martes, 7 de marzo de 2023

Elefantes rosas. Por Hagen Negro

“Yo que al diablo desafié, y que la cola le arranque, los paquidermos tricolor han hecho que pierda mi gran valor, ¡Ay que horror! ¡Déjenme en paz! ¡No puedo más! ¡Ya no más!” 

Graham Harman uno de los últimos filósofos notables por su adhesión a las corrientes del llamado “giro lingüístico” (aceleracionismo, nrx, inhumanismo) ha construido su propia teoría contra los dogmatismos hoy en boga, como lo son los teístas racionales y los relativistas posmodernos supersticiosos amantes del woke. Graham Harman habla de un realismo especulativo. 

Especular con la realidad no es subjetivismo, sino pensar en el mundo exterior; más puro que nada, el mundo observado, sin ninguna huella humana, inaccesible e incomprendido para los humanos, absolutamente shoggotico. En fin, la realidad devenida en todo aquello que está lejos de nuestro impotente y artificioso pensamiento humano. 

Los humanistas, a pesar de sus diferencias, e incluso de sus rivalidades, tienen en común la idea kantiana de que la razón y la mente crean la realidad; esto bajo la falacia de la gema, la cual es la siguiente: 

“Nada puede ser real sin ser pensado, si no puede ser pensado, entonces no puede ser real. Las cosas deben ser pensadas para ser reales, no se puede pensar que no son reales” 

La falacia cumple dos justificaciones, la primera afirmar la razón-mente como único criterio válido; la segunda identificar el concepto de algo con ese algo, negando la alternativa de pensar lo impensable y negando, irónicamente, la potencia de la libertad del pensar. Esta falacia de la gema, dibuja un pensamiento circular en el cual todo objeto depende del observador, está unido correlacionadamente en una paradoja. Nada existe sin su concepto, pero el concepto no puede no existir, porque el pensamiento “negativo” o “ausente” no existe. 

El realismo especulativo ataca esta idea, bajo la síntesis de la “causación vicaria”, en el cual niega que solo los objetos reales sean exclusivos de los humanos. Veamos, hay dos tipos de objetos según la fenomenología: los objetos-cosa reales y sensuales. Los objetos sensuales son objetos que se vuelven útiles o herramientas, que solo existen, al momento de sentirlos y extraer la utilidad (sentidos, sensuales, sensitivos) por otro lado, los objetos reales conectan desconectando su esencia de herramienta o utilidad, por ejemplo, dos objetos reales (dos enamorados, un artista y su creación, una persona viendo un atardecer, etc.) Sin embargo, un objeto real y uno sensual no crea conexión, ni dos sensuales, o al menos eso se cree. 

Para que haya una conexión se necesita otro elemento aparte de los dos objetos, mínimo uno real, se necesita una comunicación subatómica, sub humana, celestial, mágica, instintiva o mejor dicho, cibernética; como no sabemos que rayos es esa conexión, pero se intuye, tiene una conciencia aparte, se le ha llamado “causación vicaria”. Ahora, es fácil explicar la causación vicaria entre un humano y otro objeto, ya sea otro humano o algo artístico, ¿existirá la conexión entre dos objetos reales no humanos, las estrellas y el aire se contemplan? ¿El vaso encima de la mesa de cristal deforma su integración con esta? Para un realista especulativo, sí, si a todas esas preguntas. Y la forma de entender la causación vicaria es por medio del allure o alusión indirecta en contraste con la literal. Las descripciones literales, directas y racionales arruinan la causación vicaria, se escapa lo real; por ello Heidegger hablaba de un escape del objeto y recurre a poemas de Holderin para observar lo divino del ente, eso explica el fracaso de Ser y Tiempo, pues lo racional no es bello, y si no se siente algo, no es real, sino correlacionado, idealista y falso. 

Y ahora, creo ver el terror entre la inmovilidad vacía de mi entorno, veo las abominaciones nunca imaginadas que acechan a mis muebles, siento el caluroso frío del aliento de las ventanas, camino entre las arenas movedizas del concreto maduro y fresco… Veo elefantes rosas por doquier. 

Los observo marchando, veo falanges caminando, los veo alegres, con sus trompetas y con sus uniformes de color rosa, con negras botas y bonitos arreglos aterciopelados, con sus medallas cadavéricas en sus solapas de cuero marrón. 

Los elefantes rosas marchan alegres sobre una curva plana y vacía, sobre un océano empedrado de rectos ángulos obtusos, con el cielo rojo coronando sus cabezas; y en sus fastuosas trompas llevan su armadura rosa brillante y sus colmillos que cubren su cuerpo aceleran hacia adelante sus retrocesos inmóviles. Sus pasos de marcha van al compás y sentido del reloj de arena universal de la muerte. Un reloj que como espada de Damocles pende de nuestras cabezas, por un hilo de humo. 

Los elefantes enanos van burbujeando y tambaleándose entre sus múltiples y divertidas formas, así como los tonos de las trompetas mudas, entre el humor más negro de las torturas… Los elefantes bailan sobre mi cadáver y sobre mi cadáver ellos bailan.

Hagen Negro 

@Hagenrx

No hay comentarios.:

Publicar un comentario