martes, 31 de octubre de 2023

Las puertas de hierro. Por T.O.B. - Capítulo 8

La sangre chorreó nauseabundamente de la nariz del soldado de choque mientras el teniente lo golpeaba en la cara con una cachiporra envuelta en cuero y rellena de pesado plomo. El soldado se derrumbó en el suelo con un aullido sofocado mientras el teniente se le acercaba y llevaba su bota contra la región media del hombre.

-¡Levántate basura!- gritó el teniente, con grandes gotas de saliva volando desde su boca con una rabia desatada.

El cuerpo del teniente pulsaba, las hormonas de una bestia sedienta de sangre, combinadas con los estimulantes diseñados por la Organización se fusionaban juntas en un solo paquete carnoso con años de brutal entrenamiento y lavado cerebral organizacional.

El teniente había sido llamado por un miembro de Seguridad Interna diez minutos antes de que la sesión de la tarde comenzara y se dirigió hacia un vestíbulo, que a su vez comunicaba con un pequeño salón, rodeado de algunas habitaciones cuyas puertas estaban firmemente cerradas. El soldado de choque estaba dentro de una de las habitaciones, había sido remitido ahí debido a una brecha en el protocolo de seguridad al descargar el cohete del camión antes de la presentación.

El soldado había estado fumando mientras esperaba en lo que la comitiva de Seguridad Interna llegaba para transportar el modelo de prueba al hangar, cuando el equipo de Seguridad Interna llegó. Tras sus máscaras el soldado no pudo mirar sus rostros de negro y evidente odio.

-¿Qué chingados estás haciendo, soldado?- Preguntó el guardia líder.

El soldado de choque no respondió inmediatamente y en vez de eso sopló un arito de humo desde sus pulmones, inconsciente de la situación e inadvertido al hecho de que estaba sumándole un insulto imperdonable a la injuria de sus acciones.

-Da unos pasos en esta dirección, soldado.- El guardia señaló hacia una pared de concreto a una distancia segura del cohete activo. El soldado de choque obedeció. Tan pronto llegó a la pared caló otra bocanada de su barato y apestoso cigarrillo al punto en que sumariamente el guardia se lo botó de la mano de un golpe.

-¡Eres un puto idiota, soldado!

Esta vez el guardia le abofeteó el rostro. Una roja mano quedó marcada a través de la cara del soldado mientras su cigarrillo lentamente se consumía a unos cuantos pies de distancia.

-¡Puto perro estúpido, maldito idiota!-  Gritó el guardia. -¡Ese cohete está activo, hermano! ¡Debiste haberte sentido jodidamente suertudo de ser responsable de cualquier parte del transporte de esa arma o siquiera de estar cerca!- 

El soldado de choque comenzó a retractarse.

-Escucha, no tenía ni idea de que esa cosa estaba., yo…

El soldado de choque fue interrumpido por un dedo enguantado en cuero negro, apuntando amenazante frente a su rostro. 

-¡Cállate! ¡Cierra la puta boca! Si no sabes entonces estás punto de aprender. ¡Llévense a esta mierda de aquí!

El guardia levanto su mano en un ágil gesto y otros dos guardias acudieron para asegurar al errante soldado de choque.

-¡Llévense a este al satélite de procesamiento externo!- Los guardias salieron en horrendo trote, prácticamente arrastrando al desafortunado soldado hacia una puerta lateral que llevaba a la parte de atrás del hangar.

En la estación de guardias del satélite de procesamiento exterior (procesamiento exterior no era un lugar, sino una cosa) el guardia principal en funciones, teniendo una incongruentemente absurda imagen ahí sentado tras un escritorio, pero enmascarado, con sus goggles puestos y equipado para el combate, con una MP5 silenciada yaciendo en el escritorio de madera, escuchó con creciente ira el reporte detallado.

-¡¿Que estaba haciendo qué?! -Preguntó incrédulamente el guardia principal.

Los guardias captores procedieron a informar a detalle al jefe de seguridad residente sobre la situación. El soldado de choque fue velozmente conducido hacia un pequeño patio encerrado con altas paredes de concreto elevándose a cada lado un pálido sol brillando por encima.

-Guardia.

Por detrás del escritorio el jefe de seguridad señaló a uno de los hombres de Seguridad Interna.

-¿Tienes unos minutos?

-Los que necesites.

-Bien.

El jefe de seguridad comenzó a garabatear una nota codificada en un pequeño trozo de papel con el escudo de Seguridad Interna en el encabezado.

-Ve a la conferencia y encuentra al teniente y dale esto, escóltalo de vuelta en caso que no sepa el camino.

El teniente estaba en el paroxismo de la locura y el fanatismo marcial inducidos por la División de Armamentos cuando el guardia se acercó a él con la nota. Tan pronto terminó de leer el mensaje codificado, cosa que le tomó menos de un minuto, el teniente arrugó el papel en su mano y comenzó a reír a carcajadas, con sus ojos volteándose hacia su cráneo de una forma decididamente maniaca.

-¡Vamos, guardia, hagámoslo

El guardia, debidamente impresionado por el comportamiento entusiasta del teniente y complacido de que de que le fuera otorgado tal detalle en particular, un punto álgido para una situación que de otra manera sería mala; señalo al teniente para que le siguiera hacia una puerta simple situada cerca de la parte trasera de la sala de conferencias.

No se necesitó demasiada información por parte del jefe de seguridad luego de entrar a la pequeña estación satelital para hacerle entender por qué lo llamaron para llevar a cabo un acto que cualquiera de ellos podría haber hecho. Era tanto una llamada honorifica para él, como un refuerzo a la moral de los guardias al tener algo de interacción con el temido e infame teniente y también, básicamente, tirarle sangre a la bestia – casi como tirarle un cadáver fresco de conejo a un lobo feroz o una rebanada de bistec crudo a un perro rabioso. En el escritorio, el jefe de seguridad se sonrió cuando oyó al teniente siendo llevado al patio anexo confinado y la puerta azotándose tras de él.

No muy lejos, mientras la conferencia y los asistentes comenzaban a tener su propia fiesta, pocos imaginarían que podrían escuchar el ladrido marcial de una áspera voz masculina y unos cuantos gritos espeluznantes atravesando el aire. Sin embargo, no era de sorprenderse, tales ruidos eran esperados y usualmente conocidos a aquellos que vivían dentro de la Organización; cualquier otro evento que estuviera pasando en la base secreta además de la conferencia era solamente una suposición.

-¡Levántate mierda, levántate mierda, levántate mierda!

El teniente cantaba este mantra interno en voz alta mientras se abalanzaba como un animal sobre el soldado de choque que yacía postrado en el piso, agarrando su maltratado estomago mientras la sangre gorjeaba de su nariz y boca.

-¡LEVANTATE, LEVANTATE, LEVANTATE!

Las manos del teniente gruñeron contra el tendido soldado de choque como áspides enfurecidas, agarrándolo con fuerza por el cuello y torciéndolo hacia sus pies.

-¡No preguntes ni digas!

El teniente estaba ahora más allá de cualquier semblante de cordura como comúnmente se entiende. Algunos guardias dentro del satélite presionaron sus orejas contra la puerta de acero, esforzándose en vano por escuchar algo de acción

Una purpurea lengua sobresalió desde atrás del bigote del teniente y para sorpresa del soldado de choque, el teniente comenzó a lamer la sangre de su rostro, tragándola con extraños gorgoteos y “ohhs” y “ahhs” fingidos como si de un encuentro amoroso se tratase.

El teniente, con su boca ampliamente manchada de sangre, quitó sus manos del cuello del soldado y le empujó fuertemente con ambas manos, tirándolo de vuelta al piso una vez más, apenas evitando estrellar su cabeza contra el piso de concreto.

-¡Creí haberte dicho que te levantaras, pedazo de mierda asquerosa, levántate! ¡Levántate! ¡Levántate!

El desorientado soldado comenzó a hacer los movimientos para intentar pararse, rodándose por un lado y apoyándose con una de sus manos. El teniente rápidamente se le acercó y llevó su bota contra la mano del soldado, con un rotundo crujido, destrozando numerosos huesecillos y reventando vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas. El soldado gritó lastimosamente, su ensangrentado rostro era ahora una completa ruina, contorsionándose a causa del súbito dolor de su mano siendo aplastada.

El teniente se le volvió a acercar y osciló su cachiporra en un ángulo atroz contra la nuca del soldado, haciendo que su cara rebotara contra el piso.

-¡Los guardias de seguridad de allá me dijeron todo!

El teniente se agachó, con las manos en sus rodillas, para acercar su cara lo más posible hacia el soldado.

-¡Me lo contaron todo, soldado!

El teniente enfatizó esto abriendo sus ojos de par en par y golpeteando la cachiporra contra su pierna mientras se levantaba y comenzaba a caminar en vaivén frente al rostro del soldado, mismo que descansaba sobre su lado izquierdo en el piso.

-¡Me dijeron que tú, soldado, has estado pasando DOCUMENTOS SECRETOS a los ENEMIGOS de la Organización, que has hecho ACUSACIONES PERSONALES contra el Comandante, que has estado CONSPIRANDO con los elementos disidentes en tu unidad, y mucho más!

El soldado se vio impactado. Por el amor a la vida misma, ¿Qué demonios le dijo Seguridad Interna? 

-No.

El soldado de choque logró dejar salir un patético graznido de sus apaleados pulmones.

-¿NO QUÉ? ¿NO QUÉ? ¡QUE HAS ESTADO HACIENDO PUTO CERDO TRAIDOR!

El teniente se habría ido contra el pelo del soldado de choque, sin embargo, el mismo era calvo así que el teniente improvisó agarrándole de la parte trasera del cuello de su chaqueta de uniforme y comenzó a arrastrarlo vigorosamente por el suelo del patio anexo.

-¡TRAIDOR! ¡TRAIDOR! ¡TRAIDOR!

La saliva voló de la boca del teniente mientras se movía, humedeciendo su ya encostrado de sangre bigote, mientras seguía jalando a su reacia victima detrás de él.

De vez en cuando el teniente enfatizaba su mensaje golpeando al soldado de choque en la parte de arriba de la cabeza con su cachiporra.

-¡BLEEEEAAAARRGGGGGG!

Las letanías del teniente sobre crímenes y falsas acusaciones, todas inventadas en su mente como parte de su estratagema de interrogatorio, comenzó a degenerar hacia ruidos animales de brutalidad desencadenada, furia y mero esfuerzo físico violento.

El teniente siguió gritando, cada vez que gritaba, golpeaba un poco más fuerte su cachiporra rellena de plomo contra la cabeza del soldado de choque, mismo que gritaba al mismo tiempo, pero con un tono cada vez más derrotado.

El involuntario arrastre había dejado un uniforme rastro de sangre que hacia espirales sobre círculos concéntricos en el piso del patio anexo. El teniente se paró, recuperando lentamente el aliento, con la saliva chorreando de su rostro, haciendo que se formaran líneas claras en su faz impregnada de sangre y con el sudor brillando en su frente cual perlas.

El soldado de choque, ahora castigado por el agotamiento total, se quedó recostado como una babosa.

El teniente se dirigió hacia la puerta, de vuelta al satélite, y comenzó a golpearla, gritando. Los soldados de choque, cuyos oídos seguían presionados contra la puerta, casi se caen de la sorpresa.

-¡El teniente está tocando, jefe! Gritaron los guardias.

-¡Puta madre, pues ábranle y vean qué quiere!

Los guardias obedecieron, abriendo la puerta para revelar la inquisitiva y desviada cara del teniente. Una conversación acallada sobrevino y los guardias regresaron al escritorio del jefe para relevar la petición. Llevaron al teniente a un lavabo improvisado donde sorbió el agua tibia del grifo abierto.

Los guardias regresaron, uno trayendo un recipiente de químico antiséptico azul y unos inmovilizadores de cadena con cuero, el otro guardia traía un martinete negro y brillante, engrasado a la perfección.

-Van a ser tan amables de unírseme, ¿verdad?- Dijo el teniente, sonriendo mientras se paraba sobre una pequeña sección de luz en todo el nublado patio. Los guardias ni siquiera consideraron las implicaciones de la petición. El servicio personal al teniente catapultaría su status por encima de cualquier cosa que ellos pudieran esperar cumplir en el estancamiento que significaba estar estacionados en un pequeño anexo al centro de conferencias, adscritos a una pequeña base de seguridad reservada para servicio especial, en eventos intermitentes de la base secreta.

Los guardias trajeron los objetos al patio anexo, transformado en un área de sublime castigo a través de las maquinaciones del teniente, mientras el soldado de choque yacía en el suelo, respiraba lento a causa del entrenamiento de supervivencia para la relajación de reflejos que usaba por el severo trauma que había resistido hasta ahora. Tal semblante de relajación no duraría mucho.

-Desnúdenlo- ordeno el teniente. -Y átenlo- añadió tras reflexionar.

El guardia que llevaba los inmovilizadores y el antiséptico puso el transparente contenedor en el piso y se arrodilló, sacando de su cinturón las correas de cuero y cadenas, acomodándolas organizadamente según su uso.

El guardia se aproximó al soldado de choque y comenzó a voltear al cuerpo casi inerte sobre su espalda y empezando a desabotonando su camisola del uniforme. Si ya no iba a serle de utilidad, a cualquier otro de la Organización sí. El soldado de choque comenzó a forcejear ligeramente y el guardia se le acercó al rostro.

