lunes, 19 de agosto de 2024

El duelo como derecho humano fundamental. Por Kruttz

 Lo has visto en el cine, en esas películas de mosqueteros renacentistas con atuendos chingonsotes que blanden una ropera exigiendo satisfacciones cuando sus honores se ven mancillados por la actitud de un insolente o por un imbécil pleno cuyos humos se subieron mas de lo que debían.

Bastaba un insulto, una calumnia, un bofetón para que ese honor se pusiera en duda y tu credibilidad [al igual que cuando la bitcoin se va a la verga con las palabras de Elon Musk en Twitter hoy Equismen] pendía de un hilo.

Y básicamente una satisfacción era la única manera de restituir ese honor, moneda universal de credibilidad, mas inmanente y poderosa que el dinero impreso en papel o acuñado en latón con cuproníquel; el honor de un hombre era la mismísima representación del valor de la palabra del mismo y de la confiabilidad de sus acciones. Si decías que harías algo, era la garantía de que en verdad lo harías.


Decía Cesare Beccaria, jurista italiano cuyas teorías sentaron muchos principios del derecho actual, que la pena ante el delito tiene que ser proporcional, rápida y disuasiva ante el mismo.

Partiendo de esta premisa, si el honor es tan importante, ¿acaso la pena ante una injuria no debe serlo también? Es mucho más proporcional el rango de penas dentro del duelo, desde el hecho de devolver la humillación mediante la simple derrota, hasta el hecho de destripar con un florete a quien te hizo perder ese crédito social hasta llevarte al punto del ostracismo o prácticamente la muerte social y el exilio. ¿Es mas proporcional que el injuriador solamente pague una multa y se disculpe públicamente o lo que anteriormente mencioné?

Si continuamos sobre la misma idea, ¿Qué mas rápido que retar en el lugar al que te insulta? Instantáneo y absolutamente más efectivo devolver el insulto y el puñetazo de forma efectiva, con celeridad de rayo, pactando el encuentro a la brevedad, terminando con el conflicto en vez de gastar el precioso tiempo con el que la finita vida nos confiere buscando a un policía que no actuará o esperando a que una institución quiera hacer el puto trabajo por el que le pagan y que de todas formas hace mal, burocratizando y poniendo pretextos por mera estulticia, plena incapacidad o absoluta corrupción.

Y por extensión, ¿Qué mas disuasión ante meterte con el prójimo que saber que te puede eviscerar si te pasas de la raya? Una multa simplemente permite a los adinerados hacer lo que se les venga en gana de forma impune. La cosa cambia si el riesgo de quedar en ridículo o directamente marcado de por vida [o muerte]. Una pena de prisión "proporcional" únicamente hará a tu enemigo enfadar hasta el punto a  que decida ir por ti a traición, o peor, contra tu familia y posesiones tan pronto salga y haya aprendido las mañas que se manejan ahí.

El monopolio de la violencia por parte del estado probó su ineficacia y su malicia al terminar de domesticar al ser humano. Por qué confiar tu vida y tu honor ante quien te ve como menos que un animal?

Kruttz