La última vez que se supo del Dragón era que tenía secuestrada a la princesa; sin embargo,
ya había pasado mucho tiempo de eso, a veces parecían días, otras veces horas, pero muy
a menudo el Dragón pensaba que habían pasado miles de años. El Dragón se sentía muy
solo y en su soledad reflexiono y en vez de ira por primera vez sintió tristeza.
Muchos caballeros llegaban de remotas tierras al reino maldito del Dragón, para reclamar
tesoros y rescatar doncellas, aunque hace mucho que el Dragón había comido todo el oro y
había velado el cadáver de aquella princesa. Todos los caballeros perecían, ninguno era
digno rival de tan terrible bestia.
Sin embargo, un día llego un caballero de armadura blanca, intrépido y fuerte, el cual más
que un rescate quería pelear con el púrpura dragón, la pelea comenzó fuerte y agresiva,
pero ninguno pudo derrotar al otro. El dragón, como agradecimiento de tal divertido
encuentro, le perdono la vida y quería saber su nombre, pero se sorprendió, cuando al
quitarse el héroe el casco de blanco acero, no era un hombre lo que vio, sino una hermosa
guerrera.
Ella le contó que venía de una tierra remota donde su reino cayó en desgracia por una
guerra civil, donde sus hermanos trataron de matarla y ella tuvo que hacer frente a su propia
familia, y así de tan lejos solo buscaba aventuras. El Dragón le contó su historia y que algún
día fue un príncipe y de la tragedia de la bruja y la ignorancia del pueblo… la guerrera no
quiso saber nada más, no creía en tal blasfemia y ella admitió que solo quería cazar
dragones y que su historia era una mentira para ennoblecer la vil naturaleza de los
dragones.
El dragón le quiso probar que si tenía una alma caballeresca, pero ella lo negó todo y dijo
que su aliento de fuego la lastimaba demasiado, que era una bestia y no un hombre. Pero
admitió que nunca había visto un dragón tan violeta y hermoso, nunca había visto escamas
brillantes, orquídeas y que era especial, tenía dudas si de verdad era un príncipe o solo un
dragón común.
El dragón le dijo que si se quedaba más tiempo en el castillo se lo demostraría, ella al saber
que no tenía un reino donde más ir acepto. Sin embargo, la primera noche el dragón casi la
calcina viva al estornudar por las noches, ella trató de defenderse y al pensarse atacada
saco una lanza y amenazo al Dragón y lo hirió en una de sus patas. El dragón, el cual
nunca había sido lastimado, observo que de su sangre brotaba el color rojo humano y no
verde característico de los dragones… y le dijo que era una prueba y que para recuperar su
antigua forma debía ser asesinado.
La guerrera, que se compadeció y encariñada de alguna forma con el dragón, acepto el
reto, pero advirtió que dicha acción lo lastimara mucho, pero el dragón valiente y erguido
acepto el golpe mortal. La guerrera tomó carga y con su blanca yegua corrió con su lanza
para arrojarla sobre el pecho del dragón que cayó al suelo herido mortalmente.
La guerrera sintió pena por el dragón y al observar al cadáver, sintió que era una
equivocación, pero entonces sucedió que del cadáver de la bestia emergió un príncipe joven
y apuesto que no pudo advertir otra cosa más que felicidad, el cadáver de la bestia se volvió
cenizas y el príncipe agradeció a la guerrera y le pidió fuera su princesa.
La guerrera se decepcionó e increpo al dragón que no era una princesa que lo fue, pero que
ya no y no la idealizara, que ella, al igual que él, era una fuerza destructiva del reino de
dónde venía y no quería saber nada de eso. Lo anterior decepciono al dragón, pero
entendió que él ya no buscaba una princesa sino una guerrera y le propuso acompañarla en
sus aventuras en la blanca yegua y qué juntos buscarán ya no un reino, sino la paz en un
mundo en ruinas. Y así fue como se terminó la época de los príncipes y princesas y desde
ese día los guerreros viajan juntos buscando aventuras, peleando y amándose de la única
forma que se puede amar realmente, o al menos eso es lo que los cuentos cuentan.
Hagen Negro
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