Amor y pasión; de lo sagrado a lo marrano
Antes de introducirnos, unas dudas
¿Sabemos distinguir entre amor y comezón?
¿Es meramente hormonal o hay algo de racional?
¿Es el amor algo universal?
¿Todo aquel que sabe amar sabrá querer?
Desde que el hombre es hombre, desde que dejó de arrastrar los nudillos y empezó a caminar erguido. Ahí nació el deseo de querer comprender su existencia y experiencia, es aquí donde nace la necesidad de querer explicarse lo inexplicable. Cuando el hombre al darse la oportunidad de entregarse a la vida contemplativa nació la filosofía y con ella el querer darle sentido al mundo que nos habita.
Al hacer estos ensayos me serviré de varias herramientas filosóficas ya existentes para crear una suerte de sincretismo filosófico para explicarnos varias experiencias que podríamos llamar universales tales como el deseo, lo divino y la muerte. Tomando como hilo conductor lo que quizás es la experiencia metafísica por excelencia: El amor. Aunque estas líneas pudiesen sonar a una refutación a la introducción de este texto y de los venideros, nos serviremos de reforzar el hecho de que no queremos crear otro concepto, ya existe una ínfima cantidad de definición, solo trataremos de explicarnos la experiencia desde lo existente.
Para poder hacer desarrollar estas líneas me apoyaré en cuatro postulados: el primero es lo apolíneo y lo dionisíaco de Nietzsche, revisaremos los apuntes de lo erótico de Bataille, haremos uso también de lo propuesto sobre lo sagrado y lo profano según Mircea y para cerrar que bien llegaremos a lo propuesto por Julius Evola en la metafísica del sexo.
O lo apolíneo y lo dionisíaco
En el nacimiento de una tragedia se nos sugiere dos fuerzas artísticas contrarias: lo apolíneo y lo dionisíaco. Apolo apoya, brinda forma, invade el sueño del artista e implanta la obra, lo Dionisíaco surge cuando el artista se entrega a su Éxtasis creativo, rompe las barreras que aprisionan su existir, llegando a un Frenesí de sentimiento a flor de piel, la forma queda opacado por la idea. Sirviéndose de esta idea, esta dialéctica de Dionisio-Apolo, igualaré lo romántico-idílico a Apolo y bajo el amparo de Dionisio tendremos lo romántico-transgresor.
Lo Idílico del romance llega disfrazado de esta idea estereotipada, misma que tenemos de Romance; todo este acto que comprende desde el cortejo-flechazo y hasta su consecuente consumación. Es la idealización en su máxima expresión, es un Dante cruzando los 9 círculos por Beatriz, es la Chepita de Sabines, cartas de Rulfo a Clara, es el críptico truco con que se ha servido a la vida, es la herramienta con que ella se ha asegurado que sigamos este eterno nacer, crecer, reproducirse y morir.
Lo idílico también nos converge en este, en el que una de las partes doblega a su espíritu bajo los designios de aquel cuyo cariño busca conquistar, usualmente es el hombre quién se postra ante los pies de la mujer, como en las viejas novelas o las de amor Cortés.
Bataille
O el beso como el principio del canibalismo
Planteó que nosotros (los humanos) somos unos seres discontinuos; viviendo, buscando eternamente la manera de completarnos, llamó aparatos a todo aquello que hemos creado para tratar de llegar a esta plenitud, tales aparatos como lo religioso, lo romántico y lo erótico donde su postulado toma más fuerza.
La visión de Bataille donde se abre camino a lo religioso, nosotros nos abordaremos en nuestra columna dentro los postulados de Mircea Eliade de lo sagrado y profano; lo sexual lo abordaremos en dos ángulos diferentes, uno como lo erótico o romántico transgresor y el otro como lo repulsivo agresor.
Ahora bien, volviendo a Nietzsche, tanto lo idílico como lo transgresor necesitan uno del otro, el transgresor necesitas del idílico para tener ese carácter romántico, pues, sin él, sería mera agresión; la agresión tiene su lugar en lo idílico para llegar a materializarse, pues sin él es mera ensoñación, un castillo en el aire.
La transgresión en lo idílico es atreverse a dar ese beso, es ese beso robado. La trasgresión sin idilio es mero sadismo.
Bataille romántico transgresor.
La transgresión es la punta de lanza que lleva a la materialización de lo romántico, transgresión como concepto responde a una desobediencia momentánea de la ley. Ahora bien, tomemos un momento para reconocer la transgresión en las primeras etapas del Romance: el cortejo, imagino que el lector que ha pasado en algún momento de su vida en el sitio de haber sido flechado por otra persona, al momento en que se actúa aquí ocurre la transgresión primera: se transgrede las barreras del otro; es romper la barrera del desconocimiento, es acercarse a la persona para un primer contacto; transgredir la amistad para llevar a cabo la confesión del amor callado, a expensas de sacrificar la amistad; el beso robado. Este es el primer paso.
