jueves, 2 de febrero de 2023

Sobre gentrificación. Por Kruttz

Posiblemente ya sepas qué es eso. ¿Realmente quien no lo sabe? (No cuenta la gente que vive en lugares rurales, cabrones afortunados). Mientras navegas en tus redes sociales y dejas escapar poco a poco la vida que te fue conferida mirando meme tras meme, deslizando el feed hasta el punto en que estás mirando la misma publicación de hace media hora porque ya no hay nada nuevo que pueda interesarte pero no te mueves de ahí, y entonces llegan noticias sobre Mitikah, sobre los xochimilcas que les están quitando el agua, que si construyen nuevos edificios en lugares donde el suelo es una mierda y daña las casas de los lugareños, etc.

Gentrificación. El coco moderno. La constante amenaza de que el casero te suba la renta y que te mande a la verga en el momento que no le puedas pagar. La visible mutación de los barrios populares a nivel social, arquitectónico, económico y étnico, que lentamente se convierten en calles nice llenas de negocios ridículos que parecen ser copypaste entre sí, con los eternos focos vintage todos amarillentos, desprovistos de cualquier tipo de estética o eficiencia energética, con malhechos menús descargables por QR y con dueños que parecen haber salido de un molde: con el típico corte de bolsita de basura o chongo de maricón y barba de leñador homosexual de los años 80 producto del patético y reiterado uso de minoxidil barato comprado por Amazon o MercadoLibre, queriéndote sacar 350 pesos por una hamburguesa congelada toda desabrida que compraron en Costco a granel simplemente porque te están "vendiendo experiencias".

Este fenómeno en que tu barrio se empieza a llenar de gente de piel extrañamente pálida que habla en dialectos de cogecabras o tragapatatas y que apestan a huevo crudo no es nuevo, pero actualmente se le pone más atención por la moda que genera la cobertura mediática al respecto, al final son clics regalados para el anunciante y una nota facil para el bastardo periodista que transcribe el maldito encabezado completo en su artículo para darle cuerpo al texto, así como para el pinche huevón editor de SOMA que se le acaban las ideas y habla de un tema tan revolcado solamente por los lulz de hacerlo.

Para no hacerte el cuento largo, la gentrificación es tu culpa y es inevitable. Puedes llorar como Magdalena todo lo que quieras, lamentándote de que Tepito ya se llama Reforma Norte, puedes escribir tratados enteros de por qué es una forma discriminatoria de desplazar a los habitantes originales como en la Caravana de las Lágrimas y aun así no va a cambiar una puta mierda al respecto porque el poder financiero ya le está echando el ojito a la bola de ancianos ojetes de tu colonia que aprovecharon a comprar los terrenos a 20 mil pesos en su tiempo, que nunca les costó nada pero que se llenan el hocico de decir que "la sufrieron y que su trabajo les costó" cuando en la actualidad prácticamente se les paga por existir y, si te pones a pensar detenidamente, comprenderás por qué ellos siempre van a preferir rentarle a los nómadas digitales por dos cosas básicas: en primera porque son más solventes económicamente y porque desde siempre fueron programados para bajarse los pantalones y entregarle las nalgas a los extranjeros, si no me crees, tan solo pregúntale a cualquier mexicano promedio lo que opina de la perra de ChinguAmiga

¿Por qué es tu culpa? Muy sencillo. Porque no estás espantando al mercado inmobiliario. No estás reclamando tu debido lugar en la cadena alimenticia, ni cerrando filas con tu propia comunidad (casi te puedo apostar que no sabes los nombres de tus vecinos más inmediatos) ni haciéndote temer por el extranjero común, que al final de cuentas solamente te ve como una atracción de feria o safari, poco diferente a un mono cilindrero o un oso en triciclo que extiende la mano esperando un poco de conmiseración disfrazada de "reconocimiento como iguales" mientras intentas hablar un lamentable inglés masticado y tarzanezco en un espectáculo miserable y vergonzoso.

Corren rumores de malas lenguas que existen mexicanos locos, lunáticos irrespetuosos de la ley que no se dejan desplazar, de esos que se dedican a verter cemento en polvo o perlas de hidrogel en las alcantarillas para taparlas, que van por la calle regalándole machetes a los indigentes, esos que van dejando abrojos de metal en las avenidas más concurridas; dementes que disfrutan las fiestas patronales y días festivos y celebran a lo grande, cerrando calles para las fiestas, tirando balazos al aire y tronando desde cuetes hasta tanques de gas para compartir la alegría de vivir en un barrio popular, de esos donde todos se conocen en una comunidad solidaria y orgánica donde linchan al ratero y la policía no entra.

Otros chismes dicen que los dueños de airbnbs frecuentemente se quejan de que, desde que pusieron sus casas en renta por medio de esas plataformas, los cimientos de sus casas se llenaron de salitre, las paredes han agarrado aspergillus y que los incendios accidentales se han hecho infinitamente más frecuentes, como si fueran objeto de algún tipo de maldición.

Pero no me creas a mí, porque al fin y al cabo ni me consta que eso esté pasando.

Kruttz

¿Notas como tu existencia se comprime?

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