariencia de los uniformes de Seguridad Interna.
El teniente se paró en frente del guardia bloqueando la visión del otro guardia, quien estaba ocupado acomodando al soldado de choque en la posición de estrés correcta. El soldado de choque estaba sobre sus rodillas, completamente inmóvil, su cabeza descansaba de lado mientras parte de su rostro estaba en el frio suelo de piedra, su coronilla estaba presionada contra la esquina, raspándose contra los filos de los bloques de concreto. Sus nalgas y la parte de atrás de sus piernas estaban totalmente expuestas al guardia que estaba terminando de ensamblar los últimos anillos del aparato.
El teniente metió violentamente su lengua dentro de la boca del sorprendido guardia, quien tenía una mano descansando a un lado y la otra agarrando el martinete, permitiendo libremente al teniente llevar a cabo el abuso que ahora ocurría.
El teniente terminó con su estimulación oral y recorrió con su dedo los rojos labios del guardia, antes de darle unas palmaditas en la cara y volver a bajarle la balaclava, restaurando la sensación de anonimato usual del guardia. El teniente terminó su gesto bajando la mano y masajeando gentilmente el miembro del guardia por encima del pantalón, buscando signos de estimulación sexual antes de deslizar su mano alrededor y agarrarle firmemente la nalga derecha, mientras movía su boca cerca del oído del guardia y susurrarle: -¡Espero ver algo interesante ahí, o si no tú sigues!- El teniente soltó al guardia y se paró a su lado, para luego señalarle al guardia en dirección de su expectante cautivo. El guardia se movió ágilmente fuera del alcance del teniente, atendiendo diligente a la gravedad de sus palabras y se situó en la esquina donde estaba esperando el soldado de choque, patético y derrotado. Sin más ceremonia, el guardia comenzó su trabajo.
El látigo voló por el aire, sus puntas se esparcían y se volvían a juntar de nuevo firmemente al impactar mientras iban contra el postrado soldado. La mayor parte de los aguijones del martinete se asentaban sobre la curvatura del obscenamente colocado trasero del hombre, las puntas del látigo serpenteaban por todos lados, golpeando su espalda baja y las pequeñas zonas de sus costados, que estaban perfectamente expuestos en adenda debido al extremado nivel de confinamiento de sus ataduras. El soldado de choque dejó salir un gemido de dolor.
El guardia siguió por el mismo camino, golpeando con toda su fuerza y tan duro como era posible, los largos y culebreantes tentáculos del látigo de forma predecible se desplegaban y reconectaban cuando impactaban la piel desnuda y la totalmente expuesta y vulnerable carne del soldado de choque. Mismo que gritaba con cada impacto hasta que, después de veinte azotes, los gritos comenzaron a degenerar en un sonido de gorgoteo producto del agotamiento puro, el colapso mental y la ruptura psicofísica inducida por el estrés.
-¿Por qué no lo violas, amigo?- el teniente rio.
El guardia no vio el humor de la situación, pero continuó debidamente, poniendo el martinete en el piso y arrodillándose mientras desabrochaba su pantalón. Sorpresivamente, se dio cuenta que su miembro ya estaba erecto cuando se bajó los calzoncillos a la altura de las rodillas. El teniente notó que el hombre estaba bien dotado y comenzó a aplaudir en son de burla mientras se quedaba atrás.
-¡Muy bien, guardia, bastante bien! Ahora, ¿Por qué no nos das un pequeño show?
El soldado de choque comenzó a gruñir en protesta mientras el guardia movía su miembro erecto dentro de las entrañas del soldado de choque, ya bastante bien lubricado con la cobertura de sudor que se había formado en todo su cuerpo por los serios azotes con el martinete y todo el esfuerzo físico que había ejercido antes. Aunque triplemente humillante, toda esa acción estaba bien planeada por el teniente para mantener al prisionero vivo por un poco más, mientras que continuar azotándolo con la intensidad que el guardia estaba poniendo hasta ahora lo hubiera puesto en shock, en coma y posteriormente la muerte en tan solo un lapso de diez a quince minutos y puede que considerablemente menos. La tortura, por más sofisticada que pueda ser, no es una ciencia exacta y las bajas son probables de ocurrir, especialmente en condiciones provisionales como estas.
