La arquitectura es un arte, por medio de la técnica y la estética un artista se sirve de ella para expresarse, de cierta forma inmortalizándose por medio de un elemento contemplativo casi obligatorio debido al tamaño de su obra, convirtiéndola en una de las principales herramientas en el crecimiento y mantenimiento de las sociedades en las que se ha desarrollado, y tal como un arte suele hacer, tiende a imitar y a proyectar su realidad espaciotemporal, tanto lo que es como lo que se espera que sea.
Puedes ver ejemplos hacia donde quiera que voltees y dependiendo del tipo de edificio que sea terminará teniendo un estilo particular, lo que se quiere dar a entender con la construcción; ya sea una hermosa catedral católica, churriguerescamente adornada hasta lo imposible para dar una imagen regia, digna de un dios, o un edificio gubernamental con amplias escaleras y atascado de columnas corintias que hagan sentir al ciudadano común como un insecto a punto de ser aplastado por la desmesurada maquina del estado.
A este ejercicio de observación podemos añadir un pequeño extra. Caminar por los barrios populares de cualquier ciudad del mundo.
En pos de minimizar los gastos, tanto económicos como de espacio, la arquitectura ha sido pervertida.
No importa si eres un obrero inglés del absoluto horror de concreto del Sur de Thamesmead, un oficinista malencarado que viva en una Kruschovka de Kapotnya o un trabajador promedio que viva en una horrorosa urbanización del Estado de México o su contraparte capitalina en las unidades habitacionales del Infonavit, tres grandes ejemplos de que la vivienda social está pensada para comprimir la existencia.
Imitando la arquitectura natural de las celdas de un panal, o las galerías de un hormiguero, la vivienda se ha convertido en los últimos ochenta años en una analogía del destino que le espera al 99% de la población de cualquier país, sin importar la ideología de sus gobernantes o el sistema económico que decidan adoptar.
Si no eres inmensamente rico, estás jodido. Sin importar que se gentrifique tu barrio o que tu ciudad se expanda como una colonia de bacterias que pronto terminará conectándose con las demás ciudades a la periferia formando monstruosas metrópolis o las aún más vomitivas megalópolis, absolutamente desprovistas de cualquier verdor, existentes como horrorosos desiertos de cemento, listos para cocinar a los pobres desgraciados que se vean devorados por su "magnificencia".
A esto añádele el problema de la especulación inmobiliaria, en la que los bancos y las malnacidas inmobiliarias compran casas a granel, conservándolas inhabitadas para venderlas en cuanto su precio se infle solamente porque ya construyeron cerca una avenida de ocho carriles y una escuela u hospital, haciendo necesario construir aun más viviendas.
La maquina está hambrienta de trabajadores y no frenará su propósito ante la falta de espacio, solo hay que ver la condición de las ciudades asiáticas como Tokio o Kowloon: en cuanto se acaba el espacio horizontal, comienzan a crecer verticalmente.
Interminables palomares para guardar herramientas de trabajo, empujándolas al hacinamiento.
Hace muchos años, existía un juego de video llamado Sim City. Era un simulador donde jugabas a ser un gobernante que planificaba la construcción de una ciudad, podías decidir el terreno donde irían las viviendas, donde poner servicios de agua, transporte, electricidad, etc. a fin de satisfacer las necesidades de tus ciudadanos virtuales. Un desperdicio de tiempo, pero terriblemente adictivo.
Y verás, hubo un estudiante de arquitectura filipino llamado Vincent Ocasla que, usando ese juego, dedicó varios años para diseñar, por medio de intrincados métodos matemáticos, un sistema social perfecto: Magnasanti.
En este sistema perfecto no se toman en cuenta las necesidades de la población, si bien, se cubre lo básico en alimentación, agua y electricidad, se ignora cualquier tipo de sistema de salud. Las viviendas únicamente están comunicadas con los lugares de trabajo y aisladas entre si. El único cuerpo de servicio publico es la policía, por lo que los pequeños sims no arman revoluciones ni revueltas. La esperanza de vida es de 50 años y la enfermedad es algo común en todos los grupos etarios.
Enfermos, infelices, frágiles y demasiado ocupados trabajando como para pensar en cualquier cosa.
Esta ciudad perfecta, que puede funcionar de forma automatizada por 50,000 años en tiempo de juego, está totalmente basada en el diseño de la Dharmachakra, la Rueda del Dharma, el orden y la ley.
¿Quieres saber un último dato?
Incluso los edificios de apartamentos "pudientes", con rentas de hasta $120,000 mensuales y valores catastrales de seis cifras están siguiendo el mismo modelo pero maquillado como microliving para que sea algo chic a oídos de los pequeños burgueses en jaula de oro que ni siquiera se imaginan que ellos siguen en la lista.
Departamentos de cincuenta metros cuadrados, un baño y dos recamaras; quizá suena normal, sin embargo el factor clave es que tienen el gimnasio y la tienda de conveniencia dentro del mismo edificio, añade home office y prácticamente tienes una población aislada. Repite el modelo en todos los estratos sociales y logras la compresión perfecta.
El absoluto sueño húmedo del sistema mismo.
Kruttz
***PD. No, no es literalmente 1984, ese es un meme demasiado gastado.
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