Quiero dejar en claro que cuando se habla de transgresión no es por ningún medio una subversión de la regla o de la ley, no se busca eliminarla, solo permearlas. Pongámoslo así respecto al acto sexual y la sexualidad, transgredir sería tener relaciones fuera del matrimonio sin fines reproductores en una pareja, podría ser alguna fijación. Mientras se transgrede la sacralidad del celibato hasta el matrimonio, se conservan otras prohibiciones. La subversión toma la forma de, por ejemplo, una orgía no-ritualista, actos que podrían juzgarse de cuestionables, como alguna parafilia.
Para dejarlo un poco más claro y simple, la transgresión sería el pecado y la subversión sería el renegar de Dios.
Esto crea una pregunta muy válida, antes de una moral religiosa como tal, ¿qué nos estaba prohibido?
Tenemos registros de tiempos muy anteriores en los cuales los muertos eran enterrados, tanto para protección de su tribu, pues una caverna con un cadáver era un llamado a los otros depredadores y para protección del cuerpo para evitar el canibalismo. Esa costumbre de enterrar a sus muertos se convirtió a lo poco en un cuasi-ritual, a la vez con ellos se originaban una prohibición. Una prohibición instintiva, pues se evitaba también la corrupción de los vivos por parte de la violenta imagen de un cuerpo en estado de putrefacción.
Podremos identificar dos tipos de prohibiciones: la prohibición instintiva y la prohibición moral.
La sensitiva es, como comentamos, la protección del hombre como ser sensible, es decir, una prohibición donde el hombre protege al otro hombre basándose meramente en lo instintivo. La segunda, la prohibición moral, es un poco más maleable, pues está dictada a la convivencia del hombre en sociedad. Es decir, siguiendo el hilo, esta prohibición tiene alcance el restringir casos como el incesto o una relación que raya en lo incestuoso. Estas restricciones están enteramente subordinadas a la religión que impere en la cultura, es decir, son tan maleables como endémicas.
Mircea
Lo sagrado y lo profano
En este apartado me ocuparé respecto a lo sagrado a la vez de lo profano, dentro de lo erótico-religioso.
Nos centraremos en la figura de la mujer y su papel de sexualidad en lo religioso y lo profano. En la cosmonogía hebrea, la mujer ha sido vista como artífice de la destrucción, como ser adormecido y maleable, que utilizaba su cuerpo como moneda de cambio, esto para desviar o desvirtuar al hombre. Es con la llegada de la cosmología cristiana que la mujer pasó de ser la otredad para ser tratada como un igual, no en balde en su dogma se enseña que fueron dos mujeres quienes juegan papel importante en su vida y es una analogía de la redención de la mujer a sus ver; Magdalena, que fue la mujer que Jesús rescató, y fue otra María quien dio al mundo hecho carne.
Para los mesopotámicos fue Lilith quien ha encontrado de este lado mundo con demonios, Lilith misma que años después formaría parte de los libros apócrifos de la tradición hebraica.
En algunas tradiciones hindúes, Esa es la gran madre de amor, la misma madre destructora.
Fueron dos Marías las que estuvieron con el Cristo y es curioso cómo estas dos mujeres son diametralmente opuestas en su sexualidad: Magdalena, una mujer que negociaba con su cuerpo (símbolo de la percepción del antiguo régimen) y María impoluta que dio su vientre para que el “Hieros» se manifestara.
Este halo imperturbable de santidad que ha rodeado a la mujer convirtiéndola a la vez en un objeto o símbolo, es un llamado a la transgresión; es por ejemplo, y como se citó anteriormente el culto a la virginidad, esta monición de la sacra virginidad es tan sublime como perversa. El erotismo, por mucho que se quiera hacer creer, no atenta contra lo sacro del acto (sexual) al contrario, recompensa y exalta al acto; es la desacralización del acto, lo que lo vuelve mundano, asqueroso, repugnante y hasta deshumanizante.
En esta perversión del erotismo se encasilla en actos como la prostitución, la promiscuidad, pornografía, etcétera.
El erotismo también juega parte esencial en algunos ritos esotéricos, ya sea la manera de componente principal (sexo tántrico, bacanales) o a manera de apoteosis como finalidades de un rito (matrimonio religioso), de igual manera varias tradiciones esotéricas defienden un cierto celibato vitalista y ritualista.
Al momento de la cópula no-ritualista (entiéndase como cúpula ritualista todo aquello que no pervierta el erotismo, aunque esta categoría suene absurda, como lo vimos anteriormente) Quienes participan de ello no son hierofantes ni buscan llegar a la experiencia de cielo, sí lo que buscan en mero saciar los arrebatos de la carne.