El guardia, estaba totalmente obnubilado y lleno de fanático éxtasis a causa del esfuerzo de administrar tortura, tanto que sostuvo firmemente al soldado de choque de los lados mientras hundía su falo erecto una y otra vez en el recto del soldado. Teóricamente, el soldado de choque pudo verlo venir, pero siempre era que alguien más participaba en algo como esto y no iba más allá de escuchar acerca de tales asuntos por los chismes de entre los hombres de su unidad. Contra todo pensamiento y una aparentemente imposibilidad física debido a su estado completamente agotado, el soldado de choque sintió su propio miembro comenzar a endurecerse, la súbita estimulación actuaba contrarrestando los azotes del martinete, a pesar de las múltiples laceraciones aun sangrantes en sus nalgas, mismas que el guardia agitaba diligentemente mientras su propio cuerpo se frotaba contras las heridas en el contexto de sus constantes acometidas.
Desde la distancia, el teniente aplaudía, riéndose con la escena que se estaba desarrollando ante él. Nada de esto, por supuesto, era necesario, pero el exceso era el palacio del placer de tales situaciones (y puntualmente habitado en este caso en particular) El teniente aplaudió más fuerte cuando oyó el inconfundible gruñido bajo del guardia logrando el orgasmo y entonces agitó sus manos como señal para que los guardias le permitieran acercarse al prisionero. Los guardias obedecieron.
El teniente extendió su mano y recibió el martinete ofrecido por el guardia y comenzó a dejarle caer pesados y duros azotes sin piedad. El soldado de choque, aun aturdido por la violación, comenzó a aullar de dolor mientras el teniente llevaba inmisericordemente el látigo contra la espalda del hombre, sus muslos, piernas y cualquier parte expuesta donde los tentáculos del látigo decidieran impactar.
El teniente estaba siendo tan duro y excesivo como se podía imaginar, con poca preocupación en este punto por la cantidad de daño que estuviera causando. Los guardias se vieron sus rostros enmascarados entre si y ambos supieron que el teniente estaba efectuando el gesto terminal.
El soldado de choque seguía gritando mientras el teniente le ponía el látigo encima.
-Espero hayas disfrutado las atenciones del guardia de ahí, soldado, ¡Porque ese es el último placer que vas a experimentar en esta vida!- El teniente acentuó su declaración con el estruendo de una carcajada obscena que hizo eco a través del patio.
Los gritos del soldado de choque comenzaron a desvanecerse y aunque la golpiza con el martinete sobre su carne expuesta no cesó, los chillidos de dolor dejaron de sonar.
-¡Tráiganme el antiséptico!- Vociferó el teniente mientras alejaba el martinete de la carne del soldado y masajeaba los filamentos sanguinolentos de su látigo con la mano. El guardia le llevo al teniente el gran contenedor de químico azuloso y se lo cambió por el látigo. -¡Limpia eso, no queremos que un buen instrumento como ese quede arruinado con la sangre de este pequeño pedazo de mierda!- El teniente señaló al soldado de choque, aunque estaba claro que estaba hablando de él de todas formas.
El teniente retiró la tapa al contenedor, del que brotó un fuerte olor a líquido limpiador de grado industrial a base de alcohol, flotando y llenando el frío aire de la tarde. Sin ningún preámbulo, el teniente tomó la base del contenedor en una mano y el asa cercana a la boquilla en la otra y lanzó una gran porción del líquido en las heridas del choqueado soldado. El soldado de choque estaba ahora despierto, gritando en horrida tribulación mientras el alcohol quemaba sus heridas expuestas. El teniente respondió chorreando algo más de líquido en la carne del hombre y retirándolo de la esquina con una patada para que yaciera atado en algún tipo de versión perturbadora de la posición fetal.
Uno de los guardias caminó hacia el soldado de choque, pateándolo y empujándolo con la bota para que se quedara viendo hacia arriba en dirección al teniente. El teniente lo sostuvo en esta postura parándose encima y montándose sobre las rodillas dobladas del soldado de choque, sosteniéndolo en una posición vertical con sus propias piernas. El teniente miró en lo profundo de los horrorizados ojos del soldado de choque y comenzó a verter el químico antiséptico justo sobre la cara del soldado de choque, las primeras cantidades del mismo fueron a parar dentro de la boca del soldado de choque, que permanecía abierta, el líquido azul le hizo escupir con fuerza y empezar a vomitar, únicamente para que cayera encima de su propio rostro y escurriera por los laterales de su cuello. La quemadura química comenzó a hacer su horroroso trabajo en los ojos y carne del soldado de choque. El teniente dejó de montarlo, dejándolo caer de nuevo sobre la perversa versión de la posición fetal y continuó mojándolo con el líquido hasta que la garrafa de quince galones se vació completamente sobre el cuerpo desnudo del hombre.
