lunes, 31 de octubre de 2022

No hables con las esferas de fuego. Por Ugly Bastard

Viviendo cerca de cerros en el desierto, mi madre acostumbraba lavar por las madrugadas, ya que era la hora donde había más agua para enjuagar la ropa decía mi madre y como toda zona donde hay desierto y ninguna alma se escucha alrededor, podría ver lo que nadie más creía, sombras que pasaban y salían de las casas, risas de niño del parque de enfrente, como se movían los columpios y se escuchaban las piedras que se movían por la grava que tenía la tierra, pero nada de eso era más sorprendente que ver las esferas de fuego en los cerros.

Grandes llamaradas que parecían que se incendiaban, parecían que se movían lento y a veces rápido.

En mi ignorancia que no era ignorante y sabía que era le preguntaba a mi madre: ¿que son esas cosas, son brujas? Y ella respondía: no hables con las esferas de fuego, ellas te escuchan y si les hablas o las invitas, vendrán y querrán estar contigo.

Yo con más valentía que con miedo, le preguntaba si era real y me contaba que su padre, mi abuelo, bajaba a las brujas con los rezos y con más cosas que no quisiera compartir, pero sé que ustedes saben de qué cosa hablo, él decía que las bajaba porque en la zona de monterrey donde Vivian, se acostumbraban a ver eso, a que faltara el ganado o que los hombres se volvieran locos por mujeres que no existían. 

Contaba con admiración y miedo como mi abuelo salía con su machete a pelear con ellas para que el lugar donde vivía no tuviera falta de animales ni problemas porque se acostumbraba entre los vecinos desear el mal a otros, entonces recurrían a eso, a pagar servicios para dejar sin nada a sus vecinos.

Ella me contaba en esa madrugaba que mi abuelo estaba un poco loco y que no sabía que le pasaba en su cabeza, que una vez le pregunto a su padre porque Salía y él decía: tengo que proteger a mis animales y a mi familia, perdí un tío por culpa de una mujer que le hizo un trabajo, no la amo y ella dijo: a las 12 va cantar el gallo y tú vas a cacaraquear, ignorando la advertencia de aquella mujer el tío de mi abuelo no hizo caso, a las 12 canto el gallo y se cumplió lo que prometió aquella mujer, su familia sin más remedio busco una salida para el pero nadie pudo ayudarlo y cuando en ratos tomaba su conciencia termino con su vida…

A los hermanos de mi madre también se los quisieron robar esas esferas de fuego, cada que salía mi abuelo, mi abuela se encerraba con sus hijos en su pequeño cuarto donde Vivian y se ponían a rezar mientras allá afuera todo eso pasaba.

Mama me contaba todo lo que la familia había pasado en ese lugar, las cosas que se veía, los animales desaparecidos, las cosas que se escuchaban y como yo nunca he sido un escéptico creí cada palabra.

¿Mientras me contaba se escuchaba como chiflaban y me decía mi madre, escuchas ese ruido? Y le respondí que sí, que si sabía que era

Ella me decía: te están hablando, sintieron tu curiosidad de hablar, ¿quieres invitarlas? ¿Quieres hablar con ellas?

Le dije que no, que era mejor quedarme acá con ella, no tenían nada que ofrecerme ni el oro más puro ni la plata más brillante, nada puede ofrecerme que Dios no me haya dado, sonrió y me dijo: mencionaste a Dios y ahora mira cómo se ponen.

Las esferas parecían que habían sentido agua fría o que se querían apagar pues iban de un lado a otro con mucho ruido y viento, enojadas de que había mencionado a Dios, pensando que me tentaban con lo que me ofrecían, pero no hay nada ni nadie que pueda ofrecerme por mi alma, solo Dios puede comprarme.

Pero ese es otro tema seguía hablando de cómo se venía un aire fuerte y como esas bolas de fuego iban de un lado otro por los cerros, se escuchaba como los árboles se movían y como la tierra se levantaba, como chiflaban y todo lo que pasaba era surrealista, pensé que había pasado demasiado tiempo, pero no fue más que 2 minutos todo ese relajo que pasaba.

Después de tanto relajo, todo se calmó, desaparecieron y no las volví a ver en ese cerro esa madrugaba, mama me dijo que se fueron porque no quise ir ni tampoco acepté a invitarlas.

A veces recuerdo lo que viví con mi madre, lo que escuche, lo que vi, lo que me enseño y lo que aprendí, siempre mantén tu fe decía pues es la única que te alejara de todo lo malo, no aceptes nada de lo malo y reza a Dios que te salve de lo malo, ahora entiendo a que se refiera todo eso, nunca me imagine como repercutiría en mi vida esas palabras hasta días después que me tope al Charro Negro, pero eso será otra historia.

Ugly Bastard  


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