-Escúchame soldado, vamos a desnudarte. Si quieres que mi puño vaya contra tu cara, dímelo. Si no forcejeas ¿Quién sabe? Capaz y tengas una oportunidad de mantenerte vivo.

El soldado de choque cesó su débil forcejeo y el guardia pensó dentro de sí, lleno de satisfacción, en cuan fácil había sido usar el juego psicológico en el prisionero. Ser golpeado hasta quedar inconsciente seria definitivamente un movimiento progresivo en contraposición a despertar o recobrar la consciencia antes de lo que viene. Todo se predicaba sobre incrementar los niveles en la medida de las tácticas abusivas que eran aplicadas tanto física como psicológicamente.

El guardia terminó de quitar la chaqueta de combate y después quitó la camisa del soldado de choque, revelando un pecho y torso bastante bien ejercitado y unos cuantos tatuajes horrendos de nubes de hongo atómicas, esqueletos acorazados y mujeres en varios estadios de desnudez. Internamente el guardia los notó y gustó de ellos.

-Pónganlo en la esquina y en la segunda posición de estrés.

-Levántate soldado- comandó el guardia al soldado de choque. Este último obedeció, levantándose con dificultad, la sangre derramada de su rostro bajaba por su cuello.

-Quítate las botas y pantalones.

El soldado se agacho para empezar a hurgar entre sus agujetas e inmediatamente se cayó.

-¡Puta madre!- grito el teniente y caminó hacia el soldado de choque, pateándolo brutalmente en la región central, y sin embargo conteniéndose con cuidado, siendo este gesto más para un efecto psicológico que uno físico, mas fue suficiente para causarle a la víctima una considerable cantidad de dolor sin una gran cantidad de daño, el daño adicional podría fácilmente volver terminal el delicado estado en el que se encontraba el soldado.

El teniente rápidamente tomo al soldado de choque por el brazo y comenzó a arrastrarlo hacia una esquina de la confinada edificación, colocando su cuerpo de cara contra la esquina de duros y rugosos bloques de concreto. El teniente llevo sus brazos alrededor del hombre hasta alcanzar la parte frontal de su cintura y desabrochó sus pantalones en un movimiento, luego jaló los pantalones y ropa interior del hombre hacia debajo de sus piernas, revelando su carne desnuda. Los dejó revueltos alrededor de sus tobillos.

-Bueno, ¡Estoy bastante pinche seguro que no yo no le voy a quitar las botas!- grito el teniente mientras su cabeza se inclinaba en general hacia la dirección de sus tensos asistentes.

El guardia cuya actividad con el prisionero había sido interrumpida por el teniente rápidamente saltó al piso y comenzó a retirar las botas del soldado con sorpresiva rapidez.

El guardia tiró los pantalones y prendas restantes a un lado junto a las botas y caminó hacia donde los inmovilizadores estaban acomodados en el piso y empezó rápido y experimentado a recogerlos y colocarlos en el prisionero de una manera bien pensada y predeterminada.

Lo primero fueron las esposas que fueron colocadas por detrás de su espalda. Seguido de estas fueron varios inmovilizadores que se juntaban a una gruesa tira de cuero que rodeaba las corvas del hombre y alrededor de la parte superior de su cuerpo, inmovilizándolo y permitiendo que todas las partes de su cuerpo fueran fácilmente accesibles para lo que fuera que los guardias y el teniente estuvieran a punto de hacerle.

-¡Mira a este putito, a este putito estúpido! ¿Cuál es su problema, por qué actúa como un idiota?

El teniente se burló del soldado desde varios pasos de distancia.

El teniente caminó hacia el otro guardia quien durante toda la escena hasta ahora había simplemente estado parado a algunas yardas de distancia en el patio, sosteniendo su perverso y expertamente aceitado martinete, con varias correas enredándose entre sí y con las puntas atadas como un flagelo, listo para moler con sus finas puntas de disciplina hasta al más recalcitrante y mal portado empleado.

-¡Caballeros, pongan en cintura a esta zorrita!- rugió el teniente.

El guardia con el látigo miró al teniente mientras daba la orden, mientras el teniente se le acercaba enérgicamente antes de hablar, poniéndosele justo enfrente de su enmascarada faz y riéndose con una alegría atroz. El teniente entonces, en un movimiento inesperado, súbitamente jaló hacia arriba la máscara de esquí del hombre justo por debajo de los ojos, donde la balaclava se mantuvo firme con la correa elástica con la que se sostenían los goggles oscuros, tendencia prevaleciente en la apariencia de los uniformes de Seguridad Interna.

El teniente se paró en frente del guardia bloqueando la visión del otro guardia, quien estaba ocupado acomodando al soldado de choque en la posición de estrés correcta. El soldado de choque estaba sobre sus rodillas, completamente inmóvil, su cabeza descansaba de lado mientras parte de su rostro estaba en el frio suelo de piedra, su coronilla estaba presionada contra la esquina, raspándose contra los filos de los bloques de concreto. Sus nalgas y la parte de atrás de sus piernas estaban totalmente expuestas al guardia que estaba terminando de ensamblar los últimos anillos del aparato.

El teniente metió violentamente su lengua dentro de la boca del sorprendido guardia, quien tenía una mano descansando a un lado y la otra agarrando el martinete, permitiendo libremente al teniente llevar a cabo el abuso que ahora ocurría.

El teniente terminó con su estimulación oral y recorrió con su dedo los rojos labios del guardia, antes de darle unas palmaditas en la cara y volver a bajarle la balaclava, restaurando la sensación de anonimato usual del guardia. El teniente terminó su gesto bajando la mano y masajeando gentilmente el miembro del guardia por encima del pantalón, buscando signos de estimulación sexual antes de deslizar su mano alrededor y agarrarle firmemente la nalga derecha, mientras movía su boca cerca del oído del guardia y susurrarle: -¡Espero ver algo interesante ahí, o si no tú sigues!- El teniente soltó al guardia y se paró a su lado, para luego señalarle al guardia en dirección de su expectante cautivo. El guardia se movió ágilmente fuera del alcance del teniente, atendiendo diligente a la gravedad de sus palabras y se situó en la esquina donde estaba esperando el soldado de choque, patético y derrotado. Sin más ceremonia, el guardia comenzó su trabajo.

El látigo voló por el aire, sus puntas se esparcían y se volvían a juntar de nuevo firmemente al impactar mientras iban contra el postrado soldado. La mayor parte de los aguijones del martinete se asentaban sobre la curvatura del obscenamente colocado trasero del hombre, las puntas del látigo serpenteaban por todos lados, golpeando su espalda baja y las pequeñas zonas de sus costados, que estaban perfectamente expuestos en adenda debido al extremado nivel de confinamiento de sus ataduras. El soldado de choque dejó salir un gemido de dolor.

El guardia siguió por el mismo camino, golpeando con toda su fuerza y tan duro como era posible, los largos y culebreantes tentáculos del látigo de forma predecible se desplegaban y reconectaban cuando impactaban la piel desnuda y la totalmente expuesta y vulnerable carne del soldado de choque. Mismo que gritaba con cada impacto hasta que, después de veinte azotes, los gritos comenzaron a degenerar en un sonido de gorgoteo producto del agotamiento puro, el colapso mental y la ruptura psicofísica inducida por el estrés.

-¿Por qué no lo violas, amigo?- el teniente rio.

El guardia no vio el humor de la situación, pero continuó debidamente, poniendo el martinete en el piso y arrodillándose mientras desabrochaba su pantalón. Sorpresivamente, se dio cuenta que su miembro ya estaba erecto cuando se bajó los calzoncillos a la altura de las rodillas. El teniente notó que el hombre estaba bien dotado y comenzó a aplaudir en son de burla mientras se quedaba atrás.

-¡Muy bien, guardia, bastante bien! Ahora, ¿Por qué no nos das un pequeño show?

El soldado de choque comenzó a gruñir en protesta mientras el guardia movía su miembro erecto dentro de las entrañas del soldado de choque, ya bastante bien lubricado con la cobertura de sudor que se había formado en todo su cuerpo por los serios azotes con el martinete y todo el esfuerzo físico que había ejercido antes. Aunque triplemente humillante, toda esa acción estaba bien planeada por el teniente para mantener al prisionero vivo por un poco más, mientras que continuar azotándolo con la intensidad que el guardia estaba poniendo hasta ahora lo hubiera puesto en shock, en coma y posteriormente la muerte en tan solo un lapso de diez a quince minutos y puede que considerablemente menos. La tortura, por más sofisticada que pueda ser, no es una ciencia exacta y las bajas son probables de ocurrir, especialmente en condiciones provisionales como estas.

El guardia, estaba totalmente obnubilado y lleno de fanático éxtasis a causa del esfuerzo de administrar tortura, tanto que sostuvo firmemente al soldado de choque de los lados mientras hundía su falo erecto una y otra vez en el recto del soldado. Teóricamente, el soldado de choque pudo verlo venir, pero siempre era que alguien más participaba en algo como esto y no iba más allá de escuchar acerca de tales asuntos por los chismes de entre los hombres de su unidad. Contra todo pensamiento y una aparentemente imposibilidad física debido a su estado completamente agotado, el soldado de choque sintió su propio miembro comenzar a endurecerse, la súbita estimulación actuaba contrarrestando los azotes del martinete, a pesar de las múltiples laceraciones aun sangrantes en sus nalgas, mismas que el guardia agitaba diligentemente mientras su propio cuerpo se frotaba contras las heridas en el contexto de sus constantes acometidas.

Desde la distancia, el teniente aplaudía, riéndose con la escena que se estaba desarrollando ante él. Nada de esto, por supuesto, era necesario, pero el exceso era el palacio del placer de tales situaciones (y puntualmente habitado en este caso en particular) El teniente aplaudió más fuerte cuando oyó el inconfundible gruñido bajo del guardia logrando el orgasmo y entonces agitó sus manos como señal para que los guardias le permitieran acercarse al prisionero. Los guardias obedecieron.

El teniente extendió su mano y recibió el martinete ofrecido por el guardia y comenzó a dejarle caer pesados y duros azotes sin piedad. El soldado de choque, aun aturdido por la violación, comenzó a aullar de dolor mientras el teniente llevaba inmisericordemente el látigo contra la espalda del hombre, sus muslos, piernas y cualquier parte expuesta donde los tentáculos del látigo decidieran impactar.

El teniente estaba siendo tan duro y excesivo como se podía imaginar, con poca preocupación en este punto por la cantidad de daño que estuviera causando. Los guardias se vieron sus rostros enmascarados entre si y ambos supieron que el teniente estaba efectuando el gesto terminal.

El soldado de choque seguía gritando mientras el teniente le ponía el látigo encima.

-Espero hayas disfrutado las atenciones del guardia de ahí, soldado, ¡Porque ese es el último placer que vas a experimentar en esta vida!- El teniente acentuó su declaración con el estruendo de una carcajada obscena que hizo eco a través del patio.

Los gritos del soldado de choque comenzaron a desvanecerse y aunque la golpiza con el martinete sobre su carne expuesta no cesó, los chillidos de dolor dejaron de sonar.

-¡Tráiganme el antiséptico!- Vociferó el teniente mientras alejaba el martinete de la carne del soldado y masajeaba los filamentos sanguinolentos de su látigo con la mano. El guardia le llevo al teniente el gran contenedor de químico azuloso y se lo cambió por el látigo. -¡Limpia eso, no queremos que un buen instrumento como ese quede arruinado con la sangre de este pequeño pedazo de mierda!- El teniente señaló al soldado de choque, aunque estaba claro que estaba hablando de él de todas formas.

El teniente retiró la tapa al contenedor, del que brotó un fuerte olor a líquido limpiador de grado industrial a base de alcohol, flotando y llenando el frío aire de la tarde. Sin ningún preámbulo, el teniente tomó la base del contenedor en una mano y el asa cercana a la boquilla en la otra y lanzó una gran porción del líquido en las heridas del choqueado soldado. El soldado de choque estaba ahora despierto, gritando en horrida tribulación mientras el alcohol quemaba sus heridas expuestas. El teniente respondió chorreando algo más de líquido en la carne del hombre y retirándolo de la esquina con una patada para que yaciera atado en algún tipo de versión perturbadora de la posición fetal.

Uno de los guardias caminó hacia el soldado de choque, pateándolo y empujándolo con la bota para que se quedara viendo hacia arriba en dirección al teniente. El teniente lo sostuvo en esta postura parándose encima y montándose sobre las rodillas dobladas del soldado de choque, sosteniéndolo en una posición vertical con sus propias piernas. El teniente miró en lo profundo de los horrorizados ojos del soldado de choque y comenzó a verter el químico antiséptico justo sobre la cara del soldado de choque, las primeras cantidades del mismo fueron a parar dentro de la boca del soldado de choque, que permanecía abierta, el líquido azul le hizo escupir con fuerza y empezar a vomitar, únicamente para que cayera encima de su propio rostro y escurriera por los laterales de su cuello. La quemadura química comenzó a hacer su horroroso trabajo en los ojos y carne del soldado de choque. El teniente dejó de montarlo, dejándolo caer de nuevo sobre la perversa versión de la posición fetal y continuó mojándolo con el líquido hasta que la garrafa de quince galones se vació completamente sobre el cuerpo desnudo del hombre.

