- Mami, ¿tú también me amas?
- Claro que si cariño, ya paso
Podría ser muy tarde para decirte, lo mucho que alguna vez sentí por ti, es algo tarde . . . o solo un poco?
Ya no recuerdo como fue aquel pequeño momento de gloria cuando vi tus ojos apagarse cuando tu falda estaba rasgada y ambos no sabíamos quién te había hecho aquello.
Aunque si recuerdo el llanto de ese pequeño bastardo que te hizo abrir los ojos.
- Fue hace tanto tiempo.
~ No tienes por qué sentirte así, fueron palabras vacías sabes, ira de un devastado hombre lleno de confusión.
- Sabes bien quien dijo esas palabras, cualquier tipo de aliento que podrías darme murió cuando desapareciste después de que intente decirte algo.
~ Pero el espejo estaba roto y claramente no viste con claridad nada de lo que pasaba a tu alrededor.
- A veces no sé cómo he vivido contigo tantos años, es solo una horrible sorpresa el que estés aquí, podrías estar en cualquiera de estos agujeros.
~ Y aquí estoy sin embargo, solo esperando cuando decidas asesinarme, tú sabes que mi vida y la tuya, con vida, solo significan sufrimiento.
Su silueta delgada, dibujaba una sombra de cruzaba por sobre la mi propia sombra frente a una enorme roca con inscripciones que reflejaban cosas que no eran ciertas, de épocas que ya no volverán. Esa delgada sombra que me cubría parecía agacharse y fundirse con la mía, después de eso solo sentí sus labios rozar mi mejilla y tambaleantemente poco a poco culminar en un suave beso que se sentía como una muestra efímera pero eficaz de confort en un día donde todo pareciera que sería lluvioso.
Volviendo a casa e intentando desenfocar pensamientos presentes desde hace tiempo entre la música, pude sentir un olor químico, y un vislumbrar nubloso que recorría el vehículo, sin poder llamar a nadie y sin moverme, solo intentando andar torpemente, un pedazo de basura que apenas pudiera decirse que es funcional. No podía decir ni una palabra ante las voces desesperadas que parecen querer sacarme de ahí, no sabía realmente donde estaba mi mente, mi cuerpo o si quiera mi persona.
~ Precioso, al fin pudiste abrir esos ojos.
- No es la situación en la que estaba hace unos instantes, y esto tampoco se siente como la cama en la que suelo despertar.
Alguien parece abrir una puerta de la que mi mala visión no se percata que era una puerta anega a las que conozco, es una figura madura quien asomaba lentamente, rápidamente el pánico poco a poco es el que empieza tomar forma y se adapta a la forma de mis nervios, sintiendo ese cosquilleo tan peculiar cuando quizá vislumbras que serían tus últimos momentos con vida, dignidad o alguna extremidad. Y sin embargo, para cuando pude sentir mis gafas en la pequeña mesa de noche a lado de esa cama de metal vieja, la silueta ya estaba demasiado cerca.
- Disculpe, usted ya había despertado, y quería asegurarme que tuviera una contusión o se ahogara con su vomito.
- ¿Tan mal me veía antes de llegar aquí?
~ No tienes idea de cuanto, pero este hombre y su hermano fueron quienes te sacaron de ese ataúd de metal. Aunque no un ataúd que albergara un muerto, no uno del todo.
- Así es, de hecho usted parecía que estaba viendo a la muerte en sus ojos, al principio quedamos asustados por la expresión de su rostro. Como si hubiera muerto y antes de morir viera algo por el vidrio que lo dejara parapléjico, sin embargo notamos su respiración agitada, y supimos que teníamos que ahí no debía de estar entonces, hicimos lo que pudimos para sacarle de allí.
- Me imagino que coche . . . ¿Cierto?
- Si y por lo que vimos del automóvil tal parece ser que fue un milagro usted no allá muerto.
~ ¿Lo llamas un milagro eso? Con los pesares por los que este hombre me hace pasar cada noche, creo que le hubiera gustado morir ahí.