-Si todavía quieren sus inmovilizadores ahora es el momento para quitárselos, guardias.- Un guardia lidió con sus llaves mientras obedecía, retirando las esposas y los otros inmovilizadores y mirando como el cuerpo del hombre colapsaba de la posición de estrés, cubierto en el viscoso liquido azul, junto con su propia sangre y mugre.
-Fácilmente pudiste haber evitado todo este incidente, soldado, si no hubieras puesto la misión del Comandante en riesgo con tus acciones idiotas. Si hubieras cometido una torpeza en otro momento quizás hubiera habido más clemencia para ti. Desafortunadamente para ti, decidiste hacerte el tonto no solo con el que es posiblemente el desarrollo con la más alta prioridad para la Organización por varios años, sino que lo hiciste en un momento en el que todos estábamos ocupados celebrando este dispositivo recién desvelado que tú, en tu estupidez, ¡Casi destruyes por accidente! Afortunadamente había algunas personas expertas que fueron capaces de identificar tu negligencia para con la situación y te corrigieron antes de que tus acciones devinieran en un daño real. Sin embargo, lo que tú has hecho hoy fue un daño real, porque has deshonrado a tu unidad entera y quienquiera que te conozca recordará con vergüenza el hecho de estar asociado contigo. ¿No es una vergüenza? La puta de tu madre o el bastardo de tu padre, si es que tienes o si siguen vivos, estarán sujetos a vergüenza tras vergüenza hasta que el último de sus patéticos días pase, ¿A caso eso te complace? Es más, y peor aún, has sacado a estos amables hombres- el teniente señaló a los guardias- quienes deberían estar invirtiendo su tiempo celebrando y en la fiesta del nuevo y glorioso desarrollo armamentístico. Por lo tanto, tenemos que decirte adiós por ahora y cerrar este capítulo.
El teniente se alejó unos pasos y sacó una cajetilla de cigarros de una bolsa de su chamarra y luego sacó un encendedor de la otra. Los ojos del soldado de choque eran meras rendijas, cuyas escleróticas se iban consumiendo a causa de los químicos en el antiséptico y el hombre estaba tan inconsciente de lo que pasaba, apenas oyendo el monologo del teniente a través de las sirenas de su propio e insoportable dolor. Los guardias miraron al teniente con admiración. En un breve movimiento, el teniente encendió el cigarrillo y caló una honda bocanada, creando una brasa roja en la punta y sacando un filamento de humo azulado. Tan pronto la brasa alcanzó su punto más caliente el teniente lanzó el cigarrillo hacia el cuerpo del soldado de choque, quien instantáneamente se prendió con una llama de baja intensidad en las zonas donde estaban empapadas con el antiséptico.
-Terminamos aquí gente, les voy a solicitar que específicamente ustedes dos me acompañen por el resto de las festividades de la tarde y la noche ¿Alguna objeción?
-Ninguna en absoluta, señor.
El cuerpo del soldado de choque se quemaba lentamente, mientras aparentemente gritaba, confusa y levemente. El componente incendiario se consumiría rápido pero únicamente tras arrancar bastante cantidad de carne del desafortunado soldado de choque que se había dignado a fumar en presencia del cohete del Comandante.
-Traigan a unos cuantos de sus médicos de bajo nivel y que vigilen si algo le pasa. Probablemente necesite algo más de antiséptico y una buena tallada dentro de una unidad punitiva para curar esas quemaduras.
El humor negro de la declaración no pasó inadvertido para los guardias. Uno de los guardias recogió los inmovilizadores y la garrafa vacía junto con el martinete, mientas el otro guardia abría la puerta y llevaba al teniente fuera del patio anexo y hacia el pasillo de la unidad del satélite de seguridad. Los tres hombres desaparecieron en el corredor y la puerta se cerró con un clic audible. En el suelo, quemándose lentamente, yacía el cuerpo medio muerto del soldado de choque, mirando apático hacia el implacable cielo gris, irradiando su luz mortecina sobre los horridos paisajes del mundo post nuclear...