Existe una historia olvidada por Dios
Que cuenta el destino del último bastión
Que no cedió al hambre y la sed,
Pues su pilar no era otro que la fe.
El último destello de civilización
Que ardió al compás de una canción
Maldita y condenada por hombres
Privados de humanidad, mediocres.
Toda su pólvora, plomo y rencor
No bastaron para doblegar el honor
De aquellos que alegres se inmolaban
Al antiguo y sagrado altar del alba.
Héroes penetrados por terrible dolor,
Cayendo bajo el fuego lunar de perdición,
Bañaron con su sangre la templada tierra
Para evitar la conquista de la bestia.
Ellos no conocían la capitulación
Pues son inmortales los hijos del Sol.
El acero que destrozaba sus cuerpos
Concretó el sacrificio que los hizo eternos.
Veían más allá de la materia y la razón
Un olvidado ideal, un valor superior.
Sus venas pintaron las flores del porvenir
Cuando todo lo marchito tendrá que morir.
El espíritu manifestado en férrea acción.
La nobleza convertida en la más alta pasión.
De su derrota nació su eterna victoria,
Pues sólo en la fidelidad existe la gloria.
Alejandro Monterroso
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