Los últimos serán los primeros.
Debe ser el hombre más trabajador del cosmos, desde que nació, no para de escuchar a Dios, el cual le encarga escribir una larga historia.
Chop chop chop, el último hombre no para de escribir.
Cuando fue creciendo, se dio cuenta que no puede envejecer, pero su cerebro almacena cada vez más historias, ¿será dios quien se las susurra? Encadenado, siente la obsesión de escribir, mil cosas, presentes, pasadas, ficciones y realidades.
Sus padres, hermanos y vecinos le han dejado solo, no sale de su cuarto. Si llega a tener visitas, son, me parece, patéticas sombras, simulacros y malas parodias de sus semejantes ¿estará solo? Tal vez ha creado el mundo alrededor de su solitario corazón.
Chop chop chop, el último hombre no para de escribir.
Su cansada mano no deja de garabatear preciosos símbolos de los cuales nadie ha de saber, ni un alma esgrimirá su opinión. Tiene una idea, un blasfemo plan para escapar de las zarpas del exigente Dios.
Escapar de su propio arte.
Sale, deja de escribir, corre afuera de su hogar, ¿es la primera vez que lo hace? ¿o ya en su infinito encierro, recuerda, o creyó escribir el mundo libre? Sale y ve un triste escenario: su mundo.
Una multitud de irregulares edificios, parecido a obras victorianas, y de perfil, parecido a valles y montañas de sombra, el cielo negro, y los templos que hacen de paisaje urbano, de un terrible verde.
Escapa y recibe la advertencia de dios: no vayas más allá pues tu destino es volver a servir al arte. No lo soporta y puede terminar con su vida. Corre y escapa. El mundo se desmorona a su alrededor ¿es un sueño? ¿existe? No, está vivo, ahora lo sabe. Se desvanece.
Despierta de nuevo en su cuarto, vuelva al tormento del escriba. Recuerda su sueño y su escape, no lo tolera, ha de ser un mal trago nada más.
Con una increíble nostalgia, recuerda, más allá del paisaje victoriano y del cielo negro, una voz, la voz de dios, que prefiere olvidar, pues sus palabras sentencian algo terrible, algo que explicaría las caricaturas de sus compañeros y su soledad: "creo que tendré que reiniciarte, Chat GPT se acaba de trabar otra vez"
Chop chop chop, el último hombre no para de escribir.
Hagen Negro
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