viernes, 8 de julio de 2022

1611, Una Voluntad. Por Ras

Un número que supera la realidad. Un escudo, una espada y una estrella, es el ruido de mi corazón que destella luces y grita por la destrucción del raciocinio. Merezco ver la destrucción de la razón y sus elementos materiales ilusorios que nos someten al desdén feral e instintivo, esclavos que eran todos mis hermanos y yo, mascotas de esos señores magnificados por el dominio y sus tretas consumistas.

El hombre no es su mascota, no. El sistema es la creación del hombre, el sistema sirve a la dichosa virtud lunar y sus agentes de control. No nombrados jeques, duques, alcaldes, reyes y emperadores chupasangre que compraron sus títulos vendiendo las cadenas que ofrecieron a mi tribu, a mis compañeros, colegas, amantes y hermanos segregados, no somos la virtud, somos el odio. Eso somos y no somos más, es el odio y la ira, gasolina de voluntades exacerbadas y guerreros de la subversión. Mis hermanos, mis honores, mis armas.

Existe la otra alternativa -si es que se puede llamar así-. La rendición, subyugación a los intereses de otros, convertirse en los perros falderos, fantasmas del pasado sin voluntad, sin amor, sin dignidad. Eso serian, eso solían ser todos. ¿Por qué cambió todo? No se sabrá y no debe descifrarse, pues cada hombre camina a distinto ritmo, tiempo y moral. Es quienes somos, lo que hacemos lo que nos da entrada a la eternidad espiritual al afrontar los desafíos, destruir los miedos y dominar al ser feral, instintivo y común que somos, ser algo más, trascender y renacer como esencia de la misma voluntad, ser el amante de la mujer que nos enseñó a comenzar de nuevo, que nos habría intentado dominar, ser el amante de la muerte que concluirá su cita con el ultimo beso de pasión y nos corresponde arder en vitalidad para enseñar que aún habrá voluntad y risas en el ultimo despido.

Amantes, novios, esposos, acosadores y conquistadores, pero nunca siervos de la Dama en el Lago, nunca temer a la vida eterna en el corazón de nuestros rivales, nunca desvivirse por el futuro y la perdida, pues solo se vive el momento y la vida es demasiado corta para regalarla a aquello que nos destruye, que nos desmoraliza y que nos atormenta, nosotros somos la destrucción, la falta a la moral, la tormenta que devora hasta el navío más orgulloso. Somos la tempestad, en la letra y en la actitud.

Mi alma, mi vida, mi salud y mi honor no vale nada más allá de mis acciones, de mi voluntad y mi fortaleza, aptitudes que solo yo puedo forjar, que solo yo puedo adoptar y solo yo puedo preservar. Sin aquellas no soy nada y volveré a pertenecer al abismo prestando mi ser al demonio de la razón, del miedo y de la duda.

Esto es la tempestad, esto es lo que soy, quien ambiciono ser y lo que aguarda de mis hermanos, es esto lo que deseo convertir en cada hombre que vea con el valor y la consciencia. Adopto a cada uno como hermano, no por mera formalidad o amor, sino por voluntad guerrera y mágica, de faltar a los votos de hermandad, yo espero el peor de los tratos no por traición o la cobardía, sino por la mentira a uno mismo de esperar ser algo que no era, de hablar palabras que no eran mías y de poner en consideración intereses que corrompan mi ser y a mis hermanos. Es por hermandad que espero ser sometido a juicio con la pluma, la espada y la mente de mis hermanos y camaradas. No espero piedad, pues nunca habré de plantear la piedad en aquellos que rompan la confianza que les confiero.

Voces guerreras, guerrilleras, paladines y guardianas de la ira del hombre, de la hermandad de mis amigos y de la fuerza que adopta el último reducto de rebeldía. Con estas palabras vagas y humanas siembro mis semillas de voluntad no para mostrar la grandeza de un numero o de un movimiento, sino para alimentar esas voluntades, esos deseos e incitarles a que hagan cumplir su voluntad donde sea que planten sus pies, pues son hombres, dominadores, jerarcas y capataces de su vida, su voluntad y merecen aprender que son ustedes quienes renacen cada día para convertirse en una mejor versión.

Su existencia es la razón de mi inspiración y espero devolver el favor con mi obra, acto y pensamiento, somos la tempestad, somos el 1611 en todos lados y es nuestra voluntad la que espero los acompañe hasta el último respiro y, si me lo concede la vieja huesuda, me acompañará en el beso de las ultimas buenas noches, pues como hombre solo debo temer a caer en la perversión y la desdicha de ser una abominable maquinación de la corrupción rendida a los pies del poder y el sistema de aquella asquerosa serpiente dorada que esclaviza a los hombres con falsas promesas de vida eterna.

Por eso mis camaradas, mis hermanos y a mis colegas les doy esta justa muestra de aprecio. Que se queme el mundo en su totalidad y bailaremos sobre las cenizas para que sea nuestra la semilla que preñe el nuevo mundo, la que reinventa a los hombres y crea nuevas obras. Cada uno de nosotros será el amante de la muerte, soberano de la voluntad y hermano de las forjas, tintas y bebidas que se pongan enfrente.

Por Ras, su amigo, hermano y compañero.

 

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