¡Amor mío!
Tanto que cantas a la Muerte,
tanto que yo vivo en su honor,
cada estrofa es un gozo del díscolo,
y la canción entera es una oración lúgubre.
¡Amor mío!
Vasta es tu presencia,
tan enorme como amenazante.
Acogedor es tu tacto,
un cariño en verdad claustrofóbico.
Tentadora es tu mirada,
un hermoso reflejo de tu lumbre.
¡Amor mío!
Descomunal es mi entrega a tu voz,
a tus embriagantes plegarias que
seducen mi voluntad, transformándola
en la esencia de tu composición.
Máximo Heilner
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