-Si todavía quieren sus inmovilizadores ahora es el momento para quitárselos, guardias.- Un guardia lidió con sus llaves mientras obedecía, retirando las esposas y los otros inmovilizadores y mirando como el cuerpo del hombre colapsaba de la posición de estrés, cubierto en el viscoso liquido azul, junto con su propia sangre y mugre.

-Fácilmente pudiste haber evitado todo este incidente, soldado, si no hubieras puesto la misión del Comandante en riesgo con tus acciones idiotas. Si hubieras cometido una torpeza en otro momento quizás hubiera habido más clemencia para ti. Desafortunadamente para ti, decidiste hacerte el tonto no solo con el que es posiblemente el desarrollo con la más alta prioridad para la Organización por varios años, sino que lo hiciste en un momento en el que todos estábamos ocupados celebrando este dispositivo recién desvelado que tú, en tu estupidez, ¡Casi destruyes por accidente! Afortunadamente había algunas personas expertas que fueron capaces de identificar tu negligencia para con la situación y te corrigieron antes de que tus acciones devinieran en un daño real. Sin embargo, lo que tú has hecho hoy fue un daño real, porque has deshonrado a tu unidad entera y quienquiera que te conozca recordará con vergüenza el hecho de estar asociado contigo. ¿No es una vergüenza? La puta de tu madre o el bastardo de tu padre, si es que tienes o si siguen vivos, estarán sujetos a vergüenza tras vergüenza hasta que el último de sus patéticos días pase, ¿A caso eso te complace? Es más, y peor aún, has sacado a estos amables hombres- el teniente señaló a los guardias- quienes deberían estar invirtiendo su tiempo celebrando y en la fiesta del nuevo y glorioso desarrollo armamentístico. Por lo tanto, tenemos que decirte adiós por ahora y cerrar este capítulo.

El teniente se alejó unos pasos y sacó una cajetilla de cigarros de una bolsa de su chamarra y luego sacó un encendedor de la otra. Los ojos del soldado de choque eran meras rendijas, cuyas escleróticas se iban consumiendo a causa de los químicos en el antiséptico y el hombre estaba tan inconsciente de lo que pasaba, apenas oyendo el monologo del teniente a través de las sirenas de su propio e insoportable dolor. Los guardias miraron al teniente con admiración. En un breve movimiento, el teniente encendió el cigarrillo y caló una honda bocanada, creando una brasa roja en la punta y sacando un filamento de humo azulado. Tan pronto la brasa alcanzó su punto más caliente el teniente lanzó el cigarrillo hacia el cuerpo del soldado de choque, quien instantáneamente se prendió con una llama de baja intensidad en las zonas donde estaban empapadas con el antiséptico.

-Terminamos aquí gente, les voy a solicitar que específicamente ustedes dos me acompañen por el resto de las festividades de la tarde y la noche ¿Alguna objeción?

-Ninguna en absoluta, señor.

El cuerpo del soldado de choque se quemaba lentamente, mientras aparentemente gritaba, confusa y levemente. El componente incendiario se consumiría rápido pero únicamente tras arrancar bastante cantidad de carne del desafortunado soldado de choque que se había dignado a fumar en presencia del cohete del Comandante.

-Traigan a unos cuantos de sus médicos de bajo nivel y que vigilen si algo le pasa. Probablemente necesite algo más de antiséptico y una buena tallada dentro de una unidad punitiva para curar esas quemaduras. 

El humor negro de la declaración no pasó inadvertido para los guardias. Uno de los guardias recogió los inmovilizadores y la garrafa vacía junto con el martinete, mientas el otro guardia abría la puerta y llevaba al teniente fuera del patio anexo y hacia el pasillo de la unidad del satélite de seguridad. Los tres hombres desaparecieron en el corredor y la puerta se cerró con un clic audible. En el suelo, quemándose lentamente, yacía el cuerpo medio muerto del soldado de choque, mirando apático hacia el implacable cielo gris, irradiando su luz mortecina sobre los horridos paisajes del mundo post nuclear...

jueves, 26 de octubre de 2023

Las puertas de hierro. Por T.O.B. - Capítulo 7

Mientras el mariscal de campo regresaba a su campamento pudo oler el inconfundible aroma de la carne asándose sobre la hoguera. Se sonrió tras su espeso bigote y mentalmente elogió la agudeza de sus guardias por su practicidad. Luego de que los dejó solos con sus dos víctimas, formaron parejas, un guardia sostenía al bebé y el otro seguía sosteniendo a la aun amordazada madre firmemente contra un árbol. Para ese momento el bebé ya estaba muerto, sin embargo, la sangre seguía goteando de la herida de bayoneta que atravesaba directamente hacia su corazón, causando sangrado masivo dentro de su infantil cuerpo. El guardia sostenía al bebe, manipulando las partes de su cadáver como algún tipo de marioneta enferma, y, tan pronto estuvo cerca del rostro de la madre, se deleitó exprimiendo al bebé lo más fuerte que pudo, haciendo que violentamente expulsara sangre por la boca, la cara de la madre se tornaría en un completo rictus de horror.

-Si te quitamos la mordaza, ¿Vas a gritar?

Los guardias buscaron en los ojos de la madre algún tipo de señal de comprensión, pero no vieron nada. El hecho de que el mariscal de campo les dijera que se divirtieran esencialmente significaba que podrían hacer lo que quisieran con ella y lo más probable es que cualquier dato de inteligencia que ella les pudiera proveer sería de mínimo valor o simplemente al mariscal de campo no le importaba en este caso. Su motivación para considerar quitarle la mordaza era en parte por sentido de responsabilidad para interrogarla al menos un poco y en parte interés en su boca en general.

-Escucha puta, hemos oído suficientes de tus gritos por un día. Si gritas cuando te quitemos esta mordaza ¿Sabes lo que te vamos a obligar hacer?

La mujer sacudió la cabeza en negación.

-Vamos a hacer que te comas a tu bebe, ¿Verdad?- El guardia enmascarado que sostenía a la madre cabeceó en afirmación a su anónimo compañero. Lagrimas frescas comenzaron a fluir por el rostro de la mujer.

-No vamos a hacer que te lo comas todo, porque definitivamente nosotros nos vamos a comer la mayoría, ¿Apoco no?- Los guardias asintieron entre sí.

Un guardia tomó al bebe en brazos simulando paternidad, meciendo gentilmente el cadáver y mirando al pequeño infante sanguinolento a través de sus goggles negros.

El otro guardia tenia inmovilizada a la mujer contra el árbol con una mano y con la otra apunto su cara, asegurándose que psicológicamente el mensaje se entendiera bien. Él estaba muy interesado en interrogarla, o al menos fingir que lo hacía.

-Si nos haces comernos al bebé, entonces tendremos que quitarnos nuestras máscaras y si nos quitamos las máscaras significa que tendrás que morir porque no puedes conocer nuestras identidades, ¿Lo harás? ¿Lo harás pinche perra, maldita puta estúpida?- El guardia enfatizó esta diatriba misógina azotando la cabeza de ella contra la dura corteza del pino, añadiendo una debilitante medida más a la situación.

El guardia le hizo un gesto al otro guardia que tenía al bebe para que lo bajara y le asistiera. Sostuvo a la mujer del pelo y la arrastro hacia el claro, obligándola a arrodillarse en el suelo del bosque, cubierto de agujas de pino. Mientras el guardia le quitó la mordaza de pelota de la boca, el otro sostenía un cuchillo de combate enorme balanceando su peso amenazantemente en sus manos para recordarle a la mujer mantener bajo su nivel de ruido.

-No hay nadie aquí, a excepción de ti, de mí y mi amigo.- El guardia señaló con la cabeza hacia su compañero, -y el pequeño como-se-llame de allá- el guardia señaló al bebe muerto que yacía al pie del árbol. Luego le hizo un gesto a su compañero para que se acercara. -Vamos a echar un vistazo, a ver lo que trae-. La mujer no dijo nada, pero respiró profundamente en fuertes y laboriosas inhalaciones, el que le hayan quitado la mordaza era un pequeño respiro en una absolutamente horrenda situación.

El segundo guardia prosiguió y comenzó a lentamente mover la punta del cuchillo por el frente de la blusa de la mujer, cortando los botones uno por uno, prueba irrefutable del demencial filo de la letal arma. La mujer no reaccionó. Ella acababa de ver a su niño ser bayoneteado y mutilado frente a ella; lo que sea que los guardias tuvieran planeado hacerle no la impresionaría tras la previa ordalía – o al menos eso pensaba.

El guardia rasgó la blusa de la mujer, revelando sus pechos, pálidamente blancos y coronados con grandes, suculentas y prominentes areolas. El guardia los tomó y golpeo con su mano enguantada, logrando sacar un jadeo de la boca de la mujer. Los ojos de ella estaban abiertos con odio, pero no dijo nada por la humillación y el shock del súbito golpe. El guardia se movió hacia ella y comenzó a masajear sus senos con una mano y a sentir por debajo de su delgado pantalón de algodón con la otra mano, habiendo envainado de vuelta su cuchillo.

El otro guardia estaba cerca del borde del bosque y miraba entre los árboles. Ambos guardias seguían sombríamente ataviados y ocultos tras sus goggles tintados y balaclavas. El bosque se estaba oscureciendo en la hora del crepúsculo, con sombras formándose alrededor del segundo guardia mientras caminaba hacia un árbol y rompía una robusta y flexible rama, cortándola después con un pequeño machete que traía en el cinturón. Una aromática savia brotó de la verdosa y dura rama de madera.

-¡Vuélvela a amordazar!- gritó el guardia que masajeaba a la chica. El segundo guardia se aproximó, trayendo su vara de castigo recién cortada con una mano y con la otra sacando la mordaza de un pequeño bolsillo en su cinturón. -Acá la tengo- dijo.

A causa de los anónimos y sombríos disfraces de ambos hombres, el sentido de su amenaza se tornó ajeno y extraño. No había personalismos a los cuales relacionarse dentro de la horrorizada mente de la víctima. La nada rebosaba de los desapacibles y terroríficos rostros enmascarados, observando desde inmensos océanos de penumbra, la leve imagen microscópica de sí misma devolviéndose la mirada desde el efecto de espejo, mostrando su torturada cara y los matorrales de pino y árboles de madera dura en los bosques a su alrededor.

-Ponle la mordaza a esta perra- ladró el guardia. El segundo guardia arrojó su vara al suelo y corrió hacia la mujer, atorándole la pelota en la boca y apretando las correas alrededor de la nuca, enredando su delgado pelo, rubio cual trigo. Aceleró el ataque terminando de rasgar su camiseta, revelando una demacrada y anémica figura, pálida y temblorosa. También tomó y golpeó los pechos de punta enrojecida con su mano enguantada. -Firme- dijo el otro guardia...

martes, 24 de octubre de 2023

Las puertas de hierro. Por T.O.B. - Capítulo 6

Un gran podio se extendía a través del profundo interior de un vasto edificio hecho de acero corrugado, antiguamente usado por algún tipo de empresa industrial, siendo actualmente el sitio de una de las conferencias líderes en la Organización. Pasaba de medio día y la ultima reunión de la conferencia se llevaría a cabo en la noche. La instalación, técnicamente secreta para todos excepto los líderes y cierto personal selecto necesario, estaba situada dentro del territorio de la Organización, en un punto medio entre la base del Comandante y las áreas seguras de la frontera que marcaban el horizonte más lejano para las operaciones bajo el dominio de la Organización. Los operadores y actividades organizacionales existían más allá de esta frontera, sin embargo, el área segura marcaba la última línea geográfica donde la tierra y el populacho estaban por completo en el bolsillo de la Organización.

Enormes estandartes representando a los varios sectores de la Organización, tales como Inteligencia, Tropas de Choque y Seguridad Interna colgaban en lo alto de las vigas sobre las cabezas de los participantes. El salón entero estaba iluminado con grandes lámparas de gas presurizado que alcanzaban todo el sitio de reunión con un misterioso brillo. En el extremo mas lejano del edificio se abrió una puerta del hangar, dejando entrar la mortecina luz del sol, oculto tras una nube, el clima nublado había sido constante desde que la conferencia comenzara varios días atrás.

En el post-Apocalipsis la gente se acostumbró a la ausencia de las brillantes luces eléctricas que alguna vez iluminaron las amplias franjas del mundo civilizado. Si algún satélite perdido de los viejos días siguiera orbitando el globo, tomando fotografías automáticas de las diversas porciones de la tierra, se vería que el globo ahora está cubierto de oscuridad, tal y como corresponde a este, el nuevo oscurantismo.

Grandes mesas de trabajo con sillas plegables de metal fueron dispuestas por todo el salón y fueron ocupadas con unos trescientos miembros de una sección transversal de la Organización. Muchos de ellos habían llegado a la Organización a su propio modo, con distintas historias por contar y operaban en sectores diversos del grupo, su vivacidad y fanatismo hacia el progreso de la misión del Comandante les había facilitado el ascenso en las filas que los había llevado a la conferencia de hoy.

Nadezhda, sentada con un contingente de su oficina en Seguridad Interna, tuvo dificultades para concentrarse en los varios asuntos que se discutían desde el podio, aunque diligentemente tomaba notas concernientes a los puntos sobresalientes, particularmente cuando llegaron sus áreas de especialidad en descifrado de códigos y análisis de inteligencia. Las lecciones sobre esos dos temas desde el podio fueron, sin embargo, bastante breves, con menos de quince minutos para cada una, siendo relegado el trabajo de código y de análisis de inteligencia a las primeras sesiones de la mañana y las de la tarde, en salones más pequeños y atendidos solamente por aquellos que trabajan en esos campos, así como algunos oficiales de enlace en inteligencia que trabajaban sobre el terreno como unidades de tropa de choque.