- Si quizá fue una suerte no haber muerto, pero ¿qué tan lejos estoy de la ciudad?
- Lejos, bastante lejos como para ser extraño no tener en cuenta en donde se encuentra – soltó una pequeña risa honesta que denotaba una extrañeza ante mi pregunta. -
- Bueno, déjame replanteártelo ¿En qué estado me encuentro?
- Estamos rumbo a la frontera, aquí todavía es Sonora, pero no estamos tan lejos de Arizona, le digo, es muy lejos de la ciudad, si es que a la Ciudad de México se refiere, como para no tener en cuenta donde esta o estaba, un choque de esa magnitud es algo que aturde a cualquiera, por suerte no pertenecemos a ninguna de las bandas locales que están con el crimen, si no, no sé qué sería de usted.
- Gracias, pero creo que estoy algo lejos de donde creo debería estar, debo tomar mis cosas e irme, recuerdo traer algo de efectivo, solo dígame como llego a la central de autobuses más cercana.
- Yo con gusto, le ayudaría, pero a decir verdad a esta hora ya no hay camiones que salgan de la central, lo que puede hacer es descansar y mañana le diré como llegar.
- Le agradezco, y tomare su recomendación entonces.
Después de ese instante en el cual pude aclarar un poco aquella situación, el joven se iba del cuarto y apagaba la luz, me recosté boca arriba mirando las vigas de madera del techo de aquel cuarto seco y extraño en el que reposaba sin realmente saber si algo tan absurdo y extraño es que fuese real.
Antes de despertarme al día siguiente, tuve una pequeña imagen visual sobre una vieja casa que se quemaba, parecía ser en una zona árida, algo similar a donde me encontraba, con los vientos soplando sobre los pequeños arbustos secos que se extienden por doquier, si en ese lugar no estuviera la casa de quienes me recogieron y estaría vagando por ese yermo, quizá me habría entregado a la muerte ya, y solo estaría esperando bajo el sol a que algo me devorara y mi cuerpo otorgara su última vitalidad para ser tomado por este desierto.
~ Oye precioso ¿es algo temprano no crees? Incluso esta gente de campo no se levanta tanto antes del alba, son las 4 de la mañana por favor vuelve a la cama, aquí las noches son muy frías y también las madrugadas.
- No tengo sueño, además quiero recibir el calor que hace aquí gradualmente, si no este día será insoportable.
~ Esta bien, pero no te vayas a . . . espera, ¿estas fumando de nuevo? Sabes lo que esa cosa me provoca.
- Si, provoca que estés tranquila para mí, que tu voz resuene un poco menos cuando me regañas.
~ Sabes bien que odio su olor y lo que te hace, sé que vivir no es tu actividad favorita después de lo que paso pero si quieres morirte al menos que sea rápido y no para sufrir viendo cómo te matas.
- Solo fue uno, y hace frio, necesitaba este cigarrillo o estaría ligeramente paranoico.
~ Okey, volveré adentro y te esperare, te quiero.
Lo había dejado desde que la conocí a ella, aunque realmente fue un poco después, ya que en las primeras veces que terminábamos en la cama de algún hotel me gustaba prender uno, y fumábamos juntos, pero ella, un día que se fue la luz y encendimos una vela, antes de ir a dormir y apagarla, ella no pudo apagarla y empezó a preocuparse por la fuerza de sus pulmones, cosa que le genero paranoia desde ese día y absolutamente cada rastro de humo de cigarro lo odiaba y quería hacer vomitar, yo seguí fumando, solo cuando manejaba, pero extrañaba mucho mirar su rostro después del sexo cubrirse por las formas del humo, y ver como entre esa neblina tomaba mi cigarrillo de mi mano para inhalar una bocada con sus labios rojos, mientras cerraba sus ojos y se hacía parte de aquel velo de humo que nos envolvía.
Continuará...
(Charly G.S.)
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