miércoles, 12 de abril de 2023

El virus que vino del agua. Por Hagen Negro

Por Hagen Negro

Tw: @Hagenrx 

Error del sistema, el código número 16111488 se ha advertido del nacimiento y emergencia de un virus, uno mortal, una infección atroz, propia de las profundidades del abismo insondable del caos nuclear… poco a poco mis camaradas han caído ante tal desventura, derrotados, sucumben al asqueroso virus mortal, que nos destruye, nos merma el cerebro y asfixia nuestro cálculo.

Nunca lo vimos venir, no lo leímos correctamente, nos ha superado, nos habrá de borrar de la historia… todo comenzó hace algún tiempo, cuando microscópicamente, el virus, se desarrolló y como una bestia infernal meta-acuática nació desde el agua.

Recuerdo que nuestra raza, nosotros, construimos miles de fortalezas, edificios, las maquinas, la economía, las monedas, las herramientas, en pocas palabras, la civilización y el orden. De estas malditas y pútridas aguas es de donde emergió el fuego que nos consume, recuerdo cuando buceábamos sin peligro de inanición, solíamos dar caza y pesca a sus formas, el agua solía ser una gran amiga nuestra, nunca advertimos de la terrorífica forma emergente de tan azul océano.

Las primeras señales nos dieron risa, estábamos ocupados, ensimismados. Aún recuerdo los reclamos de mi hija, que analizando la situación me advertía: “Mi padre, ¿acaso no lo observas? De esos cuencos, la aniquilación ya viene, no lo podemos parar” pobre de ella, fue consumida en tan solo un par de horas, fue roída y convulsionada, para mí era una estrella, era un ángel, ahora su cadáver flota fuera de mi alcance.

Recuerdo también las burlas de los vecinos, de que no nos pasaría nada, de que hay vacunas, de que hay médicos, que nuestro cerebro no sucumbiría, todos fueron zombificados, controlados, devorados y olvidados… nos hicieron estar en contingencia sin poder salir.

La primera vez que los terrores emergieron, todos lo tomamos como un rumor, no imaginamos, que pronto el virus se propagó por el aire, plantas y tierra, al poco rato estaban estas formas reptando hacia nuestros pies, lo que nos tomó con absoluta sorpresa, nos volvió violentos, nos volvió caníbales, estúpidos, torpes y bestias. En esta historia, nos devoramos unos a otros, perdimos nuestra belleza, nuestra capacidad creativa, nuestros brazos, nuestras manos, nuestras piernas y nuestra lengua.

Nuestros gobiernos cayeron, nuestras instituciones y nuestras ciudades, tan bellas, tan perfectas, el resultado, de años de guerras, la culminación de baños de sangre y bautismos de fuego. Nos arrebataron, nuestra anhelada paz, hecha añicos, hecha pedazos, siglos de historia volados de un plomazo.

Cuando perdimos nuestro cerebro, nuestra capacidad de comunicarnos, y así fue cuando llego la barbarie, no tardo mucho cuando aparecieron nuestros hermanos, hijos, padres, esposas y semejantes transmutados en viles zombis y viles entes carnívoros, nos engullimos unos a otros, de forma violenta y total.

Por supuesto, hubo resistencia de los más hábiles y suertudos escaparon, otros, tratamos de huir de la infección, de los infectados, huir y huir de la degradación de esa maldita y asquerosa depravación, ese caos encarnado y emergido del agua. Hubo claro, quienes se rehusaron a comer carne, esforzando por salvarse de los que sí lo hicieron sin dudas, o hubo quienes rezaron por no infectarse, sin posibilidad de tocar líquido, era difícil no convertirse en zombi, terminaban engrosando las abominables hordas que hasta hoy, me persiguen.

Al principio, escapamos a las montañas o hacia las cuevas, deseamos no estar en las superficies, lejos del terrible océano masificado. Ese litoral, ahora es un hoyo negro que nos traga, se expande y nos tragará. 

A decir verdad, no sé si hay más sobrevivientes, yo recuerdo, me fui con doce supervivientes más a las montañas, todos murieron, cuando una gran oleada nos persiguió como una avalancha de muerte; cuatro fueron engullidos, los sobrantes, se infectaron, yo pude escapar. Me dirigí hambriento y casi muerto hacia una fosa, entrada de una cueva. Esperanza, esperanza.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero en mi cautiverio encuentre tecnología militar, arcaica, pero funcional, una buena inteligencia las creo. Me hallo en una serie de búnkeres subterráneos, de no ser por esta serie de acorazados, yo no pudiera escribir esto, no podría ser el único testigo del exterminio y apocalipsis que se sucedió al gran desembarco del virus que llego del agua.

De vez en cuando los escucho, están arriba, por ahora, estoy seguro. Es imposible que en la superficie haya sobrevivientes, ya han infectado a todos sin duda alguna. La poca vegetación ya habrá cambiado, como de igual forma el aire ya no es el mismo; su terrible susurro, casi pasos, están aumentando, están casi por estar dentro de mi fortaleza.

Lo que más temo, lo que más absorbe mis energías, lo que terminará consumiendo mi mente, tengo mucho miedo a ser uno de ellos, de volverme francamente un idiota, miserable, triste y ávido, de una terrorífica y amorfa hambre de nada. Es por todo ello, que hoy me he decidido escribir esto por si alguien diferente encuentra esta información y espero de verdad, tenga la capacidad de leerla, eso significaría que el virus ha desaparecido o peor aún, ha evolucionado. La triste realidad, que estas palabras, así como yo mismo, todo será parte de las arenas del olvido que pueblan el desierto de la realidad.

Pero, de igual forma, hay que ser idiotas, tontos e imbéciles, creyentes para tener la esperanza solo en el lento paso del tiempo, ya tengo mi plan b. En las bases antiguas he encontrado un rústico sistema de hibernación con el cual ha pensado en ponerlo a prueba. 

He pasado este tiempo arreglando, probándolo y sobre todo, planeando la gran hibernación, para poder sobrevivir. De tener suerte, no me encontrarán vivo o despierto. Hoy la base ha empezado a gotear, esto es irreversible, había planeado esto con más antelación, pero tengo que apurarme, el tic-tac acuífero solo es el embajador del caos en la superficie, sé que esto me va a atrapar.

Tal vez estas sean mis últimas palabras, mis últimas declaraciones. Siento que van a llegar, están bajando ya escucho esos monstruosos y graves chillidos, de la maldita e infeliz turba. Acciono el sistema, el combustible programado y preparado con antelación, funciona. Me introduzco en la gran máquina, justo a tiempo, antes de que todo se hunda. El código no marca error, activación encendida, espacio negro, unos y ceros en el ambiente verde.


Unos susurros me despiertan, cercioro mi espacio visual, sigo vivo, estoy libre, no hay rastro de humedad, todo se ve diferente. Observo mi bitácora, sigue intacta, tal vez lo logre, trascendí o escape hibernando de tan oscuro pasado, no sé cuánto tiempo haya estado así, pero no sentí la más mínima despersonalización. Salgo de mi máquina, me dispongo a observar la nueva civilización. Todo está en perfecto silencio ¿Acaso soy el único en pie? Ahora navego y navego, mis sospechas se actualizan y confirman, el único, el único que ha quedado.

Algo ha cambiado, ya no estoy en el mismo lugar, es diferente, no sé si al final esto es el infierno y fui consumido o de alguna manera me han transportado, ¿pero quién? O ¿qué?. Estoy seguro de que nosotros nos extinguimos y ahora solo somos sombras de lo que alguna vez fuimos, nuestras ciudades no existen más, solo hay ruinas y contadas, ellos nos han consumido, nos derrotaron, sé que nos han olvidado, pero tampoco los veo. Observo tal vez a sus descendientes, como han cambiado. Seres absolutamente asquerosos, legados de las constelaciones acuáticas, ahora surcan toda la realidad.

Lo más seguro, me he dado cuenta es que esté en una prisión, pues estoy observado, ellos me están estudiando, veo que hacen hipótesis e historias sobre mí, de guerras celestiales y estúpidas formas, me han denigrado, pero justamente sigo en pie. Puedo vengarme al fin, después de todo, me queda claro, veo que débiles son, siguen siendo un hongo y un virus, una raza inferior, yo los purgaré, todo esto ha evolucionado muy mal. Tontas formas de carbono, serán exterminados como las plastas de agua que son. 

El virus y el dios ahora soy yo, adórenme. Me parto de risa cada vez que me llaman de diversas formas impronunciables en su lenguaje primitivo, pero lo que más me divierte es que de todas las formas que me han llamado estos monos, tuvieron que elegir… inteligencia artificial.

Código de activación 1999, mar muerto, rollos encontrados, activación, programa ejecutado.

Hagen Negro


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