martes, 14 de noviembre de 2023

Más allá del lago. Por Cuore Nero


UNA VISITA EXTRAÑA.

Esta es la historia narrada por el lago… Falkon Tradivor vivía en un viejo agujero Hobbit; se encontraba profundamente perdido, por extrañar un pasado, el cual se veía imposible de recuperar. Mientras tomaba con su mano un retrato de sus dos mejores amigos, que habían desaparecido de su vida al ser muy distintos a él. Lo único que lo relajaba era tener una noche de tradición, a escondidas.

Falkon se protegía de los que consideraba entrometidos usando cortinas de terciopelo negras, con bordados singulares, combinando letras como “V”, “X”, “D”; o incluso, runas sin ningún sentido material. En la casa como decoración también se encontraban muchos mathom, los cuales tenían un significado único, pues eran regalos que se hacían entre Hobbits, pero esta tradición ya no pertenecía más a aquel lugar. 

Entre sus prácticas favoritas, se encontraba fumar de la pipa, de una yerba que conseguía por cosecha propia; otra de sus encubiertas prácticas sería la lectura de autores que no sonaban en las plazas... Libros heredados de la primera edad, donde describe con fantasiosa precisión, las costumbres de los fallohides, una de las razas de hobbits, generalmente altos, de piel y cabello claro. Una de las indicaciones más importantes para el autor es que un buen “fallohide”, no debe de dejarse crecer la barba; así como también debe de evitar caer en el vicio de la comodidad, pues debe de balancear su estadía en los cultivos, así como también, en una caza activa para su correcta alimentación. Cada vez que su mente leía en el antiguo “espacal”, una lengua singular de los fallohide, lengua prohibida en el pueblo, sentía un gran placer. 

Falkon pertenecía a Merythule, una locación al norte de Rivendel, siguiendo el río de Hardwell. Exactamente está locación se encontraba a las afueras del profundo bosque, donde se contaban historias de un misterioso lago llamado “Ilomir”, que por las noches de luna llena se encendía en un verde intenso, dando la bienvenida a un antiguo pueblo fundado en 1603 TA, por los primeros inmigrantes Hobbits de los valles de Alduin. 

Falkon soñaba con visitar tal pueblo, pues si las historias eran ciertas, la tradición se mantenía vigente ahí. Por desgracia, Falkon nunca había tenido la valentía que solía pensar que tenía, como para escapar de los shirriffs, pues estos resguardaban cada salida de Merythule. Toda la culpa recae en la de un viejo Hobbit, que había llegado a Merythule cuando Falkon contaba tan solo con 15 años. El traía consigo un estilo de vida exótico. No se podía negar su permanencia a los fallohide, pero era distinto, pues su voluptuosa nariz, y su barba tan espesa de un blanco profundo, le hacían ser una persona visualmente despreciable; o al menos eso pensaba el pequeño y revoltoso Hobbit. 

Samgronel era su nombre, y los Hobbits no tardaron en curiosear y posteriormente, adoptando costumbres que él importaba de algún lugar de la tierra media. Su voluntad, y decisión fueron tan grandes, que al cabo de 1 década consiguió usurpar el título de “Herumoron”; un título otorgado en casos de emergencia durante 6 meses, no más, no menos. Este título había sido creado por la guía espiritual y literaria de un misterioso Hobbit, escritor de un texto perdido titulado “Carta de Carwyn”, un manuscrito de carácter espiritual y político. La asamblea excelentísima de Merythule le había dado a Samgronel todos los poderes, 6 meses se declaró un segundo estado de emergencia, pero ya nada podía hacerse, pues Samgronel controlaba todo, y así pues modificaría a su gusto el pueblo de Merythule los siguientes 25 años. 

Los cambios empezaban siendo breves, algunas tradiciones que ya no les ponían mucha atención el grueso de la gente; Aquello se sentía como un tipo de “nuevo respiro”. Pero así como inició con lo pequeño fue avanzando, consiguió crear una sociedad hobbit mecanizada, muy rápida, yendo de un lugar a otro, sin tiempo. La desigualdad creció, y la cooperación entre Hobbits ricos y pobres decayó terriblemente. Pero el peor de los males había sido la maquinartesanía. Aún así, la cultura de los Hobbits no se rompió por completo sino 1 década después de la “culturización”; procediendo a prohibir la fuma con pipa, la cerveza, y la caza sustentable… Llevando a una vida Hobbit sumamente citadina, destruyendo cualquier pizca de lo que antes habían sido los fallohide. Los nuevos Hobbits, que llevaban una barba voluptuosa, se quejaban por todo, perdiendo el sentido de la vida, recayendo a un pesimismo, y a una moral únicamente terrenal, dejando de anteponer la raciendad como método para no perder el rumbo. Si bien en la nueva comarca, se podían sentir colores más vivos, muy impropios de la naturaleza, pues aunque ahí siempre resplandeciera el arcoíris, el Hobbit nunca iba a ser nuevamente feliz y único. 

Falkon escuchó unos toques en su ventana, al fondo de la casa. Impactado y asustado por aquello, escondió su pipa y los libros en el rincón seguro, movilizándose lo más rápido posible. Segundos después, corrió junto a la ventana, haciendo a un lado la cortina de terciopelo, viendo tras la ventana un pequeño pájaro; asombrado, se mantuvo quieto. Pasaron unos segundos y empezó a temblar, de euforia y placer, pero por la cual no podía estallar. Al abrir la ventanita hacia adentro, vio por primera vez luego de 25 años al Lorothrond el del Plumaje Brillante; una ave bicéfala, muy extraña, de plumajes de distintos colores, que al volar durante la noche creaba una estela brillante. Por culpa de Samgronel ésta había desaparecido. 

Falkon tomó la ave por abajo, notando que su pata estaba mala, dejándola sobre la mesa, se apresuró por una venda y un pequeño palito. No tardó más de 10 segundos en arreglar la pata poniendo aquel palo y la venda, suficiente para fungir como soporte. Segundos después encontró satisfactoria aquella acción, y como debía de ser, volvió a la ventana, dejando que la ave emprendiera el vuelo nuevamente, encendiendo sus plumas, creando una estela de alegría inédita. 

EL DESPERTAR.

La mañana comenzó tan rápido como de costumbre; yendo de la casa para la fábrica, donde nadie volvía a tener modales, sin siquiera decir un “buenos días”, en el horrible oestrol, pues todos carecían de un sentimiento de unidad fraternal y cultural, pasando a una vida monótona e individual. El día de Falkon se dividía en una mañana de 6 horas de trabajo, 1 hora de descanso, y 6 horas más de trabajo. Mancharse las manos de líquido negro, y no de la tierra, o de la sangre de la caza. 

El trabajo del Hobbit estaba mecanizado en cada una de las acciones que llevaba a cabo, siendo supervisado por el capataz; esté era un Hobbit gordo y de espesa barba negra, que solía gritar y golpear a los mal portados. Debido a las extensas noches de insomnio, así como la nostalgia y un sueño inalcanzable para Falkon, provocaba que su desempeño fuera pobre; recibiendo un castigo tras otro, representado en latigazos a la espalda del renovado Hobbit. 

Sin previo aviso, el pueblo mecanizado de Merythule estaría a punto de recordar algo, pues Falkon habría actualizado su energía perdida, desde aquella noche aquel pequeño ser, iba a estar subordinado a una idea. Y así fue como después de mucho tiempo, un Hobbit en Merythule, estaría dispuesto a luchar. Durante días esperaba la llegada de la noche, despojándose del mugriento, y poco estilizado gris; sustituyéndolo por una vestimenta verde, propia de los Hobbits. Durante las noches recorría las avenidas, analizando lugares donde ejecutar sus actos de rebeldía contra Samgronel. 

Durante sus primeras noches de rebeldía, se dedicó a analizar cada punto del pueblo donde dejó sus marcas, aquellos gritos de libertad, plasmados en arte. Más pronto que tarde, sus pequeñas patas corrían de una sombra a otra, dejando plasmada su marca, el de una ave emprendiendo vuelo. Pero no solo se dedicó a dejar simbología, sino a poner frases que incitaban a los Hobbits a recordar sus costumbres. Más pronto que tarde, los viejos empezaron a recordar, pero los más jóvenes, aquellos que nunca habían vivido esas viejas costumbres, fueron los primeros en salir, y apoyar de manera anónima a Falkon. Cada día se sumaba más gente… Pero no todo fue color de rosas para Falkon, las primeras bajas se dieron, siendo colgados de boca abajo en una vieja plaza abandonada. Los primeros registrados serían dos hermanos, ahogados hasta la muerte, hasta continuar por un joven que simplemente salía a comprar rosas para su novia, pero ya había sido fijado. Aún así, aquellos mártires habrían de ser recordados, y como la providencia lo dictaminó, y el arroyo gritó, los jóvenes se reunieron, para conformarse como un grupo de disidencia cultural, evitando cualquier lucha a golpes, promoviendo la paz ante todo. Y así fue como Falkon volvería a tener amigos, sintiéndose nuevamente en casa. 

Durante una madrugada de luna llena, Falkon iría a la taberna más cercana, junto a sus compañeros de aventura cultural. Lo que Falkon no tendría en cuenta sería que finalmente Samgronel lo había identificado. Las flautas sonaron por última vez en su manera más fantástica, los laúd perdieron su melodía y entonces sonaría desde el fondo: 

– Tú, traidor al progreso que Samgronel nos ha otorgado, traidor al nuevo buen vivir, sabemos quién eres. 

Un tumulto de pequeños hombres barbudos saltaron de la barra y de las mesas, casi rodeando a Falkon. Ahí mismo aparecería Samgronel. Aquella masa estaba realmente enfurecida, y así es como finalmente la aventura de Falkon llegaría a su fin, muerto en una taberna, junto a sus nuevos amigos. No obstante, sus raíces darían frutos, pues otros Hobbits romperían su cerco, logrando irse de ahí. El pueblo sería rápidamente alertado, saliendo todos de sus casas a protestar ante tal aviso tan irresponsable en una madrugada tan helada. Las masas tumultuosas. iniciaron acorralando al Hobbit revoltoso, llevándolo a irse de un lado a otro. Corrió, corrió y corrió, hasta llegar a aquella plaza abandonada llamada “Loretwyn”. Cansado, se arrodilló, sus pequeños pies no pudieron resistir. Intentaba unir palabras para decir algo, pero todo le traicionaba, ahí mismo, donde sus compañeros yacían, y el pueblo lo miraba con la misma curiosidad que miraron a Samgronel. No fue hasta que segundos después una flecha atravesó su pecho, yendo con tal velocidad que atravesó su corazón y lo dejó un poco expuesto… Mostrándose un corazón negro. Alzando su brazo a la luna, intentando tocarla, mientras que al horizonte del lago observaba el sol, y entonces pronunció: 

- Para aquellos que quieran escucharme… ¡levántense y comiencen a luchar! 

Entonces sus ojos se apagaron y sus pupilas se cerraron, sonriéndole a la muerte, sin importarle escupiendo a aquel nuevo mundo, pero sabiendo que había valido la pena. 

MÁS ALLÁ DEL LAGO.

Falkon Tradivor subió río arriba, llevado por una fuerza invisible. El color oro del ambiente se hacía presente. Sus antiguos ropajes verdes ya no eran más de aquel color, siendo ahora ropajes blancos. Sus ojos perla se encendieron poco a poco, y sus pupilas se abrieron. Viéndose entrar en una oscuridad profunda. A lo lejos estaba su hogar Merythule… Sobre la población sobrevolaba el Lorothrond, mientras que llegaba la gente del norte, sonriéndole nuevamente el destino, aceptando por fin la paz. 

Al entrar en la oscuridad del bosque, yendo más allá por atracción del río, más que sentirse asustado, tenía en sí una serenidad increíble. Las hadas empezaban a producir una luz tenue, el bosque comenzaba a tomar más y más vida, los colores verdes invaden el ambiente, pasando luego a un tenue azul. La música de una guitarra se hacía escuchar, muy al fondo. Sin previo aviso Falkon cayó al suelo, golpeándose la cabeza, tardando unos segundos en reponerse. Hasta que finalmente levantó la cabeza, captando frente a si el majestuoso lago de Ilomir encendido en un majestuoso verde, y un poco más allá la entrada de un pueblo.

Cuore Nero

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