Aunque parte del propósito del evento era construir cierta cohesión y enfoque entre los sectores individuales de la Organización en relación a su trabajo, la mente de ella estaba completamente en otro sector. La última experiencia sexual de la noche anterior había sido intensa y el teniente había quedado muy complacido con la correcta estrategia de sus atenciones, dándole una dura golpiza con el cinturón de cuero que ella le ofreció, seguido de ponerla sobre su rodilla y azotarla como si fuera una niña, antes de que ella lo llevara al orgasmo por medio de una enérgica estimulación oral. Su culo petite se sintió adolorido al día siguiente, pero placenteramente, y fue fácil para ella recordar lo que había estado haciendo mientras intentaba sentarse largas horas oyendo las lecciones en una plana silla de metal. También en su mente se encontraba la tarjeta del teniente que se le había entregado, misma que ahora descansaba segura dentro de su cartera, ella no se arriesgaría a la más mínima oportunidad de que ese documento en particular se le perdiera, y había mantenido la cartera bien agarrada a su seno desde la noche anterior cuando durmió, al volver finalmente a su propia habitación, luego de pasar la noche entera con el teniente, estaba demasiado cansada para darse a la tarea de descifrar el código que el teniente había escrito.

Su padre estaba ahora en el escenario, dando una demostración de varias armas que la División de Armamentos ahora producía de forma regular. Tras la guerra nuclear, grandes cantidades de armas de fuego habían sido rescatadas y cuidadosamente mantenidas, sin embargo, hasta las herramientas de metal y aceite comienzan a deteriorarse y su padre había sido clave en el inicio de la producción de nuevas piezas, así como partes de reemplazo, de forma que se pudiera lograr hacer fácilmente el mantenimiento tanto preventivo como correctivo.

Un subfusil MP5 fue levantado al aire y emitió un rugido junto con varios tiros saliendo en rápida sucesión a través de su hocico de aspecto maligno. El padre de Nadezhda había cargado varias armas de prueba con balas de salva, cuidadosamente producidas personalmente por él, usando su propia máquina de recarga que él mismo construyó a partir de unos viejos planos; no le confiaría esta tarea a un subordinado por si se daba la rara oportunidad de que pusieran un cartucho útil en el arma y que algún asistente de la conferencia recibiera un tiro accidental. Prestaba mucha atención al detalle, un rasgo que le había ayudado bastante bien durante su larga carrera.

El nombre completo del padre de Nadezhda era Félix Zhuvova Yatskaya; imponentemente se mantenía de pie tras el atril del podio mientras la última salva era disparada del MP5 y la mayoría de los trescientos que componían el auditorio se levantaban en estridente aplauso. Yatskaya era un completo veterano en cada aspecto de la Organización  y sabía exactamente como ganarse a la audiencia, sabiendo mejor que nadie más que las ametralladoras hacen su cometido en casi cualquier circunstancia.

Dio una descripción del MP5, cuantas habían sido producidas en los últimos cinco años y cuál era el itinerario actual de producción y luego efectuó otras pruebas y descripciones similares para una impresionante lista de otras armas pequeñas, incluyendo el M16, AK-74 y varias pistolas. Al ser la mente detrás del rearme post-nuclear, Yatskaya se encontraba en la supremamente satisfactoria posición de hacer y personalizar el arsenal del nuevo mundo bajo la Organización de acuerdo a su particular gusto en armas. Los subfusiles y pistolas que seleccionó como pilares del arsenal de la Organización fueron escogidos de una rica historia de uso por parte del ejército, los grupos guerrilleros y las pandillas callejeras. Todas las prohibiciones en cuanto a las modificaciones y a los aumentos para incrementar el nivel de letalidad de las armas de fuego fueron proverbialmente tiradas por la ventana sin mayor ceremonia luego de que la sociedad descendiera a la anarquía, permitiendo que el trabajo del padre de Nadezhda floreciera totalmente en cuanto el diseño y manufactura de un espectro particularmente intimidante de instrumentos de muerte. Los cargadores de munición comenzaron a producirse con diseños mucho más largos y con mayor capacidad en la mayoría de los casos para tener una eficiencia acelerada en situaciones de combate directas sin tener que cambiar entre cargadores. La mayoría de las armas estaban equipadas con bayonetas de aspecto feroz, afiladas cual hojas de afeitar y algunas de las armas habían recibido apodos semioficiales como  “la moledora de carne”, “la niebla de sangre” o “la cortadora” para que aquellos encargados de las inigualables capacidades del arma se familiarizaran con ella y para construir una moral de sed de sangre en la siempre creciente población de las Tropas de Choque, los comandos de elite, los verdugos de Seguridad Interna y los asesinos del ala de Inteligencia. Para estos últimos se introdujo un espectro completo de armas de producción limitada y diseñadas para sus propósitos específicos, equipadas con silenciadores y supresores de fogonazo hechos a mano y primitivas miras copiadas de viejos modelos militares.

Los asesinatos sigilosos se hacían en áreas donde sería más difícil ejecutar una campaña terrestre típica, repleta de quema de edificios, destrucción o aseguramiento de edificios, esclavización de los jóvenes del área y violación de las mujeres, seguido por las eventuales ejecuciones públicas, promulgadas tras largos y bien orquestados periodos de humillación de cualquier líder que pueda estar presente. Algunas de las pequeñas comunidades, salvajes por su adherencia a modos de vida que ya llevan mucho tiempo muertos, por más atrasado que pueda estar su pensamiento, han conseguido de alguna manera existir lo suficientemente lejos de las fortalezas organizacionales y estar decentemente armados con viejas armas para disuadir a la Organización de desplegar los hombres y recursos necesarios para montar un típico ataque terrestre. Aunque la Organización se encargará de ellos eventualmente de una forma u otra, aún tenemos recursos limitados y las fuerzas del Comandante no pueden estar en todos lados a la vez. En esos casos, los oficiales de inteligencia son enviados de incognito, algunas veces creando informantes locales bajo una falsa bandera y algunas veces usando unidades de comando que conducen operaciones de vigilancia a distancia por durante semanas bajo condiciones extremas. Tan pronto son identificados tanto el líder como los miembros clave de la comunidad, un francotirador es enviado a la unidad de comando como respaldo para eliminar a los objetivos. Las comunidades entonces estarían completamente fragmentadas, desorganizadas y lo más importante, aterrorizadas. 

Los asesinatos son la manera en la que la Organización enviaba un mensaje a las recalcitrantes comunidades que claramente decía: “Incluso si no estamos aún en tu patio, aun podemos hacer llegar nuestros tentáculos hasta el mismo corazón de tu mundo y destruirlo. No te sientas seguro, te estamos respirando en el cuello.” Luego de un periodo de tiempo posterior a los asesinatos, la mayoría de las comunidades se derrumban por su cuenta y entonces es cuando las fuerzas convencionales pueden entrar fácilmente. Algunas áreas, tras la muerte de sus líderes, de los cuales se habían vuelto dependientes tanto en dirección como psicológicamente en general, de forma voluntaria se entregan a la Organización, enviando un emisario por encima de la frontera hacia el territorio de la Organización y rogando al primer representante que encuentran para que la Organización entre y maneje las cosas por ellos. Esto siempre eleva mucho la moral de la Organización y una cadena de éxitos han mantenido a los asesinos de la unidad de Inteligencia continuamente ocupados.

De forma creciente, el Comandante y sus plenipotenciarios directos han estado destacando la importancia de las armas de fuego como una necesidad clave en las incursiones en campo, pero intentando limitar su uso dentro de los sectores internos. Los guardias de Seguridad Interna que están por todo el complejo y alrededor del perímetro del salón de conferencias donde ahora están reunido, por supuesto que están armados hasta los dientes, sin embargo, por más que estén equipados con ametralladoras y otros pertrechos, las órdenes que se les dieron los obliga a usar las armas de fuego únicamente cuando no se pueda aplicar otra opción. Por lo tanto, el entrenamiento estaba incrementado en todos los ámbitos por el edicto de mando concerniente al uso de armas blancas, así como el entrenamiento psicológico para inducir a los miembros armados de la organización a ser más entusiastas a la hora de matar con sus propias manos. Blandir las armas dentro de la Organización siempre fue una buena disuasión contra la disidencia interna, sin embargo, era mejor que las preciosas balas fabricadas en masa por la División de Armamentos fueran relegadas a su uso en campo. Aunque no era un tema del que se hablara frecuentemente, el énfasis de la Organización en el terror y la disciplina interna y en levantar el estandarte de una nueva edad oscura, tenía en su ADN político las semillas para un futuro en el que casi todo aspecto de la vieja sociedad desaparecería con el tiempo.

Tal cual, la industria pesada no estaba siendo desarrollada dentro de los territorios de la organización, ni en ningún otro lado hasta donde los espías de la organización y otras voces en el extranjero pueden decirnos. Setenta y cinco años después de la guerra nuclear la humanidad seguía en modo carroñero. Había amplias casas, edificios e infraestructura vacías porque no existía una necesidad real de desarrollar nada más allá de las habilidades de construcción a nivel mantenimiento en el utilitarismo generalmente desmoralizado y guiado por la escasez que era la regla general en vez de la excepción en la totalidad del populacho, los lugares administrados por la Organización y demás. En el reino del cultivo alimenticio, la regla de oro era tomar todo lo que encontraras e hicieras lo que pudieras. A diferencia de los rangos más altos y aquellos que saben cazar por sí mismos, la comida para los miembros de la Organización consistía en materiales altamente procesados (incluyendo productos derivados y extraídos de sus antiguos camaradas) generosamente mezclados con ciertos extractos químicos para imitar la salud natural.

Mientras seguía hablando, Yatskaya llenó su oratoria con creciente volumen y emoción mientras se exhibía cada arma nueva. Al final de la presentación, junto a un grupo de dignatarios del comité de enlace del Comandante que venían del Cuartel General, reveló una pieza más grande que había estado en uso. Todos los miembros de la Organización reconocieron bien el pequeño cohete, parecido a los que usaban las guerrillas palestinas, la muchedumbre estalló en un diabólico frenesí al ver la pieza de artillería, todo el mundo de pie, con el puño en alto y con gritos de ansias de sangre en todos los idiomas posibles. Nadezhda se paró como en un sueño y su boca se llenó con un chillido de odio mientras sus brazos se levantaban en el aire. Al otro lado del salón, entre otro sector de asistentes, el teniente también estaba bajo el fascinante hechizo del recientemente producido y mejorado arsenal.

El cilindro negro de trece pies brillaba con un fulgor siniestro, marcado con las iniciales KVA-1 pintadas en letras rojas, por un lado. La pequeña polea con el mecanismo situado encima de su tripié rodo hacia el centro, cerca del padre de Nadezhda. Tan brutal e imponente como el arma que había forjado, él también alzó su puño en un grito violento mientras la pieza de artillería entró en la vista del amontonado personal organizacional en la conferencia. Este fue el día que había estado esperando, la revelación de los frutos de un proyecto en el que había estado trabajando por varios años bajo completo secreto dentro de la División de Armamentos. Entre la audiencia, Nadezhda estaba sorprendida y confundida, considerando que no había visto signos visibles de su padre durante un tiempo que indicaran que estuviera trabajando en algo tan especifico y ambicioso como esto.

Si aún fuera pequeña siguiera estudiando en la fábrica de armamento como lo hacía cuando era una niña, lo hubiera notado, pero ser rompecódigos y analista de inteligencia en Seguridad Interna se había vuelto un trabajo absorbente y sus visitas a su padre era casi siempre en su residencia; no había necesidad especifica de visitar la fábrica de armamento últimamente. La vida de la Organización, incluso en sus mundanos detalles, no imitaba las formas de corazón blando de la burguesía enfocada en el familiarismo que un día reinó la tierra. Si Nadezhda, como rompecódigos comisionada y personal de Seguridad Interna frecuentaba la fábrica de armamento sin una razón debida, sin importar que su padre trabajara ahí, seria notada por actividades de potencial espionaje si la acción continuaba.

Una vez salió de los Cuerpos Juveniles y empezó a prestar servicio completo no hace mucho, se volvió bien consciente sobre el cambio en las dinámicas que se da cuando una persona se une a un sub sector de la Organización. Las Tropas de Choque eran más indulgentes y aceptadas en ciertas circunstancias, pero los de Seguridad Interna siempre eran sospechosos. Se aprovechaban de la gente y se aprovechaban entre ellos, ese sería el escenario mencionado. Era una bestia burocrática caníbal que devoraba seres humanos sin ninguna distinción entendible - tenía que evitarse.

Yatskaya agitó sus brazos en un gesto para que la multitud se callara y el bramido disminuyó en cierto grado, pero la gente seguía de pie, cuando súbitamente un enorme estandarte que había estado enrollado y oculto en las vigas tras el escenario fue dramáticamente desplegado, mostrando una nueva insignia de la Organización, ya no tenía el murciélago tras el perfil del Comandante, sino que ahora tenía unos cohetes cruzados. En la esquina estaba, en rojo sangre, una nueva imagen de un murciélago, descendiendo desde algún horrendo cielo como si estuviera en medio de una cacería. El simbolismo reverberó con todos en el salón, golpeando profundas fibras en el mismísimo centro de sus consciencias. Habían hecho avanzar su máquina de muerte a un nivel completamente nuevo y su dominio sería imparable. “¡MUERTE!” gritó el oficial de armamento, aullando como un loco a través del sistema de sonido alimentado por generador. “¡MUERTE!” gritó la desatada audiencia en respuesta. “¡MUERTE! ¡MUERTE! ¡MUERTE!” – el canto resonó como el rugir de diez mil tigres a través del metálico hangar, con el sudor derramándose por cada rostro en emocional esfuerzo.

-Estimados miembros de la Organización. - comenzó Yatskaya. -Estamos ahora entrando en una nueva y crecientemente armada era dentro de la Organización. Con el apoyo de nuestro Sector Químico, en conjunto con Armamentos por los últimos años, hemos trabajado sin parar, en pos de avanzar este proyecto bajo las órdenes expresas y liderazgo y guía personal del mismísimo Comandante.

La respuesta de la audiencia era ahora caos enjaulado.

-Solo con el liderazgo del comandante pudimos alcanzar el nivel en el que la Organización, su sueño, ahora tiene en las manos. Vamos a traer una era en que la muerte reine por encima de nuestros enemigos ¡Y ellos reconocerán sin falla que deben someterse bajo la correa de este grupo, de esta Organización, de esta punta de lanza en la nueva EDAD OSCURA! Que los explotados cuerpos de sus parientes y amigos sean el punitivo testamento para cualquiera que busque conspirar contra el poder de dios encarnado, el Comandante. ¡Que se oigan sus gritos!

La audiencia estalló en un chillido cual banshees, explotando los límites de la cordura.

-Al estar presentes hoy aquí, son los primeros fuera del equipo de producción y los más altos mandos en ser informados sobre la existencia de esta arma. Los panfletos están siendo impresos ahora en estilo de propaganda tanto positiva como negativa, dos versiones diferentes para el beneficio de nuestro grupo como de nuestros enemigos respectivamente, actuando como el profeta en el desierto trayendo a la luz el horroroso nuevo nivel de la fuerza de nuestra organización. Dentro de dos meses habrá una reunión masiva cerca del Cuartel General en el que este letal brazo del Comandante, este letal recipiente de muerte estampada con la marca de nuestra organización, será formalmente revelada a toda la Organización. En ese momento también habrá iniciaciones masivas y el otorgamiento de medallas y brazaletes con nuestro nuevo emblema. Para aquellos que quieran anotarse para las iniciaciones especiales por favor vean esta noche al oficial de enlace de procesos que ha puesto una mesa en la parte de atrás de la habitación. A los asistentes se les dará prioridad para escoger las iniciaciones y serán atendidos y planeados con mayor estatus. El Comandante asistirá personalmente a esta reunión y la dedicación y entusiasmo con la que han tomado su responsabilidad de poner el ejemplo como miembros del cuerpo dirigente cuadruplicará la disciplina de sus subordinados y le dará un placer incalculable al Comandante. Aprovechen la oportunidad.

Varios cultos religiosos, frentes finamente ocultos de ciertas operaciones experimentales de inteligencia que utilizan a la población de la Organización como sus ratas de laboratorio estarían en el evento venidero. En la Organización, las líneas entre la creciente corriente mística en el vulgo post-nuclear y los métodos para mantener la cohesión organizacional a nivel psicológico, sociológico y físico siempre estuvieron difuminadas. Si la tendencia existía, sería cooptada por la Organización. Por supuesto, muchas tendencias fueron aplastadas, sin embargo, en el escenario tardío del fin del mundo en el que se encontraban operando, la dirigencia de la Organización había aprendido que les convenía tocar ciertas cuerdas. La mayoría de las tendencias que estaban más en boga fueron fabricada por la misma sección de Inteligencia. En los viejos días, un estado en las sombras como la Organización hubieran sido llamados extremistas religiosos o totalmente repugnantes en su metodología de gobierno, sin embargo, el empuje y alcance absoluto de los programas cultistas dentro de la organización no eran como cualquier cosa que el mundo hubiera visto jamás salvo como vagos indicios durante los más sombríos días de antaño.

Filas de guardias de Seguridad Interna, enmascarados y utilizando goggles se alinearon a la puerta abierta del hangar, la presentación del cohete había inducido el más alto nivel de seguridad posible en esta reunión. El proyecto en realidad había sido mantenido en secreto absoluto, sin fisura alguna en el blindaje del silencio, pues ninguno de los asistentes fuera del proyecto lo veían venir. El personal de seguridad adicional había sido personalmente solicitado por la Sección de Armamentos o al menos bajo la cobertura de Armamentos. Por un largo tiempo la Organización había presumido varias armas particularmente repugnantes – las químicas, biológicas y radiológicas se consideraban el sentido del juego, la gema suprema de la Organización en cuanto a los tiroteos usuales, desmembramientos y otras atrocidades primitivamente ejecutadas en el campo. Ahora todo este espantoso armamento tendría psicóticos medios de dispersión. Desde los tiempos en que las unidades de élite efectuaban movimientos contra pequeños asentamientos envenenando sus pozos o contaminando sus fuentes de alimento, la Organización puede ahora cargar esos mismos agentes en ojivas y enviarlas en espiral por encima de los picos de los bosques hacia los desprevenidos e inconscientes centros de humanidad, inaugurando sus acciones con explosiones, metralla y crecientes bajas y terminándolos con un sacrificios cultivados desde las numerosas páginas de la  enciclopedia de muerte de la Organización.

-Estimados miembros de la Organización.- La voz de Yatskaya sonó como una multitud de espectros volando por encima de la turba de trescientos miembros de la Organización. 

Un equipo de guardias se movió alrededor del escenario, rodeando el altavoz y al arma, mientras se veía que comenzaba cierta actividad en la boca del hangar.

-Por favor diríjanse al patio donde han sido preparados algunos refrigerios y disfrútenlos el resto de la tarde. La sesión de la noche comenzará a la hora usual; Tenemos una sesión especial esta noche y será breve, pues todos estarán preparándose para irse por la mañana. En el patio tendrán la oportunidad de recibir reportes sobre el alcance del nuevo proyecto y varios contextos estratégicos públicos que estoy seguro que les interesarán. Espero hablar con ustedes pronto y en más detalle. ¡Larga vida al Comandante!

Una ovación se elevó desde la muchedumbre mientras la gente comenzaba a abrirse paso hacia la puerta del hangar. Aun cuidando el escenario, varios técnicos vinieron y se llevaron el cohete en dirección opuesta, hacia una puerta lateral y fuera de la vista de los asistentes. La ovación terminó convirtiéndose en una cacofonía menor de animadas conversaciones mientras se movían hacia el patio.

La parte de afuera del hangar estaba hecha un bullicio de actividad mientras los delegados comenzaban a fluir hacia el área situada de forma segura entre varios de los edificios que componían el sitio de la conferencia. En las inmensas piras habían jabalíes salvajes girando y rostizándose, desprendiendo una dulce esencia de carne asada que flotaba a través del terreno. Grandes carpas militares abiertas fueron colocadas por varios empleados de Inteligencia de bajo rango, que entregaban panfletos y periódicos glorificando la aparición del cohete en el arsenal de la Organización. Fueron puestos bidones de plástico de tamaño industrial, equipados con primitivos mecanismos de llave en varias de sus coyunturas, dispensando cerveza fabricada por la Organización con bajo contenido de alcohol, similar a las recetas hechas de papas, que en algún momento usaron los campesinos rusos, la diferencia entre esa y su contraparte histórica, era que la versión de la organización estaba ampliamente fortificada con estimulantes producidos en laboratorio.

La conferencia había sido más emocionante de lo que la mayoría de los asistentes había premeditado. Era parte del ámbito de estrategia ejecutiva el concertar eventos como esos durante los éxitos significativos y este ciertamente era un éxito estelar al decir de todos. Un periodo de varias horas de celebración pronto comenzaría, el cual culminaría en un informe final que sería más relajado que esencial, pues por la hora a la que la sesión de la noche comenzaría, los niveles de intoxicación serían atroces entre los asistentes – la carne informativa se había colocado para los buitres de la organización en la sesión de la tarde, como por diseño previo y culminó con el anuncio de Armamentos.

Un invierno sin nieve se extendía por el paisaje, pues debido a los climas del sur el tiempo estaba relativamente tibio, sin embargo, tanto para cortar el frio así como para generar atmosfera, habían líneas de bidones de acero a medio enterrar en el piso, quemando en su interior cierta variedad de desechos para generar calor y luz adicional en el patio, de manera muy similar a lo que hacían los partisanos de los viejos días cuando elaboraban una pista de aterrizaje para los vehículos aéreos de apoyo.

Nadezhda miró alrededor del área buscando a su padre, pero no estaba por ningún lado, lo más seguro es que fuera a estar encerrado hasta bien entrada la noche en alguna seria sesión a puerta cerrada mientras el resto de la compañía celebraba la victoria que era en gran parte gracias a su diseño.

Los escalofríos recorrieron su cuello cuando consideró lo que se dijo antes, durante el discurso de su padre, respecto a que el Comandante estaba liderando personalmente el proyecto desde el inicio, lo que significaba que el Comandante había estado trabajando con su padre cara a cara y – por lo tanto– por algún tiempo. El desarrollo del cohete bajo el trabajo conjunto del Comandante y su padre la catapultarían hacia niveles completamente nuevos de respeto y prestigio dentro de la Organización y ella se preguntó lo que esto, junto con el mensaje codificado que el teniente le había dado, significarían para su futuro. Poniendo de lado las elucubraciones se aproximó a un pequeño cobertizo donde se repartían bebidas de una variedad más fuerte que el que estaba en los bidones de plástico con licor a base de papa.

Varios hombres de piel color ébano y cuerpo enorme estaban cerca, fumando grandes cigarros que contenían un narcótico brutal, favorito de algunos miembros de la Organización con una constitución particularmente fuerte. 

Eran liados a mano con tabaco silvestre, también llamado tabaco de conejo o gordolobo, pero intercalado con amplias cantidades de una sustancia moderadamente alucinógena llamada “cerebranam” y finalmente remojados en otro químico (a menudo se piensa que es un equivalente al líquido para embalsamar que se usaba en tiempos pre apocalípticos) que actuaba como un sedante.

La combinación del alucinógeno suave, el efecto estimulante de la nicotina y el sedante causaban una condición en el que las diversas substancias se combatían entre sí y producían un estado de cierta forma calmado, pero también violento en aquellos que lo usaban. Los hombres negros en la Organización estaban muy favorecidos por el Comandante, quien los consideraba superior a muchas de las otras razas y, a causa de que sus ancestros habían vivido en el área por cientos de años previo a las guerras nucleares y que no siempre habían estado en buenos términos con el estado, ellos eran considerados luchadores de resistencia natos que eran capaces de aguantar los golpes a un mayor grado que algunas de las ramas genéticas que se habían criado socialmente en el suave seno del lujo, haciendo a estas últimas subespecies las más neuróticas y destruidas cuando el mundo se derrumbó sobre sus cabezas en un mar de fuego nuclear.

Los hombres no notaron a Nadezhda mientras caminaba bajo el toldo del cobertizo, donde un pequeño niño de unos diez años de edad maniobraba una primitiva unidad no eléctrica de refrigeración hecha de unas cuantas piezas ensambladas de material aislante, rodeadas de cartón y varios vasos de plástico. Nadezhda le sonrió al niño, quien inmediatamente le devolvió ampliamente la sonrisa. Sus pequeños y brillantes ojos recorrieron cada pulgada del cuerpo de ella en unos pocos segundos, imaginando codiciosamente los detalles de las ligeras curvaturas que existían bajo el negro uniforme.

-Hola hermano- Nadezhda le dijo suavemente, consciente del interés del joven e intentando totalmente sacar ventaja de la situación y estremecerlo en el proceso.

-Hola hermana…- dijo el joven, con su voz apagándose a causa del arrebato.

Oblicuamente, Nadezhda levantó una mano y se tomó un pecho por encima de la tela, frunciendo ligeramente sus labios mientras cabeceaba hacia la jarra.

-Por favor sírveme uno de esos, hermano, y quizás después yo te sirva uno de estos.

Golpeteó su pequeño seno, cuya curvatura era apenas notable tras la tela.

El joven se puso a preparar el líquido solicitado de manera extra rápida.

Nadezhda estaría disfrutando una mezcla de prometazina, jarabe de codeína y un alcohol suave hecho con los persimones podridos que se caían de las ramas de los arboles durante el otoño, combinado con hielo. El propósito de la bebida, favorita de Nadezhda era producir una condición somnolencia extrema, disminuyendo la capacidad respiratoria e induciendo un estado disociativo.

Mientras el muchacho preparaba la mezcla, ella lo miró apreciativamente; ella tendría que enseñarle una o dos cosas antes de que terminara la noche...

jueves, 12 de octubre de 2023

Las puertas de hierro. Por T.O.B. - Capítulo 5


Mientras Bonn era cargado por los pasillos, hacia los intestinos del Centro de Indagación, apenas pudo ver algo más que yardas y yardas de suelo pasando por debajo de él y las marchantes botas de los guardias que lo sostenían. Un lugar con más de diez mil variantes de caminos distintos, todos llevando hacia vectores igualmente potentes de ruina, el Centro de Indagación pulsaba con un aura de condenación tan promitente que nadie podría dudar que este era un sitio donde los aspectos más espantosos de la naturaleza humana estaban permitidos, o más bien, provocados para que salieran a la luz.

Los guardias detuvieron sus brazos y piernas con un firme agarre, apretándolos considerablemente tan pronto todos pasaron la raya en el piso que marcaba el inicio del área segura. Habían caminado a través de varios corredores, que contenían individuos a los que él podía escuchar pero no ver a causa de su incómoda postura, sin embargo las voces eran completamente más serias y menos informales que las secretarias que se habían burlado de él en su éxodo desde la oficina del anónimo oficial de Seguridad Interna que había conducido su interrogatorio.

Por lo que sabía, las secretarias pudieron haber sido un incidente preparado, parte de algún espectáculo psicológico orquestado por Seguridad Interna en perjuicio de su mente. Las voces que escuchaba mientras se adentraba aún más en los corredores del Centro de Indagación estaban silenciosas, brutalmente. Si un hombre desnudo siendo cargado atado cual cerdo por un contingente de guardias era algo que llamaba la atención de la gente en el lado administrativo del edificio, era aparentemente tan imperceptible aquí que no merecía generar una pausa a cualquier oscuro trabajo en el que el personal se estuviera ocupando. Si su situación era algo casual en el lugar al que iba, entonces estaba en problemas. 

Pero él sabia instintivamente que estaba muy en problemas y que, después de todo, no era inocente, el era un soldado de choque, aunque prácticamente en el fondo de la pirámide y solamente había visto acción en campo una vez, fuera de los confines del Cuartel General. Parecía que había estado en el Cuartel General por demasiado tiempo; ahora el sabía que, de hecho, obviamente si había permanecido demasiado tiempo en el Cuartel General.

Los guardias giraron en una esquina y se detuvieron, dejando caer al soldado raso desde la altura, menor a un pie, que existía entre su cuerpo y el suelo, mismo que previamente era de azulejos en el área administrativa y según avanzaban fue cambiando a concreto pulido. La caída no fue suficiente para causarle algún daño serio, sin embargo le sacudió y reinició el sangrado de su rota nariz. Sus fosas nasales estaban completamente taponadas de sangre, por lo que ni una gota cayó al piso o, el diablo no lo permita, en las botas de los guardias, sino que en vez de eso, se fue estancando dentro de su nariz. 

Tosió cuando el férreo liquido fluyó hacia sus canales sinusales y por su esófago.

Los guardias le tomaron por la cabeza y le colocaron una mordaza de pelota, apretando las correas de cuero alrededor de su nuca. Con igual rapidez, otro guardia le colocó una capucha negra sobre el rostro, otro le ajustó unos goggles de guardia modificados, pintados completamente de negro por encima y el ultimo le puso un par de auriculares en sus oídos, ocultos detrás de la gruesa y negra tela. Bonn estaba ahora completamente envuelto en la oscuridad, todo sonido o imagen habían cesado. Pudo sentir a los guardias levantándolo de nuevo y pudo saber por la corriente del aire que se movía por encima de su desnuda carne que habían reanudado su marcha, sin embargo ahora no podía ver la dirección hacia donde iban, ni escuchar los sonidos de las botas de combate de los guardias retumbando en el concreto. En un punto el sintió como el aire se enfriaba y la brisa lo rozaba antes de detenerse. Cuando pudo sentir a los guardias proceder de nuevo, el aire era mucho más tibio de lo que estaba en el Centro de Indagación. Había dejado un edificio y entrado a otro.

Inmediatamente lo golpeó la fuerte esencia de químicos desinfectantes, exacerbada por el aire caliente. Su mente ya estaba en un estado de grave desorientación debido a la privación sensorial, y su cuerpo se relajo ligeramente en su inmovilizado estado, por lo que pudo inferir que la tibieza del aire quizá solo servía para incrementar su susceptibilidad a la privación sensorial, misma que ya lo estaba llevando hacia la inestabilidad mental. Sintió cómo lentamente lo bajaban sobre una dura superficie de metal que parecía estar más alta que el suelo. Despojado del habla, la escucha y el movimiento, y atrozmente expuesto a un estado de humillación, shock e inmovilización forzada, todo lo que el pudo hacer fue sumergirse aun más en su mente, peleando por mantener alguna semblanza de realidad y de lo que podría sucederle.

El interior del Centro de Tortura estaba compuesto únicamente por paredes de concreto, embadurnadas en capas de pintura negra, iluminado por tenues lámparas, que,  alimentadas por generadores, brillaban desde sus soportes en lo alto del techo, abarcando el vasto interior. Una estación de monitoreo se situaba en el centro de la habitación, operada por cinco guardias sentados tras un recinto de plexiglás atestado de todo tipo de inmovilizadores, sprays químicos, bastones policiales y otras armas diversas. 

Gran parte del metal era el equipamiento original del edificio, mismo que había sido usado como penitenciaria antes de las guerras nucleares. En algún punto antes de que las bombas volaran, los prisioneros perdieron el control, pues no iban a esperar al Armagedón tras las rejas, y un disturbio masivo que involucró más de ochenta muertos ocurrió antes de que los convictos mas fuertes se abrieran paso hacia las zonas rurales circundantes. Los oficiales correccionales fueron un blanco demasiado facil e inmediato para la furia de los prisioneros. En ese momento no hubo ninguno de los usuales recursos de respaldo para emergencias en la institución, pues todos los miembros de la Guardia Nacional y la policía local estaban preparándose para una catástrofe mucho mayor.

La pintura negra había sido un añadido propio de la Organización a la infraestructura interna del área de procesamiento para la zona de segregación de alta seguridad, aparentemente recomendado por nada menos que el Comandante mismo.

Dentro de la estación de monitoreo todas las pantallas que habían sido instaladas ahí por los antiguos empleados fueron removidas al igual que las computadoras mismas, también el equipo de vigilancia electrónica, etc. Una laptop modificada por la Organización era suficiente para el secretario del Centro de Tortura, quien introducía la información esencial en la base de datos local. Producto de los interrogatorios y torturas, se levantaban notas con la información resultante y rápidamente se encriptaban a mano y se destruían. El Centro de Tortura, en función de aplicar la más alta seguridad posible, siempre se adhirió a un estándar más utilitario aún que el que se aplicaba en el resto de la Organización.

El CET (Control Externo de Tortura) era el suficientemente horrendo nombre de la unidad correccional especializada que controlaba el Centro de Tortura, cuyo nombre completo era Centro de Administración del Control Externo de Tortura (CACET). El amplio uso de la palabra administración hacía énfasis en la administración de castigos. La atmosfera era extremadamente dura y esta dureza se incrementaba con grandes dosis de terror puro en el que el CET era la puesta en escena para las mentes más sádicas al interior de la Organización. Lo más brutal de las tropas de choque, hombres que habían sido expulsados de sus unidades de entrenamiento por cometer duras prácticas de iniciación contra otros soldados, o soldados de choque que, estando operando en campo, fueron observados superando el limite en la intensidad y creatividad de la atrocidad aplicada, eran frecuentemente seleccionados para prestar servicio en el CET. Varias pequeñas unidades de endurecidos oficiales de inteligencia, versados en el interrogatorio, tortura y pioneros en el embriónico programa de la Organización para el control mental punitivo también estaban destinados al CACET.

Los oficiales de inteligencia situados en el CET en su mayor parte fueron operadores en campo, y su marca de inteligencia aplicada (la inteligencia dentro de la Organización equivale al terror) portaba el sello del tipo de operaciones en las que los interrogatorios, en muchos casos, concluían con el exterminio de la persona interrogada y usualmente con el descuartizamiento del cadáver, para posteriormente usar la carne humana como alimento, así como el obligatorio convite de huesos humanos como souvenir  cuando resultaban ser objetivos de alto nivel. La practica anterior era más común entre la élite de las tropas de choque, y el compromiso de los oficiales de inteligencia en actividades similares en campo rendía testimonio de la cruda realidad de un mundo post-nuclear y de la frecuente fraternización entre las tropas militares y la inteligencia. Para un agente de inteligencia, encamarse con una ruda matrona que manejó una ametralladora alimentada por cadena durante los exterminios a gran escala era una experiencia más que exótica.

El nivel de sofisticación era primitivo a pesar del capital de trabajo de alta gama de la instalación, que se jactaba de tener adelantos mecánicos para operar las puertas de acero que llevaban a las unidades habitacionales de segregación, dichas puertas alguna vez fueron operadas con frecuencia, muchas veces al día, abriéndose y cerrándose por impulso electrónico. Para abreviar el proceso de los guardias y del personal del CET para moverse hacia y desde las áreas de los internos de la institución, varias de las celdas al interior de las alas de las unidades de segregación fueron adaptadas para ser estaciones de guardia. Sus puertas de acero fueron removidas y reemplazadas con pesadas cortinas de plástico para que el personal pueda ir de celda en celda (usualmente los guardias se apropiaban de una hilera de cinco celdas a lo largo del corredor central) con la mínima dificultad. Las puertas provenientes de las unidades residenciales de segregación que llevan a las áreas de recibimiento, de descarga y otras zonas exteriores fueron construidas para funcionar exclusivamente por pulsos electrónicos y solían ser frecuentemente operadas por control remoto de las estaciones de guardia. Esto dejó de ser práctico debido a las restricciones con la electricidad, incluso al interior de la base del Comandante, que era uno de los pocos lugares de la Organización que tenía luces eléctricas, el matiz azulado de los reflectores enviaba a todos la clara señal de que la Organización era la dueña inequívoca del área. Ahora la puerta hacia las celdas de segregación era únicamente abierta unas cuantas veces al día, con los guardias teniendo que conectar el circuito de la entrada a una de las conexiones del generador, enviando una oleada de electricidad apenas suficiente para abrir y cerrar la puerta.

El soldado raso yacía sobre su abdomen, el frio metal de la camilla provocaba que se le hiciera la piel de gallina por toda su carne. A pesar de que no podía escuchar, podía sentir el movimiento de la camilla siendo empujada por un breve instante, antes de sentirse siendo bruscamente levantado y puesto en una delgada colchoneta. Ahora solo sufría el inicio de los debilitantes dolores causados por la prolongada inmovilización en una posición incomoda, junto con el creciente sentido de pavor y con la incapacitación mental comenzando a formarse por culpa de la capucha de privación sensorial.

Consiguió exhalar con un resoplido a través de una de sus fosas nasales, por lo que  ahora podía respirar levemente. La otra fosa nasal se mantendría totalmente taponada con sangre a menos que pudiera meterse un dedo, cosa imposible en su estado, y con la mordaza de pelota, estirando su boca incómodamente, sin proveerle ningún flujo de aire. El se mantendría en esta posición por algún tiempo hasta que su proceso formal comenzara...

martes, 10 de octubre de 2023

Las puertas de hierro. Por T.O.B. - Capítulo 4


-¡No grites o te la meto por el culo, pequeña puta!

Una chica joven de pelo negro, acomodado en un chongo descuidado, salvajemente retorcido por encima de su pequeño cráneo, estaba puesta en cuatro, con sus vivarachas y juveniles nalgas rotando alrededor en un primitivo gesto de estar en celo mientras el teniente embestía su verga dentro de sus resbalosos genitales en mesuradas y energéticas acometidas. A la amenaza del teniente le siguieron gruñidos animalescos que se volvieron un sonido bajo, como de siseo, no muy diferente al de una cobra enfurecida lista para atacar.

El teniente estaba asistiendo a una de las conferencias organizadas por las figuras de la elite política dentro de la Organización, que fueron sostenidas en una base secreta, compuesta de un vasto número de edificios de acero corrugado unidos por corredores, y que contenían varios salones de reunión, habitaciones residenciales y oficinas; en una de las segundas fue en la que el teniente y la hija de una figura militar de alto rango de la Organización se encontraban.

El sitio de su concubinato y mutua lujuria estaba adornado con todas las amenidades básicas para los miembros de enlace organizacional visitantes del extranjero. Una cajonera, una cama de tamaño variable dependiendo de la disponibilidad y algunas mesas y sillas era lo que equipaban una habitación de tamaño medio, alumbrada por lámparas de aceite presurizado del mismo tipo que usaban los antiquísimos Amish durante la época previa a las guerras.

Las tetas de ella, pequeños cual piquetes de abeja, se balanceaban caóticamente mientras el teniente barrenaba a su nocturna amante con esquizofrénico abandono. Los ojos de ella salvajemente  se giraban hacia atrás de su cabeza mientras la saliva goteaba por el bigote de manubrio de él, cayendo en los alzados glúteos de la mujer para después derramarse en pequeños charcos sobre las sábanas de un sucio color beige, que cubrían el dilapidado colchón sobre el que realizaban sus pasatiempos maritales.

La carne del teniente estaba estropeada con diversas heridas, infringidas por el enemigo y por sí mismo, rindiendo testamento del atroz estado mental que el teniente, uno de los altos mandos de la Organización, blandía con un inflado y desvergonzado ego. En un grupo en el que la locura es un sello de distinción, el teniente estaba extremadamente distinguido ante cualquiera.

Aunado a los signos evidentes de laceraciones por navajas, cuchillos de combate y otras herramientas afiladas de propósito similar, el cuadro de aspecto sádico del teniente también llevaba cicatrices de numerosas heridas por disparo de arma de fuego con varios años de antigüedad. Sobrevivir a las heridas por disparo en la época posterior a la guerra era extremadamente raro, pues la medicina en general estaba en declive y aquellos que eran educados en los cuestionables centros de entrenamiento medico manejados por la Organización tenían prioridades muy distintas a tener médicos como los de la era anterior. La manufactura de estimulantes utilizados para incrementar la propensión a la violencia y la resistencia en el campo de batalla, así como sueros de la verdad para los interrogatorios y armas experimentales tanto químicas como biológicas y sus métodos de aplicación eran la principal prioridad para cualquiera que tuviera entrenamiento médico o conocimiento científico.

Ocultas muy dentro del monolítico complejo de edificios de acero sin ventanas al exterior, las áreas residenciales para los visitantes eran infames por estar muy encerradas y sin aire. Esto hizo que los esfuerzos en el coito del teniente se pronunciaran aún más, como evidenciaba el hecho de que ambos, tanto él como la chica se encontraban empapados de sudor.

El teniente masajeó las nalgas de la chica, ya humedecidas con la transpiración y su propia saliva, que caía de su boca involuntariamente en grotescos riachuelos mientras contemplaba la belleza de su pálida y perfecta piel, contrastante con su cabello negro como la noche. Ahora encarando directamente hacia la cabecera, los ojos azules cual océanos de la chica observaban desde negros y profundos aros negros, pintados con sombra de ojos casera hecha de hollín y grasa de cerdo salvaje, obtenidas de su cocina en casa. Su padre, un oficial en el negocio clandestino de armamento, era un deportista empedernido y los jabalíes seguían proliferando, al tener complexiones fuertes y probando ser altamente adaptables a los ambientes post-nucleares, floreciendo mientras la tierra comenzaba a reforestarse a sí misma, proveyendo de amplios hábitats ideales para las acolmilladas bestias.

La chica giró la cabeza, mirando hacia atrás donde estaba el teniente y sustrayendo brevemente su atención de las volteadas curvaturas de su delicioso derriere, expuesto por completo mientras él seguía  embistiendo su húmeda vagina. Ella lo miró con una petulante gesto, extendiendo su labio inferior y abriendo aún más sus ojos en fingida inocencia.

-No creo que lo haga, teniente - ¡Puras amenazas!

-¿Puras amenazas dices? ¡Vas a ver!

Los ojos del teniente también se abrieron más, no en fingida inocencia sino en creciente asombro por qué tan excitado lo estaba poniendo. Ella estaba presionando todos los botones correctos. Habían estado cogiendo desde la segunda noche de la conferencia y ahora, cuatro días después, era la penúltima noche antes de que los delegados regresaran a sus adscripciones en cualquier lugar de los abandonados territorios del sur ahora controlados por la Organización. 

El teniente lentamente insertó un dedo humedecido en el trasero de la chica, deslizándolo adelante y atrás, ampliándolo de forma breve para la sodomía venidera. La chica gimió de forma leve y baja con deleite y su rostro comenzó a estremecerse en perversa premeditación de lo que estaba por pasar. No es que ese movimiento en nombre del teniente le resultara sorprendente. 

Los anticonceptivos manufacturados ya no existían, toda la industria estaba estrictamente basada alrededor de las necesidades militares y no los deseos del consumidor. Tanto el personal enlistado como los miembros no castrenses del populacho fueron alentados a aplicar métodos más creativos para prevenir embarazos no planeados. El teniente continuó masajeando y después sacó su rígido miembro de la hendidura de ella, insertándolo entre sus nalgas. La chica, ahora completamente entregada al ritmo de las cosas, se dio rienda suelta con un gruñido de excitación mientas ambos acababan al estilo de las cortesanas griegas.

Después del hecho, se vistieron y vieron la hora, dándose cuenta que era lo suficientemente tarde en la noche y el resto de funciones posteriores a la sesión programadas para el personal asistente ya tenía tiempo que habían pasado, a menos que quisieran beber un pudre-tripas junto a los diversos maestros de instrucción y personal especializado de Inteligencia, alrededor de los bidones de basura en llamas que estaban en el patio a cielo abierto al centro del complejo.

Dado que ellos ya habían disfrutado considerablemente esta noche, decidieron que esta vez evitarían buscar otras compañías y en vez de eso disfrutarían a solas su última noche juntos en los confines de la habitación. El teniente tenía una botella de licor que era mucho mejor que el pudre-tripas que lo rangos menores bebían y algunos puros que le habían regalado tras una campaña militar cerca de las regiones costeras y que el pretendía disfrutar con alguna bella chica y no con la plebe. Esta chica en particular era un placer y una lección en contraste; él podría asociarse con los soldados de choque y con los tipos espantosos de Seguridad Interna en cualquier momento y, usualmente debido a su profesión, la convivencia era más frecuente de lo que él podría desear.

La pareja estaba ahora sentada en una de las mesas bajas en la esquina de la habitación, estudiando sus rostros entre sí mientras el teniente vertía una porción de líquido marrón con fuerte aroma en unos vasos metálicos, pasándole uno a ella junto con un puro con esencia a anís, parte de la misma reserva que uno de sus subordinados le había entregado durante la campaña en el este, luego de encontrarla, naturalmente humidificada en una bodega, en casa de una de las varias familias que había masacrado, exterminando a una persona por cada edicto de la Organización en relación a las personas que habitaban esa región en particular. La chica, ahora ataviada en su uniforme negro hecho a la medida, encendió una pequeña yesca en una de las lámparas de gas y a dar largas bocanadas, haciendo que la brasa al final del cigarro pulsara y mandara grandes olas de humo blanco alrededor de su faz.

-¿Volverá al Cuartel General cuando termine aquí, teniente?

Incluso con sus actividades previas a cuestas, se reanudó cierto grado pronunciado de formalidad tan pronto el sexo acabó. El teniente, aunque técnicamente de menor rango que algunos de sus compañeros, era indiscutiblemente uno de los favoritos del Comandante. El rango bajo era solo un tecnicismo, parte del juego político que a veces capturaba miradas al interior de la Organización, haciendo al teniente un objetivo para algunos sectores debido a su indisimulada psicosis e inhabilidad para jugar correctamente en equipo, según haya sido el caso. Así pues, noventa y nueve por ciento de los altos mandos del grupo evitan bajo cualquier circunstancia meterse con él. Su violencia y locura eran espejo de la violencia y locura del Comandante, una similitud que era bien notada por el mismo. Al interior de la Organización el cometer una ofensa contra uno de los favoritos del Comandante era equivalente a cometer una afrenta personal contra los honorables pies del Comandante en persona, un acto considerado por nadie, salvo por aquellos que ansiosamente busquen una muerte lenta y dolorosa. Aquellos que han sido tan temerarios para cometer la segunda por lo general lo hicieron sin saberlo y después de tal error, en un mundo militarizado y regido por una altamente sofisticada pero no escrita etiqueta, han sido rápidamente despachados, desapareciendo inmediatamente en los infiernos del departamento de Seguridad Interna, frecuentemente sin ni siquiera entender la razón por la cual han sido arruinados. Para la chica, el concubinato momentáneo con el teniente no solamente era placentero, era un honor, y particularmente para un operativo de la Organización enfocado a su carrera como ella, era un portal potencial para mejores cosas – o peores – dependiendo la perspectiva de cada quien. Ella se consideraba a sí misma como una psicótica nata, y le apetecía un compañero con quien pudiera prosperar en un desafiante mundo, basado en juegos siempre peligrosos de superación, compitiendo entre rabiosas bestias con rostros humanos. 

-No esta vez, Nadezhda.

Nadezhda se estremeció por dentro, pues era la primera vez que el la llamaba por su nombre. Hasta donde le concernía a Nadezhda, ella sabía que era mejor no preguntarle el suyo. Nadie sabía el nombre del teniente y nunca nadie lo preguntó, pues todos le conocían simplemente como el teniente, era una práctica de anonimato que se aplicaba entre el personal más importante el solo referirse a ellos por su rango, incluso en los documentos de Organización interna. Hubo varios rumores dentro de la Organización con respecto a cómo esta práctica se aplicó específicamente al teniente y también el porqué no había sido promovido a un rango mayor. Algunos dicen que cuando el recibió originalmente el rango de teniente se enloqueció y asesinó a varios hombres de su unidad, no porque hubiera alguna enemistad racionalmente entendible entre ellos, sino como una muy violenta y fratricida celebración por su ascenso, la dicha de él – la pena de ellos. Los que más sabían al respecto de los eventos alrededor del incidente creen que el Comandante mismo fue directamente responsable del ascenso del teniente y envió un mensaje personal secreto por medio de un mensajero del Cuartel General, informándole los nombres de varios individuos de su unidad cuyas ejecuciones inmediatas le eran personalmente encargadas, junto con instrucciones detalladas de cómo y dónde llevar a cabo la acción. La oportunidad de cometer un baño de sangre inusual, mayor y extraordinario era la recompensa personal del Comandante al teniente por su ascenso y el hecho de que las ordenes habían sido personalmente emitidas aseguraban un espiral creciente de júbilo para el teniente y en la ferocidad y detalle con el que cumplió sus órdenes. Con ese acto, los enemigos del Comandante habían sido ejecutados tal y como se necesitaba, el teniente siempre se había cimentado como lealista, y, debido a la oscuridad alrededor del incidente, nació una leyenda con respecto a sus excesos.

Nadezhda asintió con la cabeza, le dio un trago grande a su vaso y una bocanada profunda a su puro. Sabía que era mejor no pedir detalles si no se los ofrecían. Si él estaba a punto de irse a una misión en campo eso no era su asunto. La discreción era la sangre vital de la Organización, sin la importancia de la secrecía corriendo abundantemente en su circulación, la Organización se colapsaría. Ese había sido el destino de los menos brutales y menormente malévolos grupos paramilitares posteriores a la guerra nuclear, que se habían levantado en disputas durante y después del invierno nuclear. Como siempre, eran ideas viejas, pensamiento obsoleto y una tendencia a mirar hacia atrás, a una percibida era dorada de “ética” que significó el fallecimiento de dichos grupos. Las leyes de supervivencia no dependían en que tan bien uno cultivara una atmosfera de civilidad en medio del caos y hasta donde respectaba a los miembros de la Organización, la civilidad dentro del caos era una aberración y una imposibilidad, bastante digna de ser aplastada con extremo prejuicio. Lo que la gente realmente codiciaba era el orden y no hay mejor orden que la dictadura, que era exactamente lo que la Organización ofreció.

Nadezhda había crecido firme en el seno de la Organización e incluso había sido procurada desde niña por el Comandante mismo, aunque era demasiado joven para recordarlo, en aquellos días en que el Comandante era visto más frecuentemente entre los altos mandos y no como en el presente, en que está envuelto en una casi completa obscuridad. El padre de Nadezhda era un apalancado dentro de la Organización hasta el día de hoy y especialmente en los años en que la Organización pasaba su etapa formativa de consolidar su poder y autoridad. Su padre y su abuelo habían sido armeros profesionales y aficionados al uso del torno antes de las guerras, su elección de profesión sin duda era testamento al hecho de que podía ver y entender el panorama mientas la escena geopolítica se sacudía hacia el punto de ebullición que causó que la muerte nuclear se apoderara de todo, obliterando incontables números de habitantes terrestres. Sus habilidades fueron heredadas a su hijo a muy temprana edad y el padre de Nadezhda había probado ser un prodigio en el campo de la manufactura y mantenimiento de una amplia variedad de armas pequeñas. Viniendo de un área conocida en tiempos pasados como “la fundición” debido a la proliferación de la industria, el padre de Nadezhda había migrado al sur, lejos de las grandes áreas metropolitanas en el horrendo y aún cercano periodo de varias décadas de invierno nuclear, pero no antes de robarse una significativa cantidad de equipo de los edificios gubernamentales en su viaje a través del norte de Virginia, famosa por sus instalaciones militares y su cultura de armas arraigada hasta la médula.

Tan pronto llegó al profundo sur, se relacionó con la Organización, que prontamente ya tenía la alfombra roja desenrollada para alguien con su considerable conocimiento y habilidad mecánica, sin mencionar el hecho de que había llegado al clima sureño tanto con amplios suministros de equipos para manufacturar armamento y con un arsenal personal considerable, que gustoso donó a la Organización a cambio de tener garantizada la seguridad vitalicia y a tener trabajo en pro de la misión de la Organización. Fue suministrado con una vivienda residencial decente para él y su hija, pues su esposa había muerto debido a la exposición a la radiación poco después del nacimiento de la niña en su viaje al sur, el oficial de armamento se estableció cerca del Cuartel General de la Organización, con todo un  equipo de trabajo y con instalaciones para trabajar y emprender el negocio de fabricar los tan codiciados instrumentos de muerte, esenciales para mantener los actuales territorios de la Organización y para expandirlos hacia zonas inexploradas donde se dice que la vida es más impredecible y llena de peligros.

Algunos de los primeros recuerdos de Nadezhda fueron aprendiendo a leer en un enorme cubículo de cristal, que antiguamente se utilizaba como cabina de vigilancia en la fábrica de enlatados abandonada que ahora servía como la principal fábrica de armamento de la Organización, situada muy dentro del bosque, a unas cuantas millas al suroeste del Cuartel General; el sitio estaba fuertemente custodiado tanto por contingentes de soldados de choque, equipos de vigilancia y por la misma discreción del lugar. Una vez fue readaptada como fábrica de armas, las extrañas dimensiones de la cabina de vigilancia dentro del mismo edificio parecían casi cómicas en comparación a las pesadillas enmascaradas de negro que portaban ametralladoras y recorrían el techo, el perímetro y áreas circundantes a todas horas, por lo que le dejaron a Nadezhda esta vivienda diurna, de forma que su padre pudiera supervisarla de cerca, fácilmente visible a través del plexiglás, mientras pasaba por el gran hangar, solucionaba problemas y asesoraba a los trabajadores en los puntos más finos del oficio de la armería.

El teniente fumó de su cigarro, inhalando profundamente y exhalando a través de su nariz en una gran corriente de humo que lo hacía parecer algún tipo de bestia con aliento de fuego, mientras Nadezhda lo estudiaba al otro lado de la mesa. Ella sentía atracción hacia el teniente desde temprana edad, habiendo escuchado varias de sus hazañas mientras convivía con sus compañeros de escuela en la academia de los Cuerpos Juveniles. Varias de las chicas se quedaban alrededor de los vestíbulos de las oficinas administrativas adornados con carteles donde salían varios de los mandos militares y oficiales que habían recibido medallas y otros honores diversos debido a la severidad de su represión contra los opositores en el campo de batalla. Mientras sus compañeras favorecían al mariscal de campo casi al unísono, ella siempre prefirió al teniente. Mientras que el mariscal de campo apelaba a los jóvenes como una figura sádica y de alguna forma paternal, similar a la de un abuelo, el teniente era puro castigo, todo el tiempo, impredecible, privilegiado bajo la sombrilla que representaba el favor del Comandante y siempre horrido en ejecución. Esta afición a los extremos la ponían en buenos términos con varios de los más brutales elementos en la academia, incluyendo varios de los chicos, con quienes marchitó las horas practicando maniobras de emboscada y técnicas de interrogatorio mucho después de que las sesiones de entrenamiento diario obligatorio terminaran. 

Ahora ella estaba sentada frente a él, tras mutuamente disfrutarse de forma conyugal por varias noches, aunque realmente hablando muy poco sobre asuntos serios hasta ahora. A causa de estar sentada por horas de tediosas lecciones de programación durante el dia en la conferencia, Nadezhda, como la mayoría de los demás asistentes, estaba mental y físicamente exhausta al final del día.

Excepto por aquellos que habitaban perpetuamente en la “habitación situacional” (mariscales de campo, generales y otros tomadores de decisiones en el teatro de guerra), cuyas posiciones exigían su atención continua hasta bien entrada la noche, la mayoría del resto de asistentes ansiaban algún tipo de distracción en la noche.

Destruirse con el licor traído por los asistentes, discutir eventos en amplias mesas de comida (siendo la carne fresca, cazada con armas de fuego, un bienvenido manjar, especialmente para aquellos del Cuartel General que subsistían la mayor parte del tiempo con extrañas sustancias mezcladas con fármacos, que les permitían mantenerse en pie más allá del punto en que, bajo circunstancias naturales ya se habrían desmayado) o, para los solitarios, atrincherarse en sus cuartos residenciales con algunas revistas de propaganda o simplemente sus propias mentes paranoicas y oscuras.

El teniente se sirvió otra copa de licor y dio un trago grande mientras mantenía sus ojos aburridamente mirando a los de Nadezhda.

-Así que, asumo volverás al Cuartel General pronto, ¿No?

-Es correcto, teniente.

Ella estaba complacida con la pregunta, pero no lo mostró, manteniendo monótono y sin inflexión alguna el timbre de su voz. No tenía intención de mostrar sus cartas o cualquier ápice de vulnerabilidad ante sus atenciones hasta que pudiera cerciorarse mejor de la situación. Tras tantos años de escuchar los relatos sobre el teniente, saltando de la amigabilidad a la crueldad en fracciones de segundo y también estando bien consciente de su tendencia a la violación y asesinato de sus amantes previas, o a presentar una oblicua acusación falsa que, debido a su rango, aseguraría una súbita extracción, ella quería seguir disfrutando su lado bueno.

-Exactamente... ¿En qué trabajas?

-Codificadora y análisis de inteligencia, administración de Seguridad Interna.

El teniente dio otra fumada a su puro, ya consumido hasta su final, y lo apagó en el cenicero, su bigote temblaba ligeramente por la tensión puesta en la exhalación.

-¿Qué es lo que idealmente te gustaría estar haciendo para la Organización, Nadezhda?

Llegó tan bruscamente que la tomó por sorpresa. Su respuesta a esta pregunta podría tomar varios caminos posibles dependiendo del humor de él y de sus bajas intenciones al preguntar tal cuestión. Podría ser simplemente por sacar la plática o incluso ser una provocación para que ella revelara sus ambiciones, o podría ser algo completamente distinto. En vez de irse por las ramas, Nadezhda decidió responder honestamente.

-Me gustaría trabajar para el Centro de Tortura y Encarcelamiento en la Seguridad Interna del Cuartel General.

El teniente estaba impresionado y complacido por su proclividad para trabajar en lo que se consideraba un trabajo sucio incluso dentro de los sádicos confines de la vida organizacional. La Seguridad Interna eran parías en todo caso, aunque fueran la operación favorita del Comandante, y el Centro de Tortura, albergado en un edificio aparte, adjunto al Centro de Indagación, era el colmo de la maldad, la joya de la  corona con respecto al abuso de los derechos humanos para los subversivos internos y los espías de alto nivel, así como para los sospechosos de espionaje. Al haber trabajado en análisis de inteligencia y de elementos sospechosos en su propia Organización, pensar que podría querer avanzar de apuntalar investigaciones a expandirlas a través del interrogatorio parecía un progreso lógico desde su aventajada posición.

-¿Has pedido tu traslado?

-Lo he intentado en el pasado, pero Seguridad Interna dijo que dependían de mi para decodificar y para las actividades relacionadas a ello, y que ya hay individuos más calificados en la fila para los puestos en el Centro de Tortura.

El teniente resopló con disgusto, sin duda los superiores de ella se referían al personal de las unidades de choque y a los guardias de los campos de concentración militar. Instantáneamente discrepó con su decisión – una femme fatale con lazos profundamente arraigados a un trasfondo de armeros y con un empleo presente en análisis de inteligencia era exactamente lo que el Centro de Tortura necesitaba para añadir una capa de sofisticación a sus horripilantes tareas. Intentaría hacer algo al respecto.

-Pide y se te dará, Nadezhda. ¿Quieres el rango de agente, verdad?

Nadezhda no se pausó antes de responder.

-Agente especial a cargo.

El teniente no mostró reacción alguna, pero Nadezhda pareció detectar el más ligero atisbo de sonrisa en sus comisuras. Ella alcanzó la botella y se sirvió otro vaso, lo llevó a sus labios y consumió la mayoría en un solo trago. Ambos estaban bien encaminados a miarse de borrachos y ella estaba disfrutando hasta el límite, tanto por la intoxicación como por el interesante giro de los eventos que su discusión post-coital había adoptado casi inmediatamente.

-Bueno oficial, voy a ver qué puedo hacer, de hecho haré más que eso. Me sorprende sin embargo que quieras quedarte en el Cuartel General, la mayoría del equipo del cuartel siempre están listos para salir y ver el resto del mundo exterior – ver lo que la Organización hace en el campo, cazar un poco…

Los ojos del teniente brillaron ligeramente y pudo sentir como empezaba a salivar, considerando el exquisito sabor tanto de la carne animal como la carne humana.

Después de las guerras nucleares, la carne es carne y a juzgar por como ha progresado con los años, el canibalismo era una tendencia destinada a acelerarse. Una presa fresca siempre sabía mejor que comerse a un cadáver enfermo o deshidratado en el complejo, que era la única proteína disponible en el Cuartel General a menos que una persona quisiera salirse de su camino y arriesgarse a una potencial respuesta punitiva – también eso pasaba a veces.

-Tómate otra bebida, A.E.C.

El teniente se sonrió discerniblemente esta vez y llevó su mano al bolsillo de su chamarra negra, sacando una pequeña cartera y de ella una tarjeta de presentación personal, adornada con una insignia propia e información de contacto de su secretaría de enlace en la base del Cuartel General. La insignia personal, de ningún grupo perteneciente a alguna subsección de la Organización como inteligencia, Seguridad Interna o las tropas de choque, era una distinción particularmente significativa, pues indicaba que él no pertenecía a ninguno de los sectores conocidos de la Organización. Algunos especulaban que el teniente era parte de un grupo secreto que se reportaba mediante emisarios directos con el Comandante y se ocupaban de trabajos secretos. El uniforme del teniente solamente mostraba una insignia de la Organización y ninguna otra marca que pudiera designarlo, como cualquier puesto, desde seguridad de construcción en el área de armamento hasta interrogador en Inteligencia. Sacó una pequeña pluma fuente del otro bolsillo, una variante a prueba de agua dada al personal de la Organización, y escribió varias líneas al reverso de la tarjeta antes de reenvainar la pluma y entregarle la tarjeta a Nadezhda.

Nadezhda tomó la tarjeta y la giró. Las palabras escritas al reverso de la tarjeta no tenían significado alguno para ella, una serie de varias palabras sin relación entre si y seguidas por una sucesión de números. Su entrenamiento de rompecódigos empezó a surtir efecto pero ella no fue capaz de determinar fácilmente la naturaleza del código.

-Ni te molestes, Nadezhda.

El teniente la miró con una expresión abstraída.

-No vas a poder romper ese código, aunque siéntete libre de intentarlo después, cuando regreses a tu habitación. No lo hagas demasiado bien o nunca te van a dejar irte de la oficina de códigos.

Nadezhda devolvió la sonrisa y guardó la tarjeta en su bolsillo. Ella tendría que tener fe en la buena voluntad del teniente, aunque ella ciertamente intentaría decodificar el mensaje antes de que retirarse por la noche y ciertamente antes de entregarla a quien fuera. Las cifras al reverso de la tarjeta bien podrían estar instruyendo a que la persona que entregara la tarjera fuera ejecutada o encarcelada, o bien podrían ser instrucciones para su asignación. 

-Entrégale esa tarjeta al secretario de administración de Seguridad Interna, no a tu jefe directo en Seguridad Interna. Mejor aún, déjala en el buzón nocturno, de esa manera no tendrás que lidiar directamente con nadie. Tan pronto la persona que debe ver el mensaje tenga la tarjeta, verás que todo se va a acomodar como se debe.

Nadezhda logró expresar una ligera sonrisa, aunque la paranoia concerniente a las potenciales intenciones del teniente la incomodaba. Si era promovida al Centro de Tortura, y nada menos que en el extraordinariamente influyente puesto de A.E.C. sin tener que empezar desde abajo a la manera tradicional como empleada, luego ascender a agente, agente especial supervisor, etc. Entonces su sueño se volvería realidad. Si había algo más escrito al reverso de la tarjeta, bueno, ella prefería no pensar en ello esta vez. Se sirvió otra bebida y dio un trago largo para endurecer sus nervios. Ella se estaba cogiendo al teniente, estaba ebria con un alcohol particularmente potente de buena calidad y parecía que podría estar a cargo de su propia cámara del horror en el calabozo moderno que era el Centro de Tortura. La vida era buena. Aparentemente el teniente estaba complacido con ella hasta ese momento, pretendía cerciorarse de tener algo seguro de su lado.

Terminando su bebida y estando de pie, cruzó sus brazos sobre su pecho, observando al teniente, la cara de él ahora estaba sonrojada, rubicunda a causa de la intoxicación, mientras la atmósfera en el cuarto cerrado comenzaba a sobrecalentarse.

La habitación era del teniente – ella estaba encuartelada en otra a varios corredores de distancia y fuera de dormir, apenas y la había ocupado durante su estancia en la conferencia, pues tras las reuniones había pasado la mayor parte del tiempo con el teniente en su alcoba, tiempo en el que ella pudo ir conociendo el terreno. Caminó hacia una cajonera y de entre varias camisas sacó un trozo enrollado de cuero.

Lo tomó y desplegó en su anoréxicamente pequeña mano derecha, el objeto parecía ser un cinturón de utilidades para misiones en campo, más robusto que los que usualmente se utilizan en las conferencias. Era grueso, negro y bastante pulido, aún olía al animal del que estaba hecho. 

-Querido teniente, has puesto mucha confianza en mí con este súbito ascenso, me alegra que nos estemos causando una fuerte impresión mutua. Pienso que quizá debas darme una advertencia sobre cómo es la vida en el Centro de Tortura. Siendo recomendada por tí, quiero asegurarme de que plenamente confíes en que estás mandando un recurso humano bien disciplinado.

Nadezhda caminó hacia donde estaba sentado el teniente y dejó el cinturón en la mesa frente a él antes de deslizarse sobre sus rodillas y comenzar a mordisquear el brazo del teniente. El teniente se la sacudió, derribándola sorprendida al piso, antes de tomar el último trago de licor de su vaso. Se puso de pie, accidentalmente tirando la silla mientras agarraba el cinturón de cuero, enrollando un extremo a una mano y golpeando el denso cuero con la otra.

-Inclínate sobre la cama, mi mascotita, para que pueda ver exactamente de lo que estás hecha.

Nadezhda obedeció inmediatamente...