Al contrario de cuándo se lleva a cabo la cúpula ritualista, este componente durante la cópula divide los tiempos de lo sagrado y lo profano. Se logra la hierofanía a modo de una pequeña muerte (también en el sentido francés Petit Morte). Un éxtasis religioso en el que se logra atravesar el velo de lo sacro y al término de esto se regresa a un tiempo hueco, que solo da cabida a lo profano. Se suspende por un breve instante el ser único, es la muerte de la culpa y lo no-purificado para ser limpiado de su ser y el renacer como un ser purificado. Es aquí donde volvemos a la mujer como origen, cómo inició. Siempre volvemos a la mujer: se cumplió el arquetipo del divino femenino, ya sea tanto una creación como la destrucción, pues es la mujer quien es hierofanía por excelencia.
Ahora bien, ya que habíamos hablado del erotismo. Como en el encuentro de hombre y mujer podemos ver que el erotismo es un rito meramente humano y también vimos por encima el erotismo en la disyuntiva de los tiempos sagrado y profano. Para concluir este párrafo queremos dejar en claro, quiero dejar en claro, que el erotismo es lo dionisíaco, mientras que en lo romántico es lo apolíneo, necesitamos del apolíneo para que el erotismo no sea mera perversión.
Para seguir con estas letras y recapitular un poco lo expuesto anteriormente, el erotismo puede escandalizar en primer caso a aquel que no lo comprende o aquel que lo desconoce. Es imperativo no confundir lo erótico con lo degenerado, como dijimos: el erotismo es un rito en sí mismo que toma la forma de un puente entre mundos. En su consumación se crea un estado de completud-exceso.
Después de exponer esta idea del erotismo como actividad humana, está estrechamente relacionada con la actividad sexual. Quiero dejar en claro que si bien puede haber ocasiones en que lo erótico no se use como fin último del deseo, sino como un puente para alcanzar algún tipo de gnosis, por ejemplo en bacanales o skyclads, de igual manera no toda actividad sexual es necesariamente erótica.
Julius Evola
El éxtasis de la unión de espíritus
En la metafísica del sexo nos comenta acerca de esta diferencia entre los tipos de deseo. El deseo menor: este es meramente carnal en el cual el estado de completo no juega un papel primordial, es meramente capricho de la carne, no presenta diferencia alguna a los perros callejeros apareándose. Hay un contraste abismal al deseo mayor donde yace la búsqueda de unir los espíritus, ese estado de exceso se alcanza cuando se trasciende la carne y los espíritus, produciendo una especie de andrógino espiritual-alquímico. Que es el estado de completo total del ser, como esa completud de la que hablaba Bataille.
Después de ver estas visiones sobre los puntos de encuentro de lo religioso y el erotismo con lo romántico, este ensayo podría considerarse como una defensa del erotismo-romántico real y una ofensa, al igual que una denuncia, en contra del erotismo distorsionado o mal intencionado.
Desde el desamor hasta el no-amor
En el amor como vimos es difícil definir qué es o, más aún, cuándo inicia. Ahora bien, así como hablamos del erotismo, sobre lo que es y no es, es justo que como abrimos esta tesis hablando de Amor, cerremos hablando de Desamor, cuando revisamos lo apolíneo y dionisíaco, cité ejemplos de amores que se lograron y perduraron; casos de amores que no duraron todos tenemos una historia acerca sobre eso. Quizás no todos los amores están destinados al desamor o a la eternidad, algunos ni siquiera alcanzan a hacer, es un amor que se queda en lo idílico, ya sea por cuenta propia (un amor que nunca fue confesado) o por no ser correspondido.
Si igualáramos el amor a la vida, el desamor sería la muerte y el amor no correspondido sería un aborto.
Uno de los más grandes obras que mortales en este amor no correspondido es el poema
nocturno a Rosario de Manuel Acuña, los versos de este fallido Pigmalión se vuelven aún más
obscuros, considerando todo aquello que rodea la obra, la figura de su autor, su musa y el
trasfondo que se han inventado han estudiado los psicoanalistas.
Manuel Acuña, después de escribir su Magnus opus, optó por suicidarse a lo Shakespeare, estigmatizando a Rosario, su musa. Como dije, los psicoanalistas han querido meter sus garras en este poema dado a un subtexto, una confesión de un callado complejo de Edipo (¡qué novedad!).
Desamor, dijo Nietzsche, es una consecuencia directa del amor y no es más que amor gastado.
Cuando el amor del otro solo hiere o hiede, dijo Espinoza, llega el desamor.
De la exigua luz del desamor podríamos extendernos hasta el cansancio, pero ¿qué más no podemos decir cuando ya no tenemos nada que decirnos?
Si el dolor lo he pregonado, /¿será porque va conmigo?
-Guadalupe “Pita” Amor. Si el amor no lo he cantado
